Corrupción en el Principado
El escándalo inmobiliario que salpica al príncipe de Mónaco
La filtración anónima de documentos y correos electrónicos en los «Dossiers du Rocher» expone a Alberto II y a sus colaboradores ante varios casos de corrupción
En octubre de 2021, una mochila reposa en la mesa de un restaurante de París. Su contenido está dirigido a la sección de investigación del diario francés Le Monde y en su interior se descubren miles de páginas con información sensible –y también basura– sobre el entorno del príncipe Alberto II. Cuatro de sus hombres más cercanos son señalados de amasar fortunas en el sector inmobiliario, valiéndose de su posición intocable en el principado de Mónaco. Más tarde, un sitio internet recabaría organizadamente toda la información con documentos y vídeos.
Se trata de los llamados «Dossiers du Rocher», que desde hace casi dos años se han convertido en historia truculenta que sigue creciendo como bola de nieve y salpica al propio príncipe. Los «Dossiers du Rocher» irrumpieron en 2021 con la filtración anónima de documentos y correos electrónicos intercambiados de 2010 a 2020 entre el príncipe y sus colaboradores, con la intención de denunciar corrupción y complicidad en negocios ilícitos. En 2022, todo el gabinete del príncipe fue destituido. Los cuatro nombres señalados en esas páginas son Claude Palmero, administrador de las propiedades y la fortuna de los Grimaldi durante 22 años; Thierry Lacoste, amigo de infancia de Alberto; Didier Linotte, presidente del Tribunal Supremo de Justicia y Laurent Anselmi, hasta ahora jefe de gabinete del príncipe.
«Pedí a los implicados en los llamados “Dossiers du Rocher” que asumieran sus responsabilidades. Toda la prensa habla del caso y es desastroso para la imagen de Mónaco. Tenemos que ponerle fin», dijo en ese momento el propio Alberto II, en una entrevista televisiva.
La batalla legal no se hizo esperar. Dos tribunales de Paris y dos de Mónaco procesan actualmente denuncias penales contra el sitio «Les Dossiers du Rocher» por fraude informático, robo de documentos, falsificación y violación de correspondencia privada, introducidas por el llamado G4, los cuatro hombres de confianza del principado. Pero además están las denuncias de corrupción, tráfico de influencias y apropiación ilegal de intereses, presentadas ante la fiscalía nacional financiera por el magnate del sector inmobiliario, Patrice Pastor, quien ha desatado una verdadera guerra legal contra los amigos del príncipe.
Pastor, de 49 años, es conocido como el rey de los bienes raíces de Mónaco con una fortuna calculada en 20 mil millones de euros. Y según los acusados, sería el autor de los famosos «Dossiers du Rocher», en un intento furioso de deshacerse de la competencia. El abogado de Pastor niega rotundamente esa teoría.
En los «Dossiers du Rocher» se habla de «un puñado de personas de alto rango que han logrado instalar en Mónaco una verdadera red de corrupción que se extiende hasta la cúspide del Estado». Se asegura que han creado una especie de cordón sanitario alrededor del príncipe Alberto para distribuir puestos importantes y ganar dinero con las grandes operaciones inmobiliarias de Mónaco.
El día más peligroso para Alberto II –hasta ahora– fue el 19 de julio, cuando la justicia decidió allanar las oficinas y residencias de Claude Palmero, contador de la familia real. Sus teléfonos celulares, sus archivos, los libros contables de los Grimaldi desde 2001 y toda la historia financiera de Alberto y su padre, Rainiero, están ahora en manos de tres jueces de instrucción de Mónaco. Expertos judiciales consideran que allanar a Palmero es prácticamente allanar a Alberto II, aunque este ya haya dado indicios de querer alejar su imagen de la del contador. Días antes del allanamiento, ya Palmero había sido relegado de sus funciones en el seno de la familia real, poniendo fin a 22 años de servicio.
Por ahora, el escándalo no ataca directamente a Alberto. Sin embargo, al rozar tan de cerca su círculo íntimo, la investigación podría encontrar elementos que lo comprometan.
¿Puede el príncipe ir a juicio en un territorio donde él mismo es la máxima autoridad? La respuesta es sí. Mónaco se ha adherido en principio a todas las normas europeas. Tras el reinado de Rainiero, quien eligió dejar de concentrar todos los poderes en la figura del príncipe, existe hoy una separación de poderes a la imagen de Montesquieu: gobierno ejecutivo, parlamento y sistema judicial.
«¿Quién está en primera línea, retratado en los periódicos? Yo. Pero no estoy directa ni indirectamente involucrado en este caso. La justicia está en marcha y hay que dejar que haga su trabajo», se defiende el príncipe Alberto, aparentemente tranquilo, mientras su entorno se derrumba a sus espaldas.
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