Moscú
Putin y Asad refuerzan su alianza en Oriente Medio
El mantra que el Kremlin repite desde el inicio de la intervención en Siria, de que el objetivo es combatir el terrorismo y no apoyar a Asad, vuelve a quedar en entredicho. Primero fueron las posiciones que bombardea la aviación rusa, de las que sólo una pequeña parte pertenece al Estado Islámico. Después un detalle como el «merchandising», que las camisetas conmemorativas de la intervención en Siria que vende la tienda oficial del Ejército lleven el lema «apoya a Asad». Y por si quedaban dudas, Putin abrió la noche del martes al miércoles las puertas del Kremlin al presidente sirio. Una visita con honores de Estado que es una forma de legitimar un régimen, el de Damasco, señalado por la mayoría de la comunidad internacional por los métodos de su Ejército, principalmente esas bombas de barril sobre áreas urbanas que han causado buena parte de las 250.000 bajas que deja ya el conflicto.
La visita de Asad a Moscú constituye su primer viaje al exterior desde el comienzo de la guerra, hace cuatro años y medio. Los dos líderes mantuvieron una reunión «bastante larga», según informó el Kremlin, y después compartieron mesa y mantel. Por motivos de seguridad fue un viaje relámpago y se informó a la Prensa a posteriori. El presidente sirio expresó «enorme gratitud al pueblo ruso por posicionarse a favor de la unidad e independencia de Siria». De no ser por las acciones de Rusia, continúa, el terrorismo se habría propagado por la región, apoderándose de un territorio aún mayor. Asad aseguró que «el terrorismo es el obstáculo que impide una salida política» al conflicto. Por su parte, Putin elogió a Asad por «luchar contra el terrorismo sobre el terreno casi en solitario desde hace años» y habló, sin entrar en muchos detalles, de impulsar un proceso político: «Estamos listos para una contribución no sólo militar en la lucha contra el terrorismo, sino también en el proceso político». Una paz duradera, afirma el líder ruso, se logrará sólo sobre la base de un proceso político con la participación de todas las fuerzas políticas y grupos étnicos y religiosos.
El espaldarazo que para Asad supone ser recibido en Moscú deja entrever que Rusia cuenta con él para el futuro de Siria, en contraste con la posición de los países del Golfo y la OTAN, cuya única disyuntiva en este punto es si contar o no con él como mal menor durante una transición en Siria. Reuters informa, citando a dos altos funcionarios turcos, que Ankara habría matizado su postura y aceptaría la continuidad durante medio año de Asad como «presidente simbólico de una Administración de transición», siempre que haya garantía de su posterior salida.
En su reunión con Asad, Putin destacó los avances militares sobre el terreno, en referencia a la ofensiva terrestre del Ejército sirio, apoyado desde el aire por cazas rusos. El Estado Mayor ruso ofrece regularmente partes de guerra, en los que da cuenta de sus bombardeos sobre «posiciones terroristas», que niegan categóricamente cualquier baja de civil o daño colateral. «Los aviones rusos han realizado en las últimas 24 horas 46 misiones, atacando 83 objetivos de infraestructura de la organización terrorista EI, la mayoría en cinco provincias del país, Idlib, Alepo, Dayr az-Zawr, Damasco y Hama», informó el portavoz Igor Konashenkov. La revista «Novaya Gazeta» informa, citando fuentes militares rusas, que la ofensiva sobre Alepo tiene por objetivo controlar el aeropuerto de la ciudad, para desde allí lanzar ataques aéreos contra Raqa, capital «de facto» del Estado Islámico, a poco más de cien kilómetros.
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