Entrevista
Biram Dah Abeid: “En los países del Sahel existen auténticas fábricas de producción de terroristas”
El líder mauritano denuncia la existencia de esclavitud en su país, pese a que fue oficialmente abolida en 1981
Dicen de él que es el nuevo Mandela. A sus espaldas, cuatro pasos por prisión y buenas dosis de coraje que lo ha llevado a continuar con su lucha contra la esclavitud en el siglo XXI. Biram Dah Abeid es uno de los grandes héroes y luchadores de los derechos humanos de nuestra época. Su incansable combate por la abolición definitiva de la esclavitud en Mauritania y en el mundo le ha valido numerosos premios y galardones, entre los cuales destacan el Premio Internacional de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) en 2013.
Mauritania fue el último país de África en abolir la esclavitud (1981). Sin embargo, a pesar de estas leyes, el trabajo forzado persiste en la nación africana como una práctica de facto. Es difícil establecer cifras consistentes sobre el número de personas que están esclavizadas hoy en día en Mauritania, sin embargo, se estima que son alrededor del 20% de la población negra, 80% de los cuales son mujeres y niños. La sistemática denuncia de Biram sobre las condiciones de esclavitud y apartheid a la que es sometida la mayoría negra por parte de la minoría árabe del país, le valió la persecución del régimen del ex general golpista Mohamed Ould Abdel Aziz.
LA RAZÓN conversa con Biram Dah Abeid en París momentos antes de presentar su nuevo libro, “Biram et le pacte de la renaissance” escrito por la periodista ecuatoriana Tania Tinoco. El terrorismo en el Sahel, los pactos para controlar la emigración hacia Europa o sus ambiciones políticas, son asuntos que forman intersecciones en esta charla.
-¿Qué siente cuando le llaman el “nuevo Mandela”?
-Mucho honor, la verdad por lo que supone el prestigio del nombre de Mandela. Pero siento que mi trayectoria honra sobre todo a mi padre, porque él hizo todo para configurar mi destino desde el colegio, a predestinarme a una misión titánica casi imposible contra la esclavitud. Porque en su época la esclavitud era algo muy banal, normalizado completamente, incluso algo justo o sagrado desde el punto de vista del clero musulmán local, algo tan extendido que ha sido como la batalla de David contra Goliath.
-¿Y cómo es ahora mismo esa situación de esclavitud en Mauritania, a qué sectores afecta?
-En comparación a la época de mi padre claro que ha habido un gran cambio y la primera razón es que ahora sí que hay militantes que pelean contra la esclavitud y que han sufrido torturas y privaciones de libertad. Hay diputados que luchan, activistas de derechos humanos… y se han hecho muchos sacrificios. Pero hay que distinguir dos niveles. Hay un sentimiento de culpabilidad de las élites por la esclavitud de fachada hacia el mundo exterior pero la ideología de la esclavitud está todavía hoy muy anclada en la sociedad mauritana. Hay un 20% de la población que siguen siendo esclavos, que trabajan sin descanso y sin derechos, casi en sistema de propiedad y sin papeles que acrediten ningún estado civil y les otorgue derechos. Una impunidad total pese a las leyes aprobadas, leyes que van destinadas no a solucionar el problema en sí sino al consumo internacional.
-¿Y esos apátridas sin papeles no pueden ni recibir asistencia hospitalaria si caen enfermos, no tienen ni los derechos básicos?
-A causa de una gobernanza racista inaugurada en 1978 que ha sido renovada varias veces, siempre ha existido esa tentativa de reproducir una mayoría artificial por parte de la comunidad dominante, la árabe bereber y la comunidad negra mayoritaria ha sido ninguneada. El expresidente Mohamed Uld Abdelaziz, que dirigió Mauritania una década entre 2009 y 2019, creó un censo biométrico que impidió a buena parte de la comunidad negra registrarse y obtener la nacionalidad.
-Usted ha pasado cuatro veces por prisión, ha sido preso político, ¿de dónde ha sacado el valor y coraje para continuar su lucha?
-Sobre todo los valores y principios que mis padres me han enseñado. Mi padre me inculcó la idea de defender la justicia aunque hubiese que pagar un precio por ello.
-El terrorismo en el Sahel preocupa a la comunidad internacional con el yihadismo avanzando en una enorme extensión rural mientras las fuerzas de seguridad de los estados se repliegan en centros urbanos. ¿Qué diagnóstico hace de esta situación?
-El terrorismo en Sahel debe entenderse a través de tres parámetros importantes. Primero el de los estados llamados a luchar en primera línea contra dicho terrorismo. Son estados dictatoriales, dirigidos por élites corruptas y que no escuchan al pueblo, lo excluyen. No hay una verdadera expresión democrática y la voz del pueblo, eminentemente de gente joven, no se oye. Segundo es la imagen de los estados llamados a moralizar y financiar esta lucha, los estados occidentales. Hay una parte de la población africana que duda de la moral de los occidentales y piensa que se trata de estados terroristas de alguna forma. Estados que han mantenido una relación colonial, que cuando han querido han apoyado a los dictadores que les convenían y que han menospreciado a los africanos. Y el tercer handicap es que existen auténticas fábricas de producción de terroristas en varios países del Sahel. Por ejemplo la forma de enseñanza islámica en nuestros países se ha transformado después de que los países del golfo wahabitas trajesen su dinero y nos conquistaran con su petróleo. Un islam tranquilo y pacífico que había aquí en origen fue suplantado por un mucho más oscuro y belicista, el wahabita y su influencia en las instituciones como la enseñanza.
-¿Y la pandemia de la covid ha agravado esta situación?
-Por supuesto que ha multiplicado las dificultades de la población, especialmente la de recursos escasos porque ha bloqueado a mucha gente, muchos comercios y sociedades. Pero creo que África debe despertarse y Europa y EEUU deben corregir sus relaciones con África y lo deben hacer corrigiendo sus relaciones con esas élites corruptas que dirigen nuestro países.
-Mauritania es una pieza clave en el tablero migratorio europeo actual. La colaboración de Madrid con Nuakchot es excelente, según fuentes diplomáticas. Sin embargo, desde finales de 2019 las islas Canarias reciben miles de migrantes y Mauritania es uno de los principales puntos de salida. ¿Qué está ocurriendo?
-Las relaciones entre los dos países funcionan pero con los migrantes no.
-¿Por qué? Mauritania recibe una partida anual española de 10 millones de euros para frenar la inmigración irregular…
-Porque no hay un impulso político ni española ni europea que dé esperanza a los jóvenes africanos. Toda respuesta es policial o represiva pero no esperanzadora. Y claro esta lógica no va a erradicar la migración. Hay que cambiar el foco de esta lógica y Mauritania por su posición geográfica es clave en todo esto.
-Y en medio de esta situación, ¿hay grupos terroristas que operan en Mauritania que se beneficien de las rutas de la inmigración ilegal?
-Hay grupos que trafican con humanos, sí. También los hay en Europa, pero sobre todo en el norte de África. La inmigración para ellos es una oportunidad de negocio para enriquecerse e ir agrandando su influencia en redes de tráfico de seres humanos. El crimen organizado para seguir lucrándose es capaz de trabajar con las organizaciones terroristas para agrandar sus redes.
-Volvamos a su historia personal, de todo el tiempo que pasó encarcelado, ¿cuál es su recuerdo más duro?
-Lo más duro fue perder a un hermano y una hermana mientras yo estaba en prisión. No pude verlos. No pude despedirme ni rezar media hora en su sepultura. Y de otro lado, dos de mis hijos también nacieron mientras yo estaba encarcelado. El otro recuerdo doloroso es estar encarcelado sólo, aislado, y viendo en televisión todos los insultos que desde el poder se decían contra mí, pensar en cómo mis hijos podrían estar viendo eso.
-¿Su objetivo último es llegar a la presidencia?
-La finalidad para mí no es llegar a la presidencia sino democratizar la sociedad mauritana. Otorgar la ciudadanía a esos mauritanos que han sido excluidos porque son negros o subsaharianos y son perfectamente autóctonos, pero se les excluye. Pero creo que para llegar a ese cambio no queda otra que llegar al poder, y por eso quiero la presidencia. Continuaré haciéndolo con entusiasmo, esperanza y determinación.
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