Los Ángeles
Hollywood se calza a la española
Está claro que cuando de moda se trata, todo es posible. Incluso lo imposible (léase los looks de la bizarra style más adorada del planeta: Lady Gaga).
Pero aún cuesta creer que una de las formas de calzarse más antiguas y con mayor tradición en España (su origen se remonta al siglo XIV) se haya convertido en fuente de inspiración de firmas de lujo y, por extensión, de marcas de moda de todo tipo y precio. Hablamos, por supuesto, de las alpargatas o esparteñas, ancestral calzado tradicional de zonas como el País Vasco, Cataluña, Baleares y Murcia y cuyo rasgo principal, la suela de esparto, yute o cáñamo, podemos encontrar hoy en diseños de firmas ultra lujosas como Balenciaga, Prada, Christian Louboutin o Stuart Weitzman, zapatero célebre en Hollywood que fabrica todos sus diseños, y también sus alpargatas Alexa, con tiras trenzadas (las favoritas de Jennifer Aniston) en Alicante. Como calzado 100% español, cuenta entre sus incondicionales con Penélope Cruz, que las exhibe orgullosa en EE UU desde que llegó a Hollywood cuando nadie apreciaba sus bondades, o las mujeres de la Familia Real. Las que la Reina luce durante todo el verano, al igual que las de la Infanta Elena, corresponden, casi siempre,a artesanos locales o a la conocida firma catalana Castañer, fundada en 1774. También Doña Letizia las lleva durante su estancia estival en Palma, aunque ella prefiere siempre los diseños más clásicos con cintas atadas al tobillo. En cualquier caso, ninguno de estos modelos supera los 150 euros.
Y si como decíamos, el origen de este calzado es totalmente humilde por ser el único que se podían permitir los más pobres dado el bajísimo coste de sus materiales, en la actualidad hay modelos que quedan fuera del alcance del común de los mortales. Paradojas de la vida. De la vida fashion, claro. Y aunque las suelas de esparto empleadas hoy en la industria de la moda ya no son de fabricación artesanal ni mucho menos (lo que, según la lógica, podría encarecer su coste considerablemente), su aún «exótico» y rústico carácter se cotiza a precio de lujo en las pasarelas de Milán o París y, por supuesto, en las calles de Los Ángeles, Miami o Nueva York. Tanto, por ejemplo, como los 495 euros del modelo Caravella firmado por Balenciaga y que luce estos días Katie Holmes para embarcar en un yate en Miami. Si el año pasado por estas mismas fechas, la mamá de Suri se paseaba por los embarcaderos de la Costa Azul con unos taconazos imposibles de Christian Louboutin generando pánico a quienes veían tan inquietante escena (parecía que se iba a dar de bruces en el suelo de teca en cualquier momento), este verano hace lo propio, sembrando el mismo pánico, con una altísimas alpargatas. No menos barato es el increíble modelo Almería de Christian Louboutin que, además de mantener la célebre suela roja sello de la casa, cuestan también la friolera de 500 euros. Por cierto,que es un fetiche para una de las actrices más sexys de Hollywood: Megan Fox.
Y, sólo por nombrar a alguna otra enamorada de las alpargatas de adorado zapatero francés, en versión 2.0, eso sí, no podemos olvidar a la estrella del burlesque Dita Von Teese, que no se bajó de su modelo con cintas al tobillo durante la pasada edición del festival de música de Coachella, punto de encuentro obligatorio para las celebrities y pasarela indie de estilismos estudiados y elaborados a conciencia. Aunque, sin duda, la gran sorpresa estival la han dado dos de las firmas que marcas tendencia, sí o sí, cada temporada. Una de ellas Prada, que ha recurrido a capas de esparto para crear las increíbles plataformas de sus sandalias «it» de este verano (forradas en lona a rayas en colores flúor y que lleva, con embarazo y todo, Jessica Alba) o D&G, que «corona» por los pies a sus modelos con esparteñas de cuña de aire bucólico, happy y con el inevitable toque sexy del dúo de diseñadores italianos. Eso, por no hablar de la pasión que, como buenas inglesas, sienten por las alpargatas Kate y Pippa Middleton, en parte «culpables» de que este tipo de calzado haya generado tanta expectación. Incluso para ir a la oficina, como hace sin pudor la hermana de la duquesa de Cambridge. Es una moda «real».
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