Jose Manuel García-Margallo
El debut de Doña Letizia en una entronización
De negro, con peineta y mantilla. Así acudirá a la Pontificación de Francisco en representación de España
El próximo martes, 19 de marzo, a las 9:30 h., la plaza de San Pedro acogerá la misa de inauguración del Pontificado, en la que estarán presentes jefes de Estado y de gobierno y otros representantes de países de todo el mundo. La delegación española será presidida por los Príncipes de Asturias en representación de los Reyes debido a la convalecencia de Don Juan Carlos, y acudirán también el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo; Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón e, Interior, Jorge Fernández.
Juan Pablo II recibió en audiencia privada a Don Felipe y Doña Letizia en junio de 2004, un mes después de su enlace matrimonial, y el heredero y su esposa han conversado personalmente con Benedicto XVI, tanto en el Vaticano como durante sus tres visitas a nuestro país. En 2006, los Príncipes estuvieron presentes, junto al resto de la Familia Real, en el Encuentro Mundial de las Familias, en Valencia. En 2010, le recibieron en Santiago de Compostela durante su visita con motivo del Año Santo, y en 2011 le acompañaron en la Vigilia que tuvo lugar en el Aeródromo de Cuatro Vientos con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Ahora será la primera vez que los Príncipes estarán presentes en la Santa Sede con ocasión de una ceremonia de estas características.
Ellos, de frac; ellas de largo
La entronización del Papa, como coronación propiamente dicha, fue suprimida por Juan Pablo I en 1978, que la sustituyó por una Eucaristía con la que, él mismo y quienes le han sucedido en la sede de San Pedro, quisieron comenzar con sencillez su etapa al frente de la Iglesia. No obstante, la etiqueta pontificia reserva para ese día interesantes detalles que hacen que todo lo que rodea ese histórico momento posea una gran carga simbólica. Antes de la salida de la procesión que concluirá con obispos, cardenales y el Sumo Pontífice, los últimos invitados laicos en ocupar su sitio serán las delegaciones internacionales. En primera fila, claramente destacados, tomarán asiento los monarcas, con preferencia de las monarquías católicas. Inmediatamente detrás, por orden alfabético en francés del nombre oficial de cada una de las naciones, los restantes representantes. El protocolo hace posible que enemigos políticos irreconciliables se ubiquen a pocos metros: la ficción de un croquis sobre papel hizo realidad, por ejemplo, que ante la fachada del templo católico más famoso del mundo se sentasen, en abril de 2005, ante los restos mortales de Juan Pablo II, los entonces presidentes de Estados Unidos y la República Islámica de Irán, George Bush y Mohamed Jatamí.
La etiqueta en el atuendo ha venido siendo rigurosa. A los caballeros se les exige frac, si bien en los últimos años no son pocos de los mandatarios han acudido a beatificaciones y canonizaciones en la plaza de San Pedro con traje oscuro, que contrastaba con el esfuerzo de muchas damas al llevar vestido largo negro con mantilla.La Princesa de Asturias bajaría la escalinata del Palacio de España, sede de nuestra Embajada cerca de la Santa Sede, con vestido negro, que acompañaría con las españolísimas peineta y mantilla. Ya ha usado este tipo de prenda varias veces para amadrinar y entregar banderas a unidades militares. De manga larga, podrá lucir la banda y venera de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, que le concedió el Rey con motivo de su matrimonio en mayo de 2004.
El negro y el oro, una mala combinación
En principio, el uso del negro no es aconsejable combinarlo con joyas de oro. Algunos expertos en protocolo lo prohíben taxativamente. Es unánime aconsejar perlas. Con maestría las ha administrado en otras ocasiones la Reina, que en sus visitas a la Santa Sede ha llevado siempre alguna pieza de gran significado histórico en las últimas generaciones de la Familia Real española, como el famoso collar de la reina María de las Mercedes, que lució en 2005.
Tras la ceremonia, quienes encabezan las distintas delegaciones podrán entrar en la basílica de San Pedro para saludar al nuevo Pontífice, por lo que los Príncipes mantendrán así su primer, aunque breve, encuentro con el Papa Francisco. En todo caso, la intensa mañana contendrá todo tipo de saludos y conversaciones de primer nivel con mandatarios extranjeros, a la que habrá precedido la cena que, al anochecer del lunes 18, Don Felipe y Doña Letizia habrán ofrecido en la sede de la Embajada de España en la Santa Sede a los diez cardenales españoles presentes en Roma con motivo de la elección del Pontífice. A la velada, que comenzará a las 20.30h con un cóctel en los salones del histórico edificio y a la que asistirán también el presidente del Gobierno y los tres ministros que se desplazarán a Roma para los actos, los Príncipes podrán intercambiar impresiones tanto con los cinco cardenales de nuestro país que han participado en el cónclave (Carlos Amigo, Santos Abril, Antonio Rouco, Lluís Martínez Sistach y Antonio Cañizares) como con los que no lo han hecho (Francisco Álvarez, José Manuel Estepa, Ricard María Carles, Eduardo Martínez Somalo y Julián Herranz).
Privilegio femenino
Son seis las soberanas consortes que podrían utilizar el histórico privilegio del uso de color blanco en su atuendo ante el Papa Francisco, que se otorga tan sólo a las titulares y consortes católicas. Su origen parece residir en el Pontificado de Pío VII, a principios del siglo XIX. En la actualidad, lo poseen la Reina Sofía, Paola de Bélgica, la reina viuda Fabiola de Bélgica, la gran duquesa de Luxemburgo María Teresa y las princesas María de Liechtenstein y Charlène de Mónaco, consortes de los monarcas de ambos principados. Las soberanas siempre hacen excepción del uso del privilegio en la ceremonia de exequias del Romano Pontífice. María Aglae Kinsky, soberana consorte de Liechtenstein desde 1989, como esposa de Hans Adam II, no ha hecho uso nunca del mismo.
Máxima expectación
Los príncipes de Orange representarán a los Países Bajos, el próximo martes, en la Santa Sede. A pocos días de la proclamación de Guillermo como soberano, la asistencia de Máxima Zorreguieta adquiere especial relevancia. Toda Argentina estará pendiente del saludo entre dos compatriotas, el hasta hace menos de una semana arzobispo de Buenos Aires y la popular princesa consorte. De haberse celebrado la misa con posterioridad al 30 de abril, Máxima podría haber acudido de blanco, ya como reina, al Vaticano. Porque, a día de hoy, no consta en documento oficial ni se ha hecho público que la consorte del próximo monarca holandés haya abandonado la fe católica. Aunque muy posiblemente no utilice el histórico privilegio protocolario.
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