Opinión

El diario de Amilibia: ¡Es la estética, estúpidos!

"No veo yo en todo esto de Errejón y Monedero un progreso serio en la evolución erótico-festiva del país"

Sumar exige a Feijóo un cordón sanitario a Vox tras los comicios alemanes y Podemos dice que son un aviso a Sánchez
Yolanda Díaz Europa Press

Escribe Emilia Landaluce en «El Mundo»: «Podemos y Sumar son organizaciones horizontales porque esa es la posición natural en la que las mujeres logran algún puesto relevante». Dice que eso y más se cuenta en las redes («Podemos es Follemos»), ahora encendidas por la coincidencia de los casos Errejón y Monedero, historias de magreos, sobos o manoseos que divierten mucho al personal sin caer en la cuenta que esas manipulaciones están en la sustancia de la política diaria, porque ¿qué otra cosa hacen con nosotros (de momento solo mentalmente) los sátiros mandamases? Y además con nuestro consentimiento: los hemos votado. Ahí tenemos, por ejemplo, a Marisú palpándonos todo el día la cartera, a Mónica García masajeando sin final feliz a la Sanidad, a la Yoli toqueteando a los empresarios desde la pasarela laboral, a Pilar Alegría restregándonos su nariz de Pinocho desde la tele… No veo yo en todo esto de Errejón y Monedero un progreso serio en la evolución erótico-festiva del país, no está en la línea liberalizadora de aquello que contaba la gloriosa Úrsula Corberó: «En “Física o Química” todos follábamos con todos». Esto de Errejón y Monedero está en la línea del sexo cutre de Pablo Iglesias cuando decía a sus alumnas que las esperaba en el retrete del bar. No es ni por asomo una orgía decente, es sexo de segunda mano de empotradores babosos que nos retrotrae al sexo reprimido del franquismo, cuando los gais iban a los urinarios públicos a ligar o era habitual el frotista o froteurista que aprovechaba las aglomeraciones para arrimar material, que ni la Semana Santa respetaba. Creo que estas historias calentorras no están a la altura del Apolo de la Moncloa, que debería cuidar un poco más la estética sexual de sus socios, porque así, de verdad, no vamos a ninguna parte.