Coronación
Los príncipes Enrique y Andrés, fuera de la foto de familia
El duque de Sussex se marchó a EE UU antes de que terminasen los actos oficiales
Dicen que quien se mueve no sale en la foto. Y, desde luego, los príncipes Enrique y Andrés se han movido, y bastante, en los últimos años. Ese movimiento ha supuesto, mucho antes de la coronación, un gradual apartamiento de las funciones propias de príncipes reales como ellos, en una monarquía –como la británica– en la que los miembros de la familia real ejercen evidentes y exigentes funciones de representación que imponen cierta ejemplaridad. Y también ha supuesto no aparecer en una fotografía histórica en el balcón del Palacio de Buckingham, en la que los reyes Carlos III y Camila aparecían rodeados de su numerosa familia. La monarquía ha perdido adeptos, exhibir a dos personas tan controvertidas podía causar daños.
El príncipe Andrés, que recibió en 1986 los títulos de Duque de York, Conde de Inverness –en Escocia– y Barón de Killyleagh –en Irlanda del Norte–, con tratamiento de Alteza Real, no usa más de modo público –desde el 13 de enero de 2022– ese tratamiento, que sigue teniendo como príncipe real. La truculenta historia relacionada con Jeffrey Epstein, así como sus problemas financieros no ayudaron a mantener su imagen. Su sobrino el príncipe Enrique renunció el 1 de abril de 2020 al tratamiento de Alteza Real y al sustento económico de la corona y desde el 19 de febrero de 2021 no ejerce sus antiguas funciones de representación. Ayer se marchó antes de que terminase la ceremonia y no llegó a palacio.
Sus descarnadas declaraciones en televisión y la publicación de un libro bomba terminaron de deteriorar su imagen. Tanto a Andrés como a Enrique se les vio sin uniforme en las exequias de su madre y abuela la reina Isabel II, llevando Andrés la placa de la Orden de la Jarretera y Enrique la de comendador de la Real Orden Victoriana, sobre un discreto chaqué, con chaleco negro, como marca la etiqueta funeraria. En la coronación de Carlos III y de la reina Camila, Andrés acudió con manto de la Orden de la Jarretera y Harry con su chaqué y sin la compañía de su esposa Meghan, que permaneció en Estados Unidos. Se sentaron con su familia, pero después desaparecieron.
Está claro que, aunque Carlos III es padre y ha demostrado querer mucho a sus dos hijos, e incluso tuvo palabras de cariño para Harry cuando se dirigió a la nación a la muerte de Isabel II, también es consciente de que tiene un deber que se evidencia como sagrado, especialmente tras las ceremonias litúrgicas de juramento, unción, coronación y entronización. Y ese deber cuasisacerdotal no es otro que preservar la corona en sus sienes, no solo para transmitirla a su primogénito Guillermo, príncipe de Gales, sino porque está realmente convencido de que la monarquía es el régimen que mejor encarna la esencia británica y es más útil para la nación.
En la foto del balcón, Carlos III y Camila han estado rodeados de las personas con las que pueden y deben contar. Algunas de ellas, por su edad y servicios, como la princesa real Ana y su marido el vicealmirante Sir Timothy Laurence, los duques de Edimburgo, Gloucester o Kent, han demostrado ya una callada y constante labor «de equipo» que –estoy convencido– ayudará a perpetuar la monarquía contra viento y marea para el mejor futuro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de sus catorce «Commonwealth realms». God save the King!
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