Casa Real
Rebelde Victoria Federica: no se habla con Doña Elena y esconde a su nuevo amor
Fue siempre la niña de mamá, tímida, atenta y educada, pero su excesiva proyección pública hace que la Infanta Elena esté a disgusto con su hija. Hay un parón en la relación. La hermana de Felipe VI aboga por la senda discreta, pero la joven desoye sus consejos
La Infanta Elena era feliz cuando su hija era una niña tímida y un poco retraída, siempre detrás del travieso Felipe Froilán. El cese de la convivencia con el padre de las criaturas trajo una relativa tranquilidad, la adolescencia y la post-adolescencia de sus retoños han hecho que toda esa tranquilidad se esfumara completamente, sobre todo conVictoria Federica. La relación entre madre e hija ha sufrido un parón, en estos momentos diríase que no hay bandera de la paz.
Si hace un tiempo Victoria tenía sus menos con su progenitor, ahora son uña y carne, y él, encantado en su papel de Pigmalión. El ex Duque de Lugo, extravagante para algunos, elegante para otros, fue el artífice de los estupendos modelazos que lucía la Infanta en su matrimonio, cuando los Lacroix, de La Renta y Valentino compartían vestidor y deslumbraba en cada una de sus apariciones públicas. Ahora, es el que ayuda a Victoria a organizar el suyo, y aunque está encantado con su nuevo papel, creemos que todavía no consigue que siga sus instrucciones al pie de la letra, porque, aunque es joven ha tenido ya algún que otro patinazo.
Si en su primera aparición como madrina de la Exhibición de enganches de la feria de Sevilla allá por 2019 deslumbró con un vestido a medida, peineta, mantilla, mantón y unos Manolos inspirados en los madroños; el vestido transparente con el que se apreciaba su ropa interior y las sneakers blancas en el evento off-white ibicenco de este verano no pasará a los anales de la historia como uno de los más elegantes. Eso sí, el padre y la hija han encontrado su punto en común y eso es lo que cuenta, porque han pasado de no dirigirse la palabra a tener una complicidad impresionante.
Mamá , quiero ser influencer
¿Se acuerdan de Conchita Velasco cantando el «mamá, quiero ser artista»? Pues eso es lo que le ha dicho Vic a su mamá y Doña Elena no está por la labor de ser comprensiva, porque tan escamada se quedó del «elegante» Marichalar, que todo lo que huela a moda y a «front row» le produce realmente urticaria.
Victoria está todavía en una etapa un poco rebelde, y a su madre no le gusta nada esta sobreexposición, este rollo «influencer», ni el que destaque tanto ahora que todos los antiguos miembros de la Familia Real española tienen un perfil público tan bajo. Si es que lo único que le falta a Vic es emular a su prima María Zurita y acabar pasando las horas entre fogones entrando en el programa de cocina líder de audiencia.
Vic lo único que tiene ahora en común con su mamá es el amor por los toros. Tanto es así que se ha dicho que sale con Roca Rey, el torero hispano-peruano de 26 años, que se ha convertido en una de las figuras clave de la fiesta. Pero no es verdad. Fue a Perú a verle torear, pero en plan «groupie». Que le gustan los toros sí, y los toreros también, en eso es muy Borbón y recordemos que ya tuvo un breve romance pre-pandemia con Gonzalo Caballero, íntimo de su hermano Felipe. Ahora no se decanta por la tauromaquia, sino por los niños bien, porque Victoria tiene novio, un niño de buena familia madrileño de los que gustan a las madres, niño bien y muy mono, y aunque lo tienen muy escondido, es cuestión de poco tiempo que se descubra su identidad.
Por su carácter Borbón tiene predisposición genética a que le guste la fiesta y el picoteo, y ella se deja querer por unos y otros, porque está en plan ligón. Se gusta y se deja mimar y este verano, en el festival Starlite, tuvo un pequeño revival con su ex, el dj que comparte apellido con el famoso cantante de Taburete pero que ni son familia ni pretenden serlo.
Pero Doña Elena no ha perdido totalmente el control sobre su hija. La Infanta en la sombra se resigna a no ser su confidente, pero se alegra de tener una buena amiga que sí que lo es, Rita Allendesalazar, condesa de Ventosa y viuda desde hace unos meses del teniente coronel de la Guardia Real, José María Álvarez de Toledo Gómez-Trenor. La afición por la hípica unió a Rita y Doña Elena, y también a Victoria, otra enamorada de los caballos. Y en el mundo equino la disciplina es la máxima, por eso Rita tiene que encauzarla para que no sea flor de un día y encamine su carrera como «socialité» de la mejor manera posible. Mientras tanto, la relación madre e hija sufre un parón «sine die».
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