Libro

Kitín Muñoz: «La ‘‘mili’’ es el mejor regalo que se le puede hacer a un hombre»

El marido de Kalina de Bulgaria publica «Boinas verdes españoles», en el que trata con miembros de este cuerpo que han estado en conflictos internacionales

kitín Muñoz, de Boina Verde
kitín Muñoz, de Boina VerdeLa RazónLa Razón

El nombre de Kitín Muñoz va a unido a la aventura. Nació en Sidi Ifni, donde su padre Luis Muñoz Cebrián estaba destinado como capitán del Ejército español. Allí vivió su niñez y su adolescencia. A los veinte años se enroló en los Boinas Verdes y ahora ha publicado, con Terencio Perez, el libro «Boinas Verdes españoles» (editorial Galland Books). En la presentación, que tuvo lugar en el CESEDEN, estuvo acompañado por su mujer la princesa Kalina de Bulgaria, su hijo Simeón, el Jefe de Estado Mayor de Defensa, el almirante Teodoro López Calderón y otros altos mandos de los tres ejércitos. LA RAZÓN ha hablado con el aventurero, quien califica a los Boinas Verdes de «héroes».

Kitín Muñoz, marido de Kalina de Bulgaria
Kitín Muñoz, marido de Kalina de BulgariaLa RazonLa Razón

¿Qué ha significado este libro para usted?

El libro está compuesto por treinta relatos narrados por hombres y mujeres miembros de los Boinas Verdes. Era la manera de que se hicieran públicas las misiones que cumplen estos héroes. Un tributo.

¿Es partidario de que se recupere el servicio militar?

Mi instrucción como Boina Verde fue el mejor regalo que un hombre puede tener a los veinte años. Sería muy bueno para la población porque te enseñan disciplina, autocontrol, ética y respeto.

¿Si no hubiera entrado en el Ejército quizá no habría sido aventurero?

Lo que sí es cierto es que la formación que tuve me sirvió para superar en mi día a día situaciones muy difíciles que me podían haber costado la vida.

Su padre fue militar y usted nació en Sidi Ifni, una colonia española en Marruecos.

Estuvo 23 años y fue uno de los oficiales más condecorados. Nuestra casa estaba pegada al cuartel y yo veía a mi padre llegar en camello con las tropas nómadas. Años después, cuando ya vivía en Marruecos, me encontraba con gente en la calle y me decían «tú eres el hijo del capitán Muñoz, buena gente».

Acabó viviendo en Rabat.

Quería hacer una expedición saliendo de lo que fue Sidi Ifni. El rey de Marruecos se enteró y me mandó llamar. Tengo recuerdos muy bonitos de aquellos años de infancia porque nuestra vida era muy local. Recuerdo que los pinchos morunos me parecían gigantes cuando íbamos a la Corrida de la Pólvora.

Recuperó también la ruta de las caravanas, el mousem de TanTan.

Mi madre me contaba que la primera vez que mi padre fue a una reunión de tribus le dijo: Isa toma la pistola porque no sé qué va a pasar. Los que hacían la invitación eran los polisarios. Cuando lo organicé y montamos el campamento en pleno desierto me encontré que algunos de esos jefes, no polisarios, conocían a mi padre y me contaron muchas historias.

Ha vivido más de veinte años en Marruecos y ahora en Bulgaria.

Nos instalamos porque Kalina es de Bulgaria. Es su vocación. Estamos haciendo una serie sobre los patrimonios del país y ella pone la voz en búlgaro.

¿Sigue con su espíritu aventurero o lo ha dejado?

En la Isla de Pascua hay un dicho que dice «el que nace caballo muere saltando». Mi sueño es construir una gran balsa y cruzar el Pacífico, de Perú a la isla de Papúa Nueva Guinea como familia Robinson, con Kalina y nuestro hijo. Kalina también es una mujer aventurera. Sorprendería lo aventurera que es. Es más dura que muchos tripulantes que he tenido. Todo le gusta, duerme y come donde sea.Hay una cosa que he aprendido con las tribus polinesias que es lo que significa la educación de la felicidad. Queremos que Simeón sea feliz y que elija lo que quiera ser. Nosotros le enseñaremos los valores en los que creemos y que él decida.

Ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones.

Hay una frase muy guerrillera que dice «donde va el cuerpo va la muerte». Costeau marcaba la diferencia, aceptó los riesgos calculados y rechazó los riesgos imprudentes.

Es embajador de Buena Voluntad de la UNESCO desde hace 25 años.

No hay exigencias sino compromiso. En mi caso: defender las culturas originales, los patrimonios inmateriales.

El Rey Felipe VI estuvo en la Isla de Pascua con usted. ¿Habría sido un buen aventurero?

Sí, y quiso dormir en el campamento como los expedicionarios. Tiene formación militar y un nivel de exigencia muy alto. En potencia sería un buen explorador, pero ahora tiene su aventura personal que es ser Rey de España.

¿Qué pina de Don Juan Carlos?

No se está reconociendo el gran papel que jugó en la Transición y eso es una alta traición hacia su figura. Ha hecho muchas cosas excelentes como educar al Príncipe de Asturias para que fuera el gran Rey que es.