Me gustaría comenzar destacando que Alfredo Pérez Rubalcaba ha sido un político que ha servido con mayúsculas a toda la sociedad desde su firme ideología socialista. Sin duda, un hombre de Estado. Y la prueba de ello está en los numerosos cargos de responsabilidad que ha ocupado en los gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Su amplia trayectoria demuestra su gran valía como político. Era una persona muy preparada y de trato fácil para quienes pensábamos de otra manera, pero compartíamos la vocación de servicio público. Tenía la gran virtud de atender al interés general por encima del interés de su partido. Esta actitud quedó de manifiesto en la colaboración que prestó como secretario general del PSOE en la abdicación del Rey Juan Carlos I en Felipe VI. Fue un gran ministro del Interior con el que compartí, además de la cartera, tiempo y muchas llamadas en las que intercambiábamos opiniones. Él vivió la crisis de los cayucos, por lo que hemos tratado temas de inmigración y también de terrorismo. He tenido la oportunidad de ver su facilidad a la hora de colaborar con las responsabilidades que ha detentado. Por ello, en estos momentos quiero tener un recuerdo para su mujer y para toda la familia socialista.