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Opinión
Mazón, la patata caliente
Cada día de batalla en las calles es un día de desgaste para el PP

Cuando mi equipo de Fin de Semana de Cope se trasladó a Valencia con motivo de la DANA, me encontré a Carlos Mazón justo después de que una multitud en Paiporta abuchease a la comitiva oficial que también integraban los Reyes y Pedro Sánchez. De hecho, la prevista visita posterior a Chiva quedó suspendida y los periodistas asistimos simplemente a la rueda de prensa del presidente en el centro de mando, donde, muy en su estilo, se limitó a hacer una intervención y se negó a contestar preguntas, concretamente las mías.
Cuando lo entrevisté, Mazón estaba extenuado, manchado de barro y francamente triste por lo ocurrido a Don Felipe y Doña Letizia, a los que había escoltado hasta el final del acto, al contrario que Pedro Sánchez, que tuvo que retirarse ante el vigor de la protesta contra su persona. Los acontecimientos de la DANA lo habían superado por completo y ya entonces se manifestaba preocupado por la reacción social y política. Se preguntaba si se trataba de un fenómeno momentáneo o si la oposición le haría imposible gobernar. Fue entonces cuando tomó la decisión, acertada o no, de seguir adelante y ligar su futuro político a la reconstrucción de la Comunidad Valenciana tras la tarde del 29 de octubre.
Seamos sinceros, la monstruosa riada desbordó todas las previsiones e incluso imaginaciones, y nadie hizo nada, ni en Albacete ni en Cuenca ni en Valencia. Curiosamente, a Emiliano García-Page nadie le reclama las muertes en Castilla-La Mancha. Por otro lado, la reacción del Gobierno central fue inadmisible, al recomendar a los damnificados que «pidiesen ellos lo que pudieran necesitar». A toro pasado, es fácil afirmar que Carlos Mazón tenía que haber dimitido, pero, entretanto, la ministra de Transición Ecológica, responsable directa en su día de la red hidrográfica nacional, está de comisaria en Europa, y Sánchez, que sigue sin poder poner pie en la zona sin que lo abucheen, se permite demonizar al otro. Todos tienen cuentas pendientes. ¿Por qué se pide exclusivamente la dimisión de Mazón? Bien sencillo, la izquierda nunca suelta una vez que ha hecho presa. La gestión del tripartito fue tan desastrosa que, sin la DANA, jamás hubiesen vuelto a aspirar al puesto. La ideologización que se ha inoculado en Valencia con Ximo Puig ha calado muy hondo.
Se ha hecho de la lengua el caballo de batalla y se ha sembrado el germen de un nacionalismo nocivo, al estilo del independentismo catalán y de su mano. La televisión nueva, A Punt, es buena muestra de ello, un desastre de audiencias al servicio de la causa. Con la DANA, de repente, se les abrió el cielo. No ha faltado semana en que no convocasen manifestaciones, algaradas, escraches... ¿Y quién les quita la razón de que la respuesta a las riadas fue un desastre? Ahora Mazón –que me asegura que no va a dimitir– tiene difícil salida. Reitera que Alberto Núñez Feijóo lo apoya y que, si el descontento se ha instalado en ciertos sectores del PP, es porque flaquean ante la presión de la prensa. Yo no creo que las cosas sean tan simples.
Sencillamente, cada día de batalla en las calles y en las Cortes locales es un día de desgaste nacional para los populares. Si un líder socialista hubiese vivido la DANA, la protesta se hubiese extinguido al calor de la reconstrucción, pero en el caso de la derecha, el pecado no se perdona. Y no contribuye a frenar la protesta que las disculpas del presidente valenciano, sobre su ausencia del centro de mando el día del desastre, hayan sido erráticas.
Ahora el presidente Alberto Núñez Feijóo, que es muy conservador en sus ritmos de reacción, se debate entre forzar la dimisión en Valencia y tener que admitir con ello una mala gestión popular, o seguir hacia adelante confiando en que la lenta decadencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, amortice las pérdidas. ¿Hay justicia en forzar la dimisión de Carlos Mazón? La política no es siempre cuestión de justicia y él, sin duda, se ha convertido en la patata caliente.
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