Primarias en el PSOE
Hernando: Sanchista, susanista... ¡Traidor!
El brillante discípulo de Rubalcaba se ha convertido en el chivo expiatorio de un grupo parlamentario cainita: «Ocupará un escaño acorde a su nuevo papel»
Cuentan que Antonio Hernando sufrió como nadie el acoso de algunos militantes del PSOE en su vida diaria. Tras la abstención en la investidura de Rajoy, el portavoz del Grupo Socialista tuvo que tragar con las duras descalificaciones en las redes sociales, pero también de viandantes con los que se cruzaba por la calle. Los más insolentes exclamaron a su paso «¡Traidor!». Naturalmente, Hernando era consciente de que iba a ser crucificado por ser el rostro de la apuesta por el desbloqueo institucional.
A él le correspondió subir a la tribuna para cambiar la defensa del «no es no» por una mirada directa al problema de la inestabilidad. «No hay razones para confiar en usted, señor Rajoy, pero tampoco hay razones para mantener el bloqueo y llevar al país a unas terceras elecciones», dijo entonces el hasta hace unos días jefe parlamentario del PSOE. El aplauso de la Gestora y, por cierto, de la mayoría de su bancada le sirvió de poco en su prueba. Se achicharró. Y de qué manera. Hernando se supo un juguete roto de difícil compostura desde que abandonó a Pedro Sánchez y viajó a San Telmo para tender la mano a Susana Díaz.
Entre sus enemigos, algunos de los cuales acaban de regresar a Ferraz, se recuerda que durante algún tiempo Hernando tuvo un pie en cada uno de los dos bandos, intentando incluso arrastrar con él a figuras del sanchismo ante el golpe que se cocía y que desembocó en el famoso «Puerto Hurraco» del Comité Federal, así llamado por el entonces portavoz. La presidenta de la Junta de Andalucía lo acogió, si bien a cambio de llevar al hemiciclo el cambio de un rumbo que precipitaba al país a unas terceras elecciones generales en un año. Hernando, según relatan sus cercanos, pasó más de una noche en vela preparando un discurso para cuya redacción no logró encontrar ayuda.
Para un político brillante, discípulo de Alfredo Pérez Rubalcaba, muy capacitado para el debate parlamentario, bregado en negociaciones, no fue cómodo verse en esa tesitura. Así las cosas, necesitó tomarse un café en «Espejo Público» con Susanna Griso para verbalizar algunos sentimientos íntimos sobre lo vivido con la caída de Sánchez y su posterior alineamiento con la cúpula interina del PSOE de Javier Fernández. «Me ha dolido que se me haya criticado el haberme quedado para aferrarme al puesto», sostuvo sin querer echar más leña a un fuego que sabía incandescente. En medio de la expectación, ante las cámaras confesó incluso que pensó en Pedro Sánchez como padrino de su hija, la pequeña Jara, fruto de su segundo matrimonio con la edil de Roquetas de Mar y diputada provincial socialista Anabel Mateos.
En Almería, precisamente, Antonio Hernando ha venido hallando su refugio, apurando las horas en las semanas sin actividad parlamentaria, cuando se lo permitía su cargo. Abierta la carrera de las primarias, optó por mantenerse al margen, pero Sánchez anunció en plena campaña que en ningún caso contaría con él. La primera cabeza que rodó, la misma noche de las primarias, fue la suya. Hernando tomó la iniciativa y anunció su dimisión como la voz del PSOE en la Carrera de San Jerónimo. Oficialmente, el mensaje que salió del equipo del reelegido secretario general fue de respeto a la decisión. Entre bambalinas, sin embargo, fue tachado de gesto «de pésimo gusto», toda vez que lo lógico hubiera sido esperar al Congreso Federal para que la Ejecutiva propusiese su sustituto. No lo hizo y obligó a Pedro Sánchez a nombrar a José Luis Ábalos de manera interina, porque su futuro parece pasar por la secretaría de Organización.
Precisamente, este jueves Sánchez se vio en Ferraz con Hernando para repasar la actividad parlamentaria de los socialistas. Y en el encuentro le pidió que siguiese en la dirección del Grupo Socialista hasta el Congreso «sin ninguna función concreta». Cosa que Hernando ha aceptado, según fuentes cercanas al ex portavoz «para ayudar a Ábalos y poder hacer un traspaso de información eficaz». Es tiempo de tragar sapos en el PSOE. Sea como fuere, la renovación de las responsabilidades socialistas en la Cámara Baja promete ser profunda. Se va apreciar la batalla perdida por el susanismo. Con la llegada de Sánchez se impone, por más llamadas a la calma se oigan estos días, cambios. Los hasta el domingo críticos, ahora oficialistas, desean renovar los rostros de las portavocías. Por ello, el papel de Hernando va a quedar relegado en el plano político y también en el físico en la bancada socialista. «Ocupará un escaño acorde a su nuevo papel», susurran los sanchistas. Aunque las mismas voces niegan que vaya a ser un proscrito: «Pedro piensa en él como portavoz de comisión». Se equivocan, por tanto, los que le veían fuera, incluso, de la vida política.
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