Méritos e infamias

El fuego amigo de Albares

El ministro contradice sin querer la versión más belicista de Pedro Sánchez menos de veinticuatro horas después de la arenga en el Congreso donde pidió aumentar el gasto militar

El ministro Albares cree que no hay que asustar a la gente con la llegada de la guerra
El ministro Albares cree que no hay que asustar a la gente con la llegada de la guerraEuropa Press

Estaba yo montando y desmontando el Cetme en mi cabeza, bajándole segundos a cada intento, y dice el ministro José Manuel Albares que esto de la guerra no pasa de ser una mera mentirijilla de colegio de monjas. ”No hay que inquietar inútilmente a los ciudadanos, nadie está preparando una guerra”. Cómo nos tranquiliza ese tono suyo, a medio camino entre el vendedor de seguros y el coadjutor de provincias, con el que nos devuelve a la tranquilidad alegre de la paz. “¡Adiós a las armas, cierra el botiquín!” me dije, mientras pensaba que una primavera tan merecida como ésta no se la pueden cargar los políticos agoreros. Es cierto que después de la turra que nos soltó el presidente Sánchez se me llenaron las entrañas de ese canguelo que precede al miedo, pensando ya en cómo organizarme para esquivar las balas si me mandan al frente. Imitando a Albares, supongo, que nunca se equivoca y sabe colocarse a cubierto. Siempre, no. Con lo del “kit de supervivencia” se carga el discurso de un Ejecutivo que pide más dinero para una guerra imaginaria pero no presenta el presupuesto ante el Congreso. Paradojas, el ministro demuestra lo aislado que se ha quedado el PSOE frente al resto de las fuerzas políticas, y lo que es mucho más grave, ante sus supuestos socios. Como el burro que se sube a un témpano de hielo, cada vez se encuentra más sólo y acosado por una oposición que en los últimos días le busca los tobillos; sabiendo que la presa ya se encuentra debilitada, agonizante, sin apenas capacidad de reacción. La arenga militarista de Sánchez (¿Dónde se encuentran ahora todos los del No a la Guerra de hace 25 años?) no obtuvo ningún fruto positivo en el Congreso, es más, sirvió para demostrar la megalomanía de un presidente ajeno a la crítica y enajenado de la realidad, al que ya le quedan muy pocas balas, al que ya le acorrala hasta el fuego amigo.