Tormenta Trump

El PP y su dilema ante el «filón» Abascal-Trump

Génova apoya seguir con los pactos con Vox en Murcia y Aragón. Hay barones y dirigentes que lo ven un error

Fotografía cedida por el partido español de extrema derecha VOX que muestra a El líder de Vox, Santiago Abascal, durante una reunión con Donald Trump, en National Harbor (EE.UU.).
Donald Trump y Santiago Abascal, en una imagen de archivoVOXAgencia EFE

Cómo enfocar la relación con Vox no deja nunca de ser un dilema dentro del PP. La dirección toma sus decisiones, dicen que «sin dejarse influir» por ninguno de los «opinadores que no tienen luego que gestionar un territorio», pero las dudas sobre esas decisiones siempre están presentes, porque los hechos han demostrado que no siempre han sido acertadas.

Ahora es el momento de recordar aquella fotografía que no tardó en hacerse viral. Santiago Abascal, sonrisa en la cara, estrechando la mano de Donald Trump, en un encuentro preparado durante el mitin en Florida del que todavía no había sido elegido de nuevo como presidente de los Estados Unidos. Esa foto es hoy, sin duda, una oportunidad para el PP, si la manejan con acierto.

La primera decisión de Alberto Núñez Feijóo ha sido embestir en línea recta contra el idilio de Abascal con Trump, después de que este último confirmase las duras medidas proteccionistas que ha decidido imponer al resto del mundo, incluida Europa. En Génova lo ven claro: el daño económico de los aranceles enturbia el discurso trumpista, al que se ha atado Abascal, aunque conectase, no hay que llevarse a engaño, con una parte del electorado conservador que recela de lo políticamente correcto, sobre todo en seguridad, soberanía y valores tradicionales.

Sintonía incómoda para Abascal

La sintonía entre Vox y Trump no es nueva, pero el contexto la hace especialmente incómoda para Abascal. Mientras que al PP le lleva a que ese dilema eterno sobre qué hacer con Vox gire ahora sobre si es oportuno cerrar los acuerdos presupuestarios con este partido en Murcia y en Aragón, después de haber hecho lo propio en la Comunidad Valenciana. El presidente de EE UU no es un aliado fácil para ninguna fuerza de derechas que pretende ser europea, moderada y fiable ante los mercados y las instituciones comunitarias. El PP ataca por ahí, pero, si cierra ahora esos acuerdos, se expone a las críticas de siempre sobre si legitiman a Vox o si esos pactos resultan contradictorios con que, a la vez, renieguen del «patriotismo de hojalata» de Abascal por no enfrentarse a unas políticas de Trump que perjudican los intereses de los españoles.

En Génova parece que lo tienen claro. Aseguran que «hay más motivos que nunca para presentar y aprobar presupuestos en las autonomías». Añaden que «Murcia o Aragón están mejor con presupuestos que sin ellos, y que eso no va a modificar la postura de Vox de apadrinar los aranceles de Trump». Pero la pregunta que cabe hacerse, y que se hacen también dentro del partido, se sostiene en esas dudas sobre el coste de sellar ahora nuevos acuerdos con Vox que distraigan el foco de las críticas a este partido por ser tan complaciente con Trump pese a los aranceles.

Génova contraataca con ese argumento de que hay más razones que nunca para presentar y aprobar las cuentas autonómicas. «Necesitamos tener herramientas para ayudar en un momento de complicación económica para muchas familias y empresas. La capacidad económica de una autonomía para ayudar a las empresas claro que importa». Si esta es la decisión que adopta Feijóo, nadie se saldrá de este carril en público. Pero esto no quita para que, como ya ocurrió después de las últimas elecciones autonómicas y municipales, también ahora haya nombres muy significativos dentro del PP que no están de acuerdo con la necesidad de esos presupuestos ni de formalizar más abrazos con Vox.

Nuevas vidas un Vox bajo mínimos

Tampoco compartieron el pacto que firmó el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, porque consideran que con estos movimientos solo están regalando vidas nuevas a un partido que debería estar bajo mínimos en su situación: sin estructura orgánica, con crisis interna, sin poder y, además, «falto de propuestas útiles para los ciudadanos que no se queden en eslóganes populistas».

Aquellos que dudan de la conveniencia de firmar nuevos acuerdos con Vox en estos momentos se justifican en afirmaciones como que «en este contexto, esos acuerdos adquieren una nueva dimensión». «Ya no es un problema de consolidar la imagen de que apoyamos políticas ultraconservadoras en materia cultural o social, sino que también proyectan una imagen de dependencia política hacia un socio cuya referencia internacional es, precisamente, el mayor enemigo del proyecto europeo». En esa línea, creen que «cada vez que el PP pacta con Vox, está enviando un mensaje ambiguo a Bruselas», explica un exministro popular con experiencia en las relaciones comunitarias. «Con Abascal abrazado a Trump, esa ambigüedad se nos vuelve más en contra si no somos muy tajantes en marcar distancias».

En relación con la crisis que plantean los aranceles, se observa que el PP está cuidando las formas para que nadie pueda pensar que no quiere colaborar con el Gobierno en un tema de Estado, aunque tiene que hacer equilibrios para que esto no le deje sin margen de oposición en un asunto con mucho hilo por delante y en el que la incertidumbre anima a pensar que puede darse la situación de que las políticas de Sánchez resulten insuficientes para responder al «efecto Trump».