Opinión
El Madrid, obligado a presumir
A París, a la UEFA y al Liverpool la final les vino grande. Todo lo contrario que al club blanco
La manera más sencilla de medir la grandeza de un club es apelando a los números. La evidencia de las catorce Copas de Europa del Real Madrid podría hacer prescindir de cualquier otra explicación, pero sería muy injusto. ¿Alguien imagina que el Madrid hubiera ido hoy con un autobús descapotable por la capital después de haber perdido la final de la Champions y haber ganado la Supercopa y la Copa del Rey? Es lo que hizo el Liverpool con un autobús rojo por el centro de la ciudad inglesa. En el frontal del vehículo se podía leer «Winners» –«Ganadores»– y aparecían los dos trofeos conquistados. Perdieron la Premier y la Champions. Y la gente parecía feliz. Quizá sea lo más inteligente, pero madridista no es.
Los rostros de Klopp y Thiago dialogando antes de la final fue una pista de lo que iba a suceder luego. El centrocampista no estaba a tope y al entrenador, tan disfrutón, la gorra le tapaba el rostro más de lo habitual. Señales de debilidad adornadas con un gesto crispado mientras el caos se adueñaba de los alrededores de Saint Denis. A París, a la UEFA y al Liverpool la final les vino grande. Todo lo contrario que a un club obligado a presumir más que nunca. El Madrid puede gritar que tiene Catorce. Cierto, pero ninguna, al menos en la historia contemporánea, ha sido como ésta. La temporada del Madrid no sólo no la visualizaba el más optimista de sus hinchas allá por el mes de agosto. Ha habido al menos media docena de tardes-noche en las que sólo los más insensatos no perdieron la fe. Los jugadores no lo hicieron nunca. Courtois estuvo siempre; Benzema, casi siempre; Modric volverá de Zadar todavía más joven; Vinicius y Rodrygo no se cansan de aprender; Alaba ha encargado una silla nueva... Mbappé estará feliz. El equipo que quería ganó la final.
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