Roca Rey, cornada grave, en tarde de dureza extrema en Las Ventas (parte médico y vídeo)
El diestro sufrió una herida en el muslo de dos trayectorias de 15 cm. cada una y cortó un trofeo, como un valentísimo Víctor Hernández en Madrid
Roca Rey se puso de rodillas con el segundo. Acababa de brindar al público. Un público que no es fácil, porque en Madrid se le mide como figura que es y llena. El cartel de «No hay billetes» colgaba en taquillas. El único día de la Feria de Otoño. Roca Rey comenzó la faena de rodillas en el tercio, decíamos, a un Fuente Ymbro que si algo había demostrado era movilidad, pero las ideas no estaban tan claras. Se abrió para meterse mucho por dentro en el primer pase y resolvió Andrés pasándoselo por detrás. Normalizamos esto, pero es bestia: los pitones pasan a la misma altura del corazón, los pulmones, órganos vitales y sagrados. Tardó poco en dirimir la faena en el mismo centro del ruedo. Allí donde todo ocurre con más verdad. Sin el cobijo de nada. Se le midió al milímetro, sobre todo por un sector de público que en ocasiones no daba lugar ni a que comenzara la tanda y ya estaban las críticas. Lo que ocurre siempre. El toro avisó en varias ocasiones. Tenía su miga, se vencía en el viaje, se metía por dentro, las distancias a veces eran asfixiantes, como el ambiente que se estaba generando en la plaza. Andrés prosiguió su labor, con más o menos tino, con firmeza, con el valor que le caracteriza, y en un pase de pecho, el toro lo cogió de una manera horrible. Lo enganchó por la chaquetilla y zarandeó sin soltarlo. Segundos eternos. Terribles y horribles. Fue entonces cuando la plaza fue un clamor, en parte por la presión a la que se le había sometido, y se desataron las pasiones por la idea esa de defender las faenas en paz.
Roca se repuso, volvió a la cara del toro, le pegó otra tanda y un pinchazo precedió a la estocada. Un trofeo con el calor del público paseó de camino a la enfermería.
Víctor Hernández salió después de ver cómo Roca se iba a curarse las heridas. No se amedrantó y eso que el toro no se lo puso nada fácil. No humilló jamás y le examinó su valor, que lo tiene a fuerza de bombas. Sin dudar en ningún momento, sincero con el toro y con el público, aguantó las miradas, coladas y que el Fuente Ymbro pasara de aquí para allá a la misma altura de la barriga. El epílogo fueron unas bernadinas de infarto. La espada fue arriba, aunque tendida, y logró un trofeo.
Un sustazo se llevó Diego Valladar al parear al quinto y Hernández volvió a ponerse con una verdad descomunal con un toro que también lo era, de grande. Y de cabrón. No tuvo un pase. Se le coló por el izquierdo con descaro y por el derecho también. Arrojo y entrega puso de principio a fin. Impecable con una situación dificilísima.
Impresionó «Hechicero» cuando saltó al ruedo. Era un toraco que pasaba los 600 kilos montado y con una badana abundante. En el centro del ruedo pidió guerra así de primera instancia, aunque poca le quedaba después. Toda la presencia quedó en un vacío de casta en la muleta de Paco Ureña. Lo intentó con los vuelos y respondió con más suavidad y ninguna bravura. Con ese panorama insistió Paco, pero para poco. En la suerte suprema se tiró derecho y en ese encontronazo salió trastabillado. Lo curioso es que a pesar de que le cogió del pecho fue una mano la que resultó lesionado, o al menos mostró mucha queja. Se repetía esa imagen tantas veces vista del dolor sobre la cara de Ureña. (Después no se fue a la enfermería).
Con los vuelos quiso torear al cuarto y tragó lo indecible porque el animal no era de fiar. Seguro y aplomado anduvo Ureña. Y no era animal agradecido. Le robó muletazos de mucho mérito. Un trago fue para la cuadrilla el sexto y también para Ureña. Era imposible. Sufrimiento máximo. Para todos. Tarde dura para los toreros. Muy desagradable la de Fuente Ymbro. Una cornada grave de Roca, que pudieron ser más.
LAS VENTAS. Sexta y última de feria. Toros de Fuente Ymbro, enormes. El 1º, deslucido; 2º, exigente y complicado; 3º, sin entrega y con peligro; 4º, peligroso; 5º, muy malo; 6º, duro e imposible. «No hay billetes».
Paco Ureña, de de rosa y oro, estocada, dos descabellos (palmas); estocada caída (saludos); pinchazo, estocada baja (silencio).
Roca Rey, de teja y oro, pinchazo, estocada, dos avisos (oreja).
Víctor Hernández, de blanco y oro, estocada tendida (oreja); pinchazo, estocada (saludos).
Parte médico de Roca: cornada muslo derecho dos trayectorias de 15 cm de pronóstico grave.