Emilio de Justo: «A Las Ventas le he dado todo, literalmente, y me lo devuelve con creces»
El extremeño es uno de los «nuevos» toreros de Madrid. Sabe lo que es triunfar, fracasar y dejarse la piel en esta plaza. Por eso le admiran
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El toreo está lleno de historias particulares, son muchas las de fracasos y muy pocas las de los éxitos auténticos, pero luego hay otras que nos enseñan el verdadero significado de la resiliencia y la superación. Historias de personas admirables, que van más allá del amor propio o de la vocación, y que se convierten en ejemplo para muchos. Y, entre ellas, hay una que destaca sobre las demás, como es la de Emilio de Justo (Cáceres, 16 de febrero de 1983). Un torero que tiene con la plaza de Madrid que bien puede merecer un libro, pues Las Ventas lo ha condenado al ostracismo tras una tarde de tres avisos y después, cuando Emilio supo levantarse para reconquistarla, casi se cobra su vida su vida a cambio. Pero el extremeño se levantó de nuevo, para, ahora sí, vivir sus mejores momentos como torero.
De esto y de mucho más hablamos con Emilio de Justo para LA RAZÓN, antes de su próxima cita en este San Isidro, que será mañana 7 de junio, cuando enfrente los toros de Victoriano del Río, al lado de Borja Jiménez y Roca Rey.
Emilio, ¿en qué piensa cuando se sabe anunciado en Las Ventas?
[Suspira] En todo, en la responsabilidad que genera y cada vez más. Es cierto que, si yo pensara en los momentos amargos que he podido vivir aquí, probablemente no habría sido o no sería capaz de volver. Sin embargo, todo eso me ha enseñado a mirar adelante, a creer en mí y pensar que podía revertir todo eso y, afortunadamente, así ha sido. Madrid ha sido la plaza que más me ha adoptado, la que me ha dado ese impulso para estar en un sitio de privilegio. Lógicamente, para ser un torero que Madrid respete, para que te admiren y te empujen, tienes que demostrar muchas cosas, porque es una plaza de una exigencia brutal. Una plaza en la que cada tarde hay que hacer el pasillo, además de la entrega, la disposición y la verdad con la que tienes que salir, tienes que ser capaz, realmente, de renunciar a todo..
Usted lo ha demostrado.
No quiero hablar de recompensas, porque creo que ni siquiera es la palabra. Pero es verdad que en esta plaza lo he podido dejar todo, literalmente, y ella me lo ha devuelto con creces. Gracias a Dios me he sentido muy comprendido cuando me he entregado con sinceridad y eso es muy bonito para un torero. Es como una especie de una revelación, como una realización, porque ves que la gente recibe eso que tú llevas dentro y que quieres transmitir de una manera natural, sin cosas que sobran. Por ejemplo, como el otro día con el toro de La Quinta, que hubo una conexión tremenda. Eso no lo sientes en otra plaza.
Pero también he visto que Las Ventas, a veces, devora a sus hijos.
Entonces creo que es porque aquello no ha sido tan de verdad. Cuando tienes la suerte y eres capaz de triunfar en Madrid como yo lo he hecho y además de forma consecutiva, ves como la plaza se te entrega y te demuestra que está contigo. Es verdad que luego, cuando ellos te ven anunciado ya en carteles de tronío, por decirlo de alguna manera, parece que adquieres un nivel de figura y entonces ahí el listón te lo ponen aún mucho más alto. Y, si de verdad vales, debes una mentalidad de hierro para soportar esa exigencia, ese peso de Madrid, porque te miran con lupa. Pero por eso es la plaza que marca el paso de los toreros, ya no sólo en otras plazas, sino en la historia.
¿Ha superado completamente la lesión que casi acaba con su carrera, por no decir algo peor?
Siento que sí, porque lo más difícil ha sido superar el tema psicológico. Precisamente por eso sentí la necesidad de reaparecer muy pronto. No podía permanecer mucho tiempo fuera y dejar que eso me consumiera la cabeza. Por eso era evidente que no estaba al cien por cien cuando volví, tenía algunas secuelas en la movilidad, una rigidez complicada y molesta que me generó no pocas inseguridades. Pero lo que más me condicionaba era ese querer y no poder. Mentalmente fue muy duro, me daba mucho coraje. Afortunadamente, con el tiempo, con las corridas, hoy he recuperado el nivel y me estoy sintiendo mejor que antes del percance, porque he tenido tiempo de analizar y evolucionar en muchos detalles.
¿Le dolieron las críticas que se le hicieron?
Suelo leer a los críticos especializados, de aquellos de los que se aprende, y es cierto que me afectaba, pero no porque lo dijeran, sino porque veía que todavía me faltaba. Pero, al final, creo que los buenos aficionados me han demostrado mucha sensibilidad, sobre todo este año, que ha sido un reencuentro muy bonito con Madrid.
Hábleme de esa faena al toro de La Quinta, una de las más importantes de lo que va de feria.
Era mi primera tarde en San Isidro y eso, quieras que no, atenaza siempre a los toreros. Tienes tantísima responsabilidad y tantísima presión porque sabes que es una tarde que marca mucho la temporada y cuesta mucho llegar a soltarse, pero es verdad que la tarde me estaba pensando un poco porque, por el viento, por los tiempos muertos, por lo que fuera, no se estaba redondeando como quería. Y con mi segundo me encontré muy convencido de lo que quería hacerle al toro. Era muy exigente, con cierto peligro, pero tras la voltereta sentí el empuje de Madrid.
¿Cambió algo en ese momento? Porque desde el tendido se le vio más suelto, como si ya no tuviera nada que perder.
Completamente. Creo que la gente vio mi actitud, que tiré para adelante sin mirarme siquiera. Había caído de cabeza otra vez, todos pasamos miedo, pero es verdad que ahí me rompí, sentí eso que dices, que no había nada que perder, sentí ese aliento de Madrid y me abandoné a torear. Era el momento de atacar de verdad, de comprometerme de verdad y de que pasara lo que tenía que pasar. Creo que, a partir de ahí, la faena tuvo muchas cosas emocionantes y bonitas. Lo maté muy bien, pero el toro no se quiso echar. Perdí los trofeos, pero interiormente ha sido de las tardes más importantes de mi vida en Madrid.
Esta semana pasada ha tenido la alegría de volver a torear en su Cáceres, tras la reapertura de la plaza, pero también ha visto cómo en su segundo hogar, Colombia, se han prohibido los toros.
Solo la gente, si deja de ir, podría cerrar las plazas, pero estamos viendo cómo, tristemente, son motivos políticos los que generan este tipo de situaciones ilógicas. El domingo pude tener la felicidad de ver mi plaza abierta. Ese sentimiento de torear en el ruedo que marcó mis inicios como aficionado y como torero fue muy bonito, además ver la plaza llena, viva, fue mágico. Lo único que pudo emborronar una día redondo para mí fue que Morenito de Arles y Álex Benavides salieron heridos, pero esas son cosas que pueden pasar. Lo importante fue que Cáceres vivió una feria histórica y espero que ya nunca más se vuelva a cerrar. Así como espero que lo de Colombia tenga una vuelta atrás. Es un país que me abrazó como a uno de los suyos cuando aquí en España tenía todo perdido, después de que me sonaran los tres avisos en Madrid. Mi amigo, Guerrita Chico, me llevó al campo, terminé toreando en casi todos los pueblos de la provincia y me metí en las ferias. Aquello era impresionante, ver la pasión con la que viven los toros en Colombia, y saber que de nuevo los políticos van contra la libertad de las personas y contra la cultura es tan incomprensible como triste. Colombia me devolvió la fe en mi toreo y seré el primero en estar allí dando la cara cuando todo esto se revierta, porque no quiero perder la esperanza. Todavía no he confirmado en la Santamaría y es un sueño que sería muy bonito poder cumplir, no por mí, sino por el regreso de los toros allí.
De momento, el viernes Madrid.
Así es. Es una tarde para la que me estoy preparando mucho, por el cartel, que son los toreros jóvenes que ahora más están empujando, una figura ya consagrada, Roca Rey, y otro como Borja Jiménez que está demostrando que merece mucho más, así que no me lo van a poner fácil, y por Madrid, por supuesto.
►La historia de Emilio de Justo en Las Ventas es admirable. Confirmó su alternativa el 29 de junio de 2008 de manos de Aníbal Ruiz y con el testimonio de Sergio Martínez. Aquel día fue ovacionado con su lote de Juan Luis Fraile, y siendo repetido dos días después. Al año siguiente cortó su primera oreja en esta plaza como matador, el 7 de mayo, a un toro de Casa de los Toreros, pero el 16 de mayo de 2010 escuchó los tres avisos con un toro de Los Bayones. Tardó 8 años en regresar a Las Ventas y rendirla con una Puerta Grande el 30 de septiembre, con los toros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto, triunfo que repitió el 4 de julio y el 2 de octubre de 2021, antes del terrible percance del 10 de marzo de 2022, que estuvo a punto de apartarle de los ruedos. Sin embargo, ha regresado para volver a salir a hombros el 11 de mayo de 2023, éxito que rozó en esta feria con un toro de La Quinta, al que pinchó, cambiando las orejas por una vuelta al ruedo, previo a su cita de mañana.