Batacazo de Alcurrucén ¡Qué presión, Ortega!
Deslucido encierro que echa por tierra otra tarde de lleno de «No hay billetes»
Creada:
Última actualización:
Es verdad que Curro Javier no se desmonteró con el primero de la tarde. No lo es menos que clavó en la misma cara. Y fue bonito porque el Alcurrucén no hizo hilo y ambos se quedaron ahí en ese encuentro que había sido suyo. Cara a cara. Morante vino después a intentar sacar faena a ese animal paradote y a la espera, marca de la casa, pero no lo logró. Y tras varios de aquí para allá se fue a por la espada.
Era el sexto «no hay billetes» de lo que llevábamos de Feria de Abril. Un pelotazo de público para esta edición 2024.
Morante se estiró a la verónica en el cuarto allá por los terrenos de Sol, que ayer fue democrático y nos alivió a todos por igual. Quiso el de La Puebla en el comienzo de muleta después de haberlo pasado demasiado, como es habitual, por el caballo. Pero el toro, que colocaba bien la cara abajo, tuvo las revoluciones justas (más el castigo) y ni el arte de Morante remontó aquello.
«Alcalá» fue además del segundo de la tarde, de la calle que asoma la Puerta Grande de Madrid, todo un desafío al pulso de las muñecas de Sebastián Castella. Era difícil encontrarle el ritmo al toro y que dos embestidas resultaran iguales. De ahí que el animal se parara en seco en mitad del muletazo. No con maldad, simplemente porque sí. Sebastián Castella fue su matador y a quien le tocó limar las asperezas e intentar encontrar el son al ton. No era tarea sencilla. Quiso siempre. Esa es la verdad. Con más tino unas veces que otras fue tirando del Alcurrucén y encontrando la ligazón donde podía. Se fue detrás de la espada y a la primera se cobró la estocada. (Intuyo en la distancia que baja y que se tomó sus tiempos el animal para caer).
Se frenó el quinto en el capote de Castella de salida. Cómo estará el nivel en Sevilla (y en otras plazas) que al manso se le pedía el cambio por su falta de bravura. Al animal le dio luego por meter la cara con cierta regularidad en la muleta de Castella. El francés le cogió el aire por momentos con esa tendencia a cortar las tandas para colocarse. Cambió de muleta y fue como si todo mutara. Lo primero el toro que se vino abajo y ya no tuvo ganas de empujar en el engaño. Castella defendió la ya larga faena en las cercanías con otro tono.
El tercero, berrendo en negro, era tan bonito como mansito en los primeros tercios. Hasta que Fernando Sánchez se puso cerquita y ahí clavó un par bueno. Rufo se fue a por el toro con toda la incertidumbre. Este encaste suele tener la particularidad de tener que ir a buscárselo, pero en este caso estaba hueco de bravura. Por lo que Tomás lo intentó en el prólogo y también en el mismo centro del ruedo y tuvo que acabar desistiendo. No había que rascar.
Pareció otra cosa el sexto, pero lo cierto es que tuvo medias las arrancadas y tampoco lo pudimos ver más allá de las rayas. Y de las medias pasó a la nada, por lo que Rufo tuvo que abreviar. Batacazo absoluto de Alcurrucén.
El día
Lo bueno de la tarde acabó siendo que ya quedaba menos para el 20A o lo que es lo mismo, la segunda tarde de Juan Ortega para intentar al menos dejar atrás una resaca que había sido mortal. La comenzamos el lunes y no habíamos logrado dejarla atrás. Nada de lo que vino en toda la semana se asomó al pico de la montaña (la emocionante faena del sevillano) que era, a todas luces, inalcanzable.
SEVILLA. Feria de Abril. Se lidiaron toros de Alcurrucén. El 1º, apagado y a la espera; 2º, de desigual ritmo; 3º, deslucido por descastado; 4º, noble y apagado; 5º, manso que se deja en la muleta; 6º, de media arrancada.
Lleno de «No hay billetes».
Morante de la Puebla, de tabaco y oro, pinchazo hondo (silencio); tres pinchazos, media estocada, dos descabellos (silencio).
Sebastián Castella, de carmín y plata, estocada baja (saludos); media honda, descabello (saludos).
Tomás Rufo, de malva y oro, pinchazo, pinchazo hondo (silencio); estocada ( palmas).