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¿Puede fallar José Tomás?

El diestro sumó dos trofeos en su regreso en Jaén después del parón pandémico de tres años
José Manuel PedrosaEFE

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José Tomás tiene ese punto sobrenatural que le ha convertido en un mito y ha formado una legión de seguidores. La misma que agotan las entradas en media hora. El último caso: Alicante. Sin entrar a valorar en formatos más o menos acertados, como son los cuatros toros, los festejos fuera de feria, o aislarse de la competencia. El único torero que se lo puede permitir es él. A estas alturas del partido. No sabemos ni sabremos en qué momento se encuentra, si le queda carrete o está en el ocaso de su carrera. Él decide dentro de su soledad. Su opacidad y sus escasas apariciones. Hay cosas que no se saben. Esta es una de ellas. De ahí la dependencia emocional de volver a verlo o de saber que ha traspasado la muerte en dos ocasiones para volver al planeta de los ¿vivos?
Este año cambió sus propias directrices para salirse de los abonos, anunciarse fuera de las fechas de las ferias y con cuatro toros. En solitario. Sin compañeros. El público le responde y las entradas se agotan nada más salir a la venta a pesar de que haya que elevar los precios para que salgan las cuentas (ocurre con los grandes eventos en otras disciplinas).
Llegar ayer a Jaén fue difícil. Las ciudades no están preparadas. No hay alojamientos desde el mismo día que se anuncia José Tomás y hablamos de un par de meses antes y aparcar un coche supone llegar con muchas horas de antelación y buscarse la vida donde se pueda. Todo está lleno y hay 40 grados en la calle o aparcar a kilómetros de distancia. Es decir, llegar a tu localidad dista mucho de un paseo. Por no contar que la peregrinación tomasista parte de distintos puntos del planeta. Así es.
Faltó toro
Dadas las circunstancias la ilusión rebosa. A la misma altura la decepción cuando las cosas no salen. A José Tomás le hizo falta ayer transmitir. La emoción no llegó al tendido a pesar de que cruzó la línea divisoria en el tercer y cuarto toro. Y en gran parte fue precisamente porque faltó toro. Seriedad en el enemigo. Eso que él siempre ha cuidado tanto subiendo incluso un punto la presentación, el tipo de toro de la plaza en la que lidia. Ayer no fue el caso y ya desde el segundo se protestó una desigualada corrida.
Remontar eso fue difícil. A pesar de que se impuso a las dificultades de los toros con su verdad de siempre. Pero José Tomás no es cualquiera. Es el Monstruo de Galapagar, el dios de piedra. Es mucho. Todo.
Los cuatro toros se quedaron cortos y las sensaciones raras. Próximo destino: Alicante. Y nada más tiene firmado (hasta la fecha) José Tomás.