20 años del nuevo Manzanares
Pilar de la feria de Hogueras de este año, una operación le ha dejado fuera del abono, montado para festejar el vigésimo aniversario de su alternativa
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Hijo de una gran figura, desde bien pequeño vivió y sintió el ambiente taurino y su encanto. Y aunque en principio pareció que sus futuro estaría alejado del mismo, no en vano comenzó a estudiar veterinaria, pronto los genes y la afición hicieron acto de presencia y con tan sólo 19 años, nació en Alicante el 3 de enero de 1982, debutó en público en un festival montado al efecto en la plaza granadina de Campo Téjar. Fue el 29 de abril de 2001 y su actuación constituyó un tremendo éxito, paseando dos orejas y el rabo, al igual que José Fuentes, que encabezaba un cartel que completaron su padre, Enrique Ponce, el rejoneador Martín González Porras y el novillero Joaquín Puga. Aquel triunfo no fue el único, puesto que durante aquella temporada intervino en varios festejos más sin consideración oficial pero en los que fue tomando contacto con el público y el toro.
Tan bien funcionó en esas pruebas que nada más comenzar la campaña siguiente debutó con picadores. Nimes fue el escenario, el 22 de febrero, en la entonces vigente feria de Carnaval, y actuó acompañado por Luguillano y Juan Bautista en la lidia de utreros de Mari Carmen Camacho. Enseguida se anunció en la feria de La Magdalena de Castellón, donde salió a hombros al cortar dos orejas a novillos de Daniel Ruiz.
En julio se presentó en Valencia, mano a mano con Matías Tejela, siendo ovacionado al acabar con el lote de Álvaro Domecq que le correspondió. Antes estuvo en Alicante, en el día grande de Hogueras, compartiendo cartel con dos matadores, Luis Francisco Esplá y Morante, a los que superó al cortar una oreja de cada novillo de Daniel Ruiz que estoqueó. 35 festejos sumó aquella campaña y en 11 intervino en la siguiente antes de tomar la alternativa, para la que ya estaba suficientemente preparado.
Fue, cómo no, en Alicante el día de San Juan. Su padre, retirado en aquel momento de los ruedos, no pudo ser el padrino, pero sí que bajó al ruedo para compartir el momento en que Ponce, con el testimonio de Rivera Ordóñez, le convertía en matador de toros al cederle la lidia y muerte del toro “Virreino” de Daniel Ruiz, ganadero que sirvió los toros para dicha función.
Éxito tremendo el que obtuvo, con corte de tres orejas y un rabo, una constante en su primeros años. En La Razón se contó así aquel momento:
“El reclamo de San Juan y el cartel de mayores atractivos del serial hizo que se llenasen los tendidos para presenciar la alternativa del nuevo Manzanares. Una alternativa concedida formalmente por Enrique Ponce, pero que moral y físicamente se la dio su padre, presente también en la arena junto al padrino y el testigo.
A “Virreino-, le faltó energía pero permitió al nuevo matador dejar una faena de excelente factura, sobre todo cuando se extendió al natural y por la que se concedió una oreja a pesar de dejar un feo bajonazo antes de cobrar la estocada definitiva.
El sexto peleó con ganas en el primer tercio y llegó a la muleta codicioso, con ímpetu y un puntito de violencia que no dejó estar cómodo al toricantano, quien, sin embargo, no volvió la cara en ningún momento y cumplió un trasteo tan honesto como intermitente, tomándose su tiempo, llevando al toro largo y con temple cuando aprovechó el pitón derecho, el mejor del animal y, aunque anduvo más embarullado al torear al natural, la última serie con la zurda tuvo importancia y prestancia.
Para rematar se volcó con toda su alma con la espada y el público le consiguió hasta el rabo de su oponente y le despidió encantado cuando lo pasearon a hombros junto a Ponce y el mayoral”.
40 contratos cumplió aquella temporada, en la que paseó 33 orejas y gustando de nuevo en muchas plazas, como la de Valencia, donde fue uno de los destacados de la feria de julio al salir a hombros junto a El Juli en una corrida en la que volvió a triunfar con reses de su amigo Daniel Ruiz.
No respondió a las expectativas creadas en torno suyo en las dos siguientes campañas, en las que cumplió 59 y 43 contratos respectivamente -en la de 2005 confirmó su alternativa en Las Ventas, con César Jiménez de padrino y Salvador Vega de testigo-, subiendo a 63 en 2006, en la que el incidente habido en el callejón de La Maestranza sevillana entre su padre y sus apoderados, los hermanos Lozano -que acabó con la precipitada e inesperada retirada de su progenitor- le puso en manos de los Matilla, con los que todavía sigue.
En 2007 el dengue le hizo cotar la temporada a finales de agosto, cuando había intervenido en 54 corridas, y unos mareos sufridos en Murcia en septiembre significaron el fin de la campaña de 2008, que acabó con 66 funciones toreadas, Una menos hizo al año siguiente, logrando un importante triunfo en Sevilla al desorejar a un toro de su amigo Daniel Ruiz.
Tampoco escapó a la mala suerte en 2010, y una cornada en Utrera puso fin a un ejercicio que dejó con 47 contratos y triunfos en plazas como Sevilla, Granada, Huelva o Málaga.
La de 2011 fue su más completa, brillante y triunfal temporada, pese a que sólo intervino en 54 festejos. Pero en la misma estuvo a gran altura siempre que se vistió de luces, explotando por fin sus grandes condiciones y talento, alcanzando su cenit en Sevilla con el indulto de “Arrojado”, de Núñez del Cuvillo.
Problemas físicos y una lesión en una mano sufrida en Aranjuez le dejaron con 30 compromisos cumplidos en 2012. 34 corridas toreó en 2013, con triunfos destacados en Alicante, Valladolid y Nimes, y 33 en 2014, otra temporada gris que se cerró con el mazazo de la muerte de su padre. 43 tardes actuó en 2015, ejercicio en el que una discopatía lumbar frenó y condicionó su quehacer. Al año siguiente firmó una temporada intermitente con fogonazos aislados, como la espléndida faena que cuajó en Las Ventas, en la Corrida de Beneficencia, a un toro de Victoriano del Río que le valió la Puerta Grande.
Una nueva lesión de cervicales le cortó la campaña de 2017 en julio, con sólo 24 actuaciones. En 2018 llevó a cabo otro ejercicio con altibajos, destacando las dos orejas de Sevilla y los triunfos de Valladolid y Zaragoza. En 2019 estuvo condicionado por una operación quirúrgica para remediar su lumbalgia, consiguiendo destacar en Jerez, Bilbao o Salamanca.
En 2020 toreó dos tardes antes de la pandemia y una más en agosto, en Mérida, donde logró indultar un toro de Jandilla. Con el coronavirus todavía impidiendo una temporada normal, en 2021 sacó adelante una campaña corta, 36 corridas, pero brillante, con triunfos rutilantes en Valladolid, Castellón -donde anuló por completo a Roca Rey-, Alicante, El Puerto, Gijón o Beziers. Pero lo que parecía un nuevo resurgir terminó siendo sólo mera ilusión en 2022, sufriendo, además, un nuevo contratiempo en forma de hernia que le tuvo apartado de los ruedos un tiempo. 49 corridas toreó este año pero sin alcanzar grandes logros.
Torero de grandes condiciones y una estética privilegiada, por distintas causas, no ha terminado de romper ni alcanzar las cotas que se le aventuraban al comienzo de su carrera aunque supo volar alto sin el amparo o la influencia de un padre que lo fue todo en el toreo. Su plasticidad y expresión le han permitido gozar de los favores del público a lo largo de dos décadas, que se dice pronto, consiguiendo asegurar muchos triunfos por su rotundidad y eficacia estoqueadora, siendo uno de los más perfectos exponentes de la suerte a recibir, si bien eso puede que haya sido un arma de doble filo, ya que de no acertar a la primera muchas faenas que dependían de una estocada fulminante han quedado sin premio. La prestancia, elegancia, naturalidad y una expresión plástica extraordinaria son algunas de las notas destacadas de su toreo.
Al margen de lo hecho en los ruedos, el nuevo Manzanares ha tenido presencia constante en los medios de comunicación ajenos al mundo del toro, destacando su aportación como modelo, habiendo sido imagen para firmas de alta costura como Carine Roitfeld, Givenchy o Dolce & Gabanna y posado para grandes de la fotografía de modas tales como Bruce Weber o Jean Baptiste Mondin.