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Valeria Castro, la voz que sana

La artista de La Palma publica «El cuerpo después de todo», un hermoso disco atemporal sobre el amor, la ansiedad y la soledad
Valeria Castro, la voz que sana
La compositora Valeria Castro
Ulises Fuente

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Su voz tiene ya mil años, aunque Valeria Castro solo ha cumplido 25. La artista de La Palma tiene en la garganta un tesoro trémulo y una forma de escribir clara que apuesta todo a la emoción. Con apenas un disco («Con cariño y con cuidado», 2023), la compositora canaria ya se había convertido en una de las voces más relevantes de la canción popular iberoamericana, con ese acento canario que toca las dos orillas de una tradición oceánica, casi inmemorial, pero que en sus manos parece inexplicablemente joven. Castro vio cumplido el sueño de su pulsión infantil, la música, con premios, giras y alabanzas. Pero también con exigencias, expectativas y ansiedades que la hicieron somatizar en su cuerpo la presión por ser y por llegar a ser. De eso trata «El cuerpo después de todo», su segundo LP, un hermoso y atemporal trabajo que vuelve a hacerla volar. 
«En este disco he trabajado desde lo personal, desde una vivencia que he tenido para que la gente pueda sentirse identificada. Hablo de esos demonios internos que se me presentaron», cuenta sobre un proceso del que fue consciente cuando escribió, en apenas dos horas en Ciudad de México, la canción que da título al álbum. «Me di cuenta de que había una serie de circunstancias que me estaban sobrepasando. Yo siempre he dicho que escribir canciones es algo muy terapéutico, pero en ese momento me vi a mí misma frente al espejo, cuando la vida me angustiaba, y percibí cómo eso estaba afectándome físicamente». Como un enorme nudo en la garganta, dolores y magulladuras tangibles que solo se curaban llorando o escribiendo canciones. «Los temas son una radiografía de lo que he vivido estos últimos dos años. Había presión laboral, también presión estética, que me la pongo yo siempre y que a veces no puedo detener. Tengo la enorme suerte de que la gente que me rodea me cuida mucho, pero una, al final, termina siendo su peor enemiga. Y en el disco hay, también, amor y desamor. Eso fue otra cosa que tuve que frenar. He pasado por altibajos, por ansiedad, y necesitaba pararme de frente, mirarme a la cara», relata la artista, que recuerda cuál fue el primer paso: «Sentirme vulnerable. Así empecé el camino. Ojalá que la gente se pueda identificar, ver en las palabras que yo escribo y pueda sanar, si lo necesita, como he ido sanando estos meses», explica la cantante, que tuvo que aprender primero a decir que no. «Parece que la juventud no trae el ‘‘no’’ en el vocabulario. Me creía capaz de todo y estaba comportándome como mi peor enemiga. Antes de sentir que no puedes, tienes que poner límites», explica.

El proceso interno

Castro ha vencido también sus reticencias a escribir canciones de amor. «Me preguntaba: ‘‘Pero, ¿qué voy a decir yo de esto, si ya se ha dicho todo?’’. Y no me salían. Pero decidí enfocarlo, no como una mirada hacia la otra persona, sino a mi propio proceso interno». Y así salió un verso mágico sobre el que puede pivotar todo el disco: «Tiene que ser más fácil el quererse», que aparece en el segundo corte del disco y juega en un doble sentido: querer a otra persona y a una misma, los asuntos principales del trabajo. «Estoy muy orgullosa de esa canción –ríe–. Cuando la estaba escribiendo trataba de criticar esa forma de ver el amor como un constructo social, según el cual te dicen cómo se debe amar de forma grandilocuente. Yo no quiero decirle a nadie cómo querer, pero tampoco que me lo digan a mí, porque aún no lo he descubierto. Lo estoy averiguando».
La canaria tiene una voz nostálgica como un fado. «Creo que sí, porque siempre me gustó. Quizá si hubiese escuchado ‘‘heavy metal’’... –ríe–. Tengo un poquito de aquí y de allá, son ingredientes que vas añadiendo como si fuera un experimento», dice la cantante, que abandonó los estudios de biotecnología cuando su carrera musical despegó. «Yo canto sin pensar, tirando mucho de lo emocional. Y cuando intento explicar las cosas, no me sale. Pero mejor que la la música no se explique, sino que se sienta», asegura. Hay cosas que es mejor no explicar y que, aunque queramos, nunca podremos. Es mejor callarse y escuchar.

Una sonoridad sin modas

►En el disco de Valeria Castro hay, en ocasiones, quince músicos tocando. Sin embargo, se escucha desnudo, austero. Buena parte del mérito es del productor Carles «Campi» Campón. «La musicalidad del disco no parte de un pensamiento, de una intención, sino de reunirnos los músicos en el estudio y pensar a dónde nos pedían ir las canciones. Hemos intentado priorizar la emoción. Había que confiar en los demás y escuchar. Y si la gente que te rodea siente que la canción pide ese minimalismo, pues se lo tenemos que dar. Y cuando pida todo el jolgorio que alguna canción también tiene, se lo daremos también. Pero mi fuente siempre han sido los cantautores y los trovadores, no las modas».

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