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Los Planetas: drogas, leyendas y «mala follá»

Isaki Lacuesta narra en «Segundo premio» la leyenda de la banda de Granada, que estuvo a punto de consumirse antes de publicar su obra maestra
De izda. a dcha., Cristalino (Florent), Mario Fernández (Erik), Stéphanie Magnin (May) y Daniel Ibáñez (Jota) La Razón

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Este artículo no va sobre Los Planetas. O quizá va sobre la leyenda de la banda de Granada. Puede que en realidad trate de una película que cuenta la leyenda de un grupo de música, pero no su historia. O que estemos arrancando una pieza que da, por lo menos, cuatro versiones de ese grupo de personas que grabaron, quizá, el mejor disco de la historia del pop en España. Esas son las premisas que se establecen ante «Segundo premio» la película de Isaki Lacuesta, ganadora de la Biznaga de Oro en el festival de Málaga, que se estrena este viernes. La cinta llega con la advertencia en sus primeros segundos de metraje que avisa de que esta es una historia solo sobre leyendas, pero, en el fondo, todo el mundo sabe que trata de la encrucijada en la que se encontraron Los Planetas justo antes de registrar «Una semana en el motor de un autobús», su tercer trabajo, que estuvo a punto de llevárselos por delante. Un poderoso impulso artístico, drogas, amistades que se agrietan y «mala follá» con denominación de origen sirven para contar la historia de una obra maestra.
Lacuesta insiste, aunque no demasiado, en que esta no es la historia oficial de la banda «porque esas son siempre mentira». «Te ceden los derechos a cambio de que tú hagas una historia de santos. Lo bonito es que Los Planetas, pese a toda su mala fama, deben ser los primeros que han dejado hacer una película cediendo los derechos y no metiéndose en nada, y dejándonos hacer lo que hemos querido. Hay esa leyenda negra, pero nos han dejado hacer la película que nos ha dado la gana. No han querido ver nada en el proceso. A Jota, por ejemplo, se la enseñamos terminada», dice Lacuesta. La cinta arranca con May Oliver, bajista de la banda, abandonando a sus compañeros. Ella asegura que, como siempre toca de espaldas, veía otros ángulos de la historia de Los Planetas. Su voz será la que retrate mejor a Florent y Jota, cantante y guitarrista, Lennon y McCartney. «Al espectador se le ofrecen sus recuerdos transformados o moldeados, contados con los vacíos de la memoria y la recreación. La película está narrada a base de recuerdos que también son leyendas. Las que fomentan ellos con sus canciones, las que han creado sus fans, las que se cuentan por ahí. ¿Fuentes? La historia oral, los bares de Granada», dice el director.
Lo que los personajes no cuentan y los músicos no aclaran, tampoco lo resuelven las canciones. El mito (y también el libro «Una semana en el motor de un autobús», de Nando Cruz) dice que las canciones del disco no narran un desamor, como puede parecer por el tono de despecho marca de la casa de Jota, sino la falta de compromiso del guitarrista Florent Muñoz con él a la hora de publicar el siguiente trabajo, crucial en la carrera de una banda con éxito en el debut y un pinchazo en el segundo trabajo. Los Planetas se la jugaban y tenían grandes canciones, pero se asomaban al precipicio como banda. Al abandono de May se suma el abismo de la heroína por la que Florent se desliza. De esta manera, los temas del tercer trabajo eran una llamada del cantante al guitarrista hacia su amigo, para que juntos sigan persiguiendo las canciones. «Bueno, eso se lo comenté a Jota y me dijo que no era verdad, que los temas no trataban de su amigo. Pero luego lo hablé con Florent y me contestó que le llevó años darse cuenta de que las canciones iban sobre él», ríe Lacuesta, que disfruta con las zonas grises del hecho y la leyenda. «Le pregunté a Jota si ‘‘Línea 1’’ no iba de Florent, como parece... y no me acuerdo qué me contestó porque fue una noche muy larga», ríe de nuevo con los equívocos y la memoria poco fiable. La relación entre estos «vaqueros gais», como les define Lacuesta, es el leit motiv de la película. El personaje de May apunta a que no son capaces de comunicarse y solo se importan el uno al otro. «La única crítica que nos ha hecho Jota sobre la película es que ellos no hablan así. En realidad, es que no hablan», ríe Lacuesta, que hace referencia a una secuencia en la que Florent y Jota se dan una paliza imaginaria, pero solo aciertan a decir, sin mirarse, presas del odio: «Entonces, pues ya ves, tío». Se comunican con las canciones, que ponen ruido donde falta verbo. Cristalino, nombre artístico del músico y actor granadino Fran Ocete, de 35 años, da vida a Florent en una interpretación soberbia por el toxicosmos. «Me encanta la moraleja de la historia, porque la gente que no se toma el arte tan a pecho no sabe lo que es tener una relación creativa con una persona. El amor y la belleza que ellos han sacado a través de las canciones no es comparable a ninguna otra cosa. Es tan grande y mágico que eso les generó un compromiso mutuo que se ven en la responsabilidad de defender», explica.
Entre ellos, y flotando a lo ancho de la historia, gobierna un linaje artístico que va de Lorca a Val del Omar, pasando por Morente y Lagartija Nick. También la «mala follá», ese carácter autóctono que puede colocar las relaciones personales en el filo. «Yo creo que Los Planetas la representan llevada al extremo –dice desde la admiración Cristalino–. Para mí son un referente artístico y también tienen esa personalidad única de Granada, esa forma de expresión que es muy profunda pero que se expresa con dos palabras y una de ellas es una ironía».
Las relaciones en el grupo han sido y siguen siendo turbulentas, con tendencia al incendio, con divorcios temporales. «Esta gente no esconde sus defectos. Son de verdad ellos. Y tienen una tendencia a autodestruirse que hace que les aprecies más. Porque de cada una de esas crisis, con cada muerte y resurrección, resurgen con una nueva identidad. Eso es bonito y va en paralelo con la música que hacen, que tiene mucha verdad. No es casual que, cuando aparece el sonido digital, ellos hicieran ruido y distorsión para transmitir emociones, para mostrar lo imperfecto. Y sus fans son los primeros que dicen: ‘‘Qué hijos de puta son, cómo me gustan’’. Han conseguido eso con su forma de ser sin concesiones».
La banda ha recibido la película de forma desigual. Jota la ha visto dos veces. «Me dijo que él habría hecho otra película, pero ni siquiera me contó a mí la misma historia que le había contado a Fernando Navarro (guionista del filme)», dice el director, de nuevo, jugando con los espejos y las leyendas. Erik fue a verla y les envió «un mensaje cariñoso felicitándonos». Florent y May se han negado a verla, por el momento. «Yo creo que le gustará más de lo que piensa», dice Cristalino sobre el músico al que da vida, el vértice tóxico de una historia universal: la de buscar la verdad en una obra de arte. «Lo que es raro es que sucededa lo contrario, porque el estado natural de una película es que no se haga. Haberlo logrado hace un eco con el mensaje de la historia: hacer canciones como un acto de necesitarse y quererse». O hacer películas.