Buscar Iniciar sesión
Sección patrocinada por

Rozalén: «La música escrita por mujeres asusta, pero solo contamos lo que vivimos»

En «Matriz», la artista ha realizado un gran esfuerzo sentimental: le canta a su familia y sus raíces, a través de las infinitas posibilidades del folclore

Creada:

Última actualización:

A los pocos minutos de entrevista, Rozalén se emociona. Sus lágrimas son sinceras, de quien vive en la intensidad de las emociones y de quien se ha enfrentado recientemente a un duelo tras otro. La ternura de la artista se percibe en su voz, y más que nunca en «Matriz», su nuevo álbum. Para él, la albaceteña ha echado la mirada hacia atrás, ha recuperado sus raíces y las canciones que cantaba junto a su familia. Es un álbum de tradición y folclore, fusionado con técnicas actuales. Un proyecto de sensaciones, nostalgia y casualidades: la mañana que grababa «La Paloma», conocida habanera que cantaba con sus abuelos, una paloma silvestre herida se posó en su ventana. «La llevé a un veterinario, pero un día desperté y había muerto. Creo en las señales, y me han pasado casualidades un poco extrañas», explica.
¿En las casualidades encuentra la inspiración?
Muchísimas veces. Me han pasado determinadas cosas que me han hecho volver a creer. Cuando una está deseando que se le muevan los platos para intentar pensar que hay otra vida, que vamos a volver a ver... me emociono de pensarlo (se seca las lágrimas). Pues eso, abres más los sentidos, te aferras a las señales y ves cosas por todas partes.
¿A qué le canta en «Matriz»?
Hay muchas direcciones. El punto de partida es la gratitud a toda la gente que nos ha seguido durante estos 10 años. Les canto metiéndome en su cultura, en sus idiomas y sus ancestros. Luego, le canto a mis antepasados, a cada uno de mis abuelos, a mi padre. Los interludios están grabados en el cementerio, en sus tumbas. Y luego me canto a mí misma. Es un viaje a la infancia, nostalgia pura.
¿Qué ha vuelto de ese pasado para quedarse?
Siempre he tenido muy presente a la familia, a la raíz, al pueblo. Quizás en la adolescencia una reniega de esas cosas, porque no es «cool» decir que tocas la bandurria. Pero conforme voy creciendo me agudizo. Ha sido un reafirme de orgullo.
¿Cada vez regresamos más al folcore?
Hay una dirección que va todo el rato al trap, a lo urbano, al reguetón... pero en España sí estoy viendo que muchos artistas enfocan sus carreras únicamente al folclore, como todos los que han colaborado en este disco. Muchos lo mezclan con modernidades, y me parece muy interesante ver a gente tan joven cantando lo que siempre han cantado los nuestros.
¿Es necesario prestar atención a nuestras raíces?
Es de justicia poética. Porque es algo que emociona a nuestros mayores. Debemos tener un respeto hacia ellos, hacia lo que hacían. El folclore habla de nuestra historia, cuenta cómo se trabaja en el campo, de la presencia de las vírgenes y de las guerras. Cantar todo eso supone no olvidarlo.
Para este álbum ha dejado, en parte, su papel de compositora.
Algunas la he compuesto, como la jota «Es Albacete». La letra del chotis «Pichi 2.0» la ha hecho Benjamín Prado y hay alguna cosa mía. Lo que sí hay mío es mucho de mezcla, de búsqueda.
Le ha dado un buen toque feminista a «Pichi» en su revisión.
Desde niña canto «Pichi» normal, igual que cantaba la de «Don Federico mató a su mujer». Mi intención era grabar la original, pero cuando empecé a escribir la letra vi que no podía, era imposible que yo cantara eso ahora. No puedo hablar de un chulo que castiga, que como no se porten bien dos morras las suministro, las educo, las estructuro y las saco, y luego un duro para gastármelo en vicios y quedar como un señor. No había por dónde cogerlo, y aún así era una canción, se supone, irónica. Creo que la propia Sara Montiel no podría cantarla hoy. Es un juego divertido, porque yo también digo burradas. Supongo que dará que hablar, pero el humor debe estar siempre ahí.
Hay algo en Rozalén que siempre está presente, y es su reivindicación feminista.
En la lucha de las mujeres siempre he estado, porque yo compongo desde mi persona y soy mujer. Simplemente, escribiendo lo que vivo y lo que siento tiene que estar presente. Hemos estado acostumbrados a escuchar canciones escritas por hombres, por eso ahora parece que lo que escribe una mujer asusta. Pero solo contamos lo que vivimos.
Han pasado 10 años de su primer disco, ¿cuál es el balance?.
Necesito parar para digerir todo, porque han sido cosas muy fuertes. Me he llevado premios muy gordos, he cantado con mis artistas favoritos, he viajado por el mundo... Siento que tengo un poco más de madurez, eso quiero pensar. La hipersensibilidad va a peor, cada vez me duele y afecta más todo, pero eso es lo que me hace componer.
¿Cómo lo digiere?
Aún no lo he hecho, así que no lo sé. Necesito aunque sea un mes sin mirar redes ni nada, enfrentarme a todo. Quiero leer mucho, cocinar lento. Viajar lejos, o quedarme en mi pueblo. Quiero hacer las cosas que he hecho siempre sin pensar en que tengo que estar todo el rato trabajando y sonriendo.
¿Cómo le trata la fama y cómo la trata usted a ella?
La fama tiene cosas que te hacen daño si tú quieres, como es la exposición o si tú focalizas mucho en lo destructivo, pero esa no es la realidad. A mí me parecería muy injusto decir que no me siento querida, porque solo tienes que venir conmigo por la calle para ver cómo me trata la gente en el barrio. Si me dicen alguna burrada me lo dicen en redes, y esa misma gente te ve y hasta te abraza. Entonces me quedo con eso. Y yo trato a la fama adaptándome cada vez más, porque el ser humano se adapta al medio. Intento agarrar todo lo bueno que me da y usarlo para bien.
¿No ha perdido su autenticidad?
Hagas lo que hagas, habrá gente que piense que has perdido. Entonces lo más importante es saber que no te pierdes a ti misma, es la única a la que no tengo que defraudar.
En “Matriz” hay mucho de su infancia y también de duelos personales, ¿cuál ha sido el mayor reto?
Este disco ha sido un disfrute, y me ha ayudado a mi proceso, del que me queda mucho y parece que va a estar toda la vida. Ha sido como abrir álbumes de recuerdos, cajones que tenían tesoros absolutos. Ha sido abrir cosas preciosas de otros lugares. En “A Virxe do portovello”, que canto con Tanxugueiras, es una canción de 1930 que le cantaban las mujeres a los hombres cuando iban al mar. Y sentir ese dolor y la importancia para Galicia de los marineros ha sido un acto de amor brutal hacia afuera y hacia adentro.
¿Qué le produce tener constantemente los sentimientos a flor de piel?
Por eso quiero parar, quiero bailar toda la noche y ya está. Pero eso me gusta, ser intensa. Hubo una frase que me dijeron en Argentina hace tiempo, que era “ante el dolor o la nada, me quedo con el dolor”, pues ante la vida yo prefiero sentir todo el rato.