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La memoria comprometida y feminista en el tardofranquismo de Pilar Aymerich: "el encuadre, como decía Godard, es una cuestión moral"

El Círculo de Bellas Artes repasa a través de la muestra «Memoria Vivida» la extensa trayectoria de la Premio Nacional de Fotografía 2021, exponiendo por primera vez su retrospectiva
Pilar Aymerich durante la presentación de «Memoria Vivida»
Pilar Aymerich durante la presentación de «Memoria Vivida»Jesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS

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La memoria, como ese ser de lejanías umbraliano que deja que sean las cosas las que se van y no las personas las que se alejan de ellas, manifiesta cierta tendencia a la recreación de escenarios quiméricos, de episodios ilusorios archivados con la forma de los sueños y asumidos como reales. Pero el atropello indiscriminado del tiempo, los años, la experiencia, precipita que la membrana de veracidad que los recubría caiga. Hasta que dejamos de verlos como actos reales, como hechos pasados verdaderos. ¿Era rojo el pantalón de pana que llevaba cuando me caí de aquel columpio en la guardería y me hice aquella cicatriz en la barbilla? ¿No llevaba falda? ¿Es posible que nunca me cayera de ningún columpio?
Pilar Aymerich encontró en 1968 la fórmula para evitar la confusión y aunque lleva desde entonces dedicándose profesionalmente a la creación de imágenes con las que atestiguar su vida y recordar que todo lo que vieron sus ojos ocurrió, todavía hoy, sigue sin estar segura de ser «una fotógrafa o una persona que hace fotos». Esta artista visual catalana, Premio Nacional de Fotografía 2021, confesaba ayer durante la presentación en el Círculo de Bellas Artes de «Memoria Vivida», una generosa muestra comisariada por Neus Miró, en colaboración con La Fábrica y el Centre d’Art Tecla Sala que recorre cronológicamente a través de 154 fotografías toda la riqueza de su trayectoria que «el valor de la cultura ha sido siempre muy importante para mí, fuera también del propio ambiente cultural». Tal vez por eso no resulta excesivamente sorprendente el valor preponderante de la ética en su mirada: «El encuadre, como decía Godard, es una cuestión de moral. Eliges lo que quieres ver y seleccionas un trozo de realidad de manera consciente. Como fotógrafa tengo muy en cuenta lo que tengo delante como persona. Para mí la ética es fundamental».
Exposición de la fotógrafa Pilar Aymerich.
© Jesús G. Feria.
Exposición de la fotógrafa Pilar Aymerich. © Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS
Sus imágenes surgen del conocimiento de una situación dada, de la familiaridad con el entorno y de las relaciones interpersonales que construye, convirtiendo su implicación con las diferentes causas sociales y políticas de la época de transición en España en una de sus señas de identidad principales. Tanto de su vida, como de su obra. Ejemplo de ello resultan las imágenes captadas en las Jornades Catalanes de la Dona, organizadas por la Asociación Nacional de Comunicación Humana y Ecología, asociación feminista de la que Aymerich era miembro y cuyas reuniones, que se celebraron en el Paraninfo de la Universidad de Barcelona en 1976, supusieron un potente impulso para el movimiento.
También la fuerza colectiva reflejada en los rostros y los puños de todas esas mujeres que en el año 77 salieron en masa a la calle para gritar contra la violación y muerte de una trabajadora de Sabadell llamada Antonia España, y protestaron junto al Cine Comedia de Barcelona, brindando a la artista una composición visual extremadamente valiosa y paradójica ya que en ese momento figuraba en cartel una película del destape titulada "Los pecados de un ardiente varón". Aymerich esperó pacientemente a que pasaran por delante de la publicidad de un tipo de cine que denigraba los cuerpos de las mujeres para apretar el dedo.
Manifestación contra la violación y muerte de Antonia España en Sabadell (1977).
Manifestación contra la violación y muerte de Antonia España en Sabadell (1977).Pilar Aymerich
Las fotografías que captó aquellos días manifiestan un tipo de fotoperiodismo que huye de la distancia y de la supuesta objetividad del documental y hablan de una Barcelona feminista, social, reivindicativa y agitada que se desembarazaba de la España polvorienta de Franco a través de manifestaciones, huelgas, celebraciones y movimientos sociales: «sus fotografías no ilustraban textos, los generaban por sí mismas», destacó a este respecto Ana Berruguete, directora de Exposiciones de La Fábrica. La expresividad y el compromiso de los reportajes fotográficos que subrayan su virtuosismo como fotógrafa de calle conviven también con el espíritu narrativo de «Viajeras en La Habana», un hermoso proyecto compartido con la historiadora Isabel Segura que está incluido en la exposición –y que se muestra por primera vez– con el objetivo de ampliar la visión sobre el trabajo de la artista.
En el libro resultante de este viaje, el texto de Segura reconstruye literariamente los itinerarios de capital cubana por los que la Infanta Eulalia de Borbón, María Zambrano, Zenobia Camprubí y María Teresa León deambularon curiosas y despiertas dejando plasmados en cartas, diarios, ensayos o memorias todo el compendio de sentimientos que esta experiencia les generó. Junto a la mencionada narración, las fotografías de Pilar Aymerich, realizadas ad hoc para ilustrar el texto del libro, en las que hay mujeres con pañuelos asomadas a las ventanas, jóvenes desafiantes fumando puros y una vida callejera que brota y que se expande, no sólo rememoran los escenarios y las vivencias de estas cuatro mujeres sino que propone una visión única de La Habana eterna. "Este ha sido uno de los trabajos más bonitos de toda mi carrera sin duda", confiesa la fotógrafa. Y es que Aymerich lo recuerda casi todo. Con nitidez, sin tinieblas ni rastro de confusión. Sólo hace falta pasear por la dignidad de sus fotografías, archivo memorialístico imperecedero, para darse cuenta.