Una mala canción humillante: todos contra "Zorra"
La canción elegida para representar a España en Eurovisión se vendió como un símbolo de empoderamiento pero sectores feministas creen que es una caricatura
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Lo mejor del asunto es que la campaña de promoción de la eurocanción le ha salido gratis a TVE… aunque con la dimisión de la Delegada de Igualdad del ente, pero lo peor es que se ha organizado la madre de todos los debates, que ha llegado a «The Times» y ha «estimulado» la opinión del presidente del Gobierno, más ocupado en los mamíferos carnívoros vulpinos que en las reivindicaciones de los agricultores. Porque, «es solo una canción», como cantaba el gran Rosendo Mercado… pero a diferencia de lo que decía su letra, «te sientes peor» No por agredido, ofendido, insultado o interpelado, sino porque llega tarde, con desfase. Porque ni es transgresora ni merece la polarización que ha provocado, simplemente porque viene a ser nada con sifón. Máxime cuando aparece cuarenta años después de que Carlos Tena tuviera que dimitir de la misma cadena por llevar a su programa al grupo punk Las Vulpes, cantando su contracultural «Me gusta ser una zorra» -adaptación del «I wanna be your dog» de los Stooges-. Pero hoy, en el 2024, el tema no espanta. Solo es un «earworms», un gusano en el oído, como se denomina a las canciones machaconas que se nos quedan atrapadas hasta en sueños.
En la dirección de la nefasta interpretación se pronuncia el crítico musical Víctor Lenore: «Es un cruce ramplón entre Fangoria y Rigoberta Bandini. ¿Qué lo está tarareando medio país? Lógico: tiene un ritmo eufórico pero es menos de lo mismo. La voz, eso sí, es lo más flojo del pack. El tecnopop siempre ha tenido buenas vocalistas -desde Cher a Annie Lenox- por lo que en el directo tendrán poner toda la carne en el asador de la puesta en escena».
La cuestión es que está cantando mucha gente que no cantaba antes… y este santo país tiene opinión para todo, especialmente si se trata de estar dividido. Las feministas, por ejemplo, lo están. Para unas es cuestión de empoderamiento, para otras solo la caricatura de una provocación que no provoca a nadie y para otros sectores del colectivo una humillación. Así, el Movimiento Feminista de Madrid ha solicitado la retirada del tema que nos representará en Eurovisión al considerar que insulta de forma machista a las mujeres y que «es un despropósito la pretensión de liquidar el agravio de repetir insistentemente la palabra zorra como empoderamiento de la mujer». Entre las activistas que se mofan de un mensaje que pretende ser transgresor pero que no les resulta próximo al feminismo transversal o feminismo transgerista se encuentra Carmen Moreno, autora de «La copla queer»: «La letra es hortera, pasada de rosca y de moda. Es más complicado lo que hacía Rocío Jurado en ‘Lo siento mi amor’, o Serrat con ‘Penélope’. Complicado de hacer y de entender… pero pensar que este tema pueda representar a cualquier clase de feminismo… en fin, a mí como feminista y miembro del colectivo LGTBI solo me provoca mucha pereza». En cambio, la también escritora (y también activista) Valeria Vegas, asegura que «el término zorra no me epata, quizás porque me lo llevo apropiando durante años y lo tengo muy normalizado positivamente. Creo que es pegadizo y es buena canción de discoteca, lo cual no significa que sea canción propia para el Festival. Lo que más me gusta es que su intérprete tenga 55 años, en una industria que salvo Alaska (60) no da cabida a las mujeres más mayores en el pop dance».
Porque esa es la otra gran cuestión que se ha puesto en el tapete: ¿Estamos confundiendo el edadismo con la falta de profesionalidad y talento? ¿Importa la edad de Cher, Madonna o Kylie Minogue cuando las vemos en directo o sólo disfrutamos de que son grandes divas? La respuesta la tiene la afirmación del comunicador experto en música Fernandisco; es contundente: «Los coach vocales tienen que estar muy preparados para echarle un cable a la cantante de Nebulossa porque canta mal». Pero a Mary Bas le importan poco las críticas. Ella se defiende de los feminismos que la atacan asegurando que su puesta en escena promueve el feminismo del eurofan (el mismo que insultaba a Chanel por «sugardadismo»), que es el transgérero, inclusivo, «ecofriendly», sostenible, empoderado y animalista (¿será por lo de la «zorra de postal»?).
Siguiendo con la pobreza de la letra, para Ángeles Álvarez -feminista y exportavoz de Igualdad del PSOE en el Congreso- «es la exaltación del sexismo, la misoginia, y la banalización de la violencia lo que representará a España». Si estudiamos la letra -¡uf!-, la zorra de la canción no tiene que ver con el concepto de meretriz, fulana, puta o prostituta que aparece en la RAE, sin embargo, en la canción un coro de hombres llaman a la vocalista zorra de forma machacona mientras ella sonríe al ver pasar los culos de los bailarines (de postal), ya bautizados en las redes sociales como «las Marilolis de la zorra». «Que te llamen zorra no te da poder. El poder te lo da que no te lo llamen. Erradicar del imaginario colectivo un concepto tan misógino es tarea de todos y todas» ha escrito en X quien fuera portavoz de Igualdad del PSOE en el Congreso, Laura Berja. Pero como son muchos los caminos que conducen al feminismo, a la escritora Cristina Fallarás, a punto de publicar la novela «El final de todo esto», la canción no le da ni frío ni calor: «Es un pop básico. Yo soy de la época de Las Vulpes, pero ya no necesitamos ese tono reivindicativo. Que una parte de la sociedad bienpensante diga que ya no necesitamos reivindicar que ‘soy una zorra’ me divierte, pero que una parte del supuesto feminismo se escandalice, también me divierte. ¿Es feminista? No tengo ni idea, pero imagino que poder reapropiarse de un término como marica, bollera o marimacho les das en los morros a quien lo usa. La prueba de que puede ser pertinente es que hay mucha gente hablando de ese asunto… pero sobre todo es divertido todo el escándalo que se ha montado».
¿Ser una zorra es saber lo que una quiere? Cuando la cantante de Nebulossa se explica es casi peor: «Me han llamado muchas veces zorra y muchas mujeres se han sentido así. La canción es una manera de transformar esa palabra en algo bonito. ¿Por qué tiene que ser el zorro algo bueno y la zorra algo malo? Ser una zorra es saber lo que uno quiere».
Al escucharlo, al filósofo Javier Sádaba se le abren las costuras de la ética y de la estética: «Es todo de muy mal gusto. Me molesta que en estas situaciones hablemos de lo que opina tal o cual partido porque así se desenfoca todo. Hay que pensar por uno mismo. Que se puje por la libertad de expresión y provocación, está fenomenal, pero no se pueden hacer las cosas de forma tan vulgar, fea y zafia. Es de muy mal gusto para cualquier movimiento realmente feminista». La periodista y escritora Rosa Belmonte se posiciona de un modo más cínico y cáustico: «Es una canción petarda para Eurovisión, que no es Bayreuth, del dúo menos atractivo que he visto en mi vida. Que ella no cante casi me da igual. La letra es como del siglo pasado y ñoña si nos vamos a «Voy a ser mamá» de Almodóvar y McNamara o a «Murciana marrana» de Kaka de Luxe. Me parece una ridiculez todo. Yo soy más partidaria de guarra putísima que de zorra».
Por último dos mazazos supinos han venido de fuentes bien distintas, si Manu Tenorio dijo en redes que el triunfo de Nebulossa era «el reflejo del caos social en el que vivimos. Cuando lo soez toca techo, y sustituye a la lírica, a la poesía, a la belleza» el mordaz Máximo Pradera -poco sospechoso de no ser progresista- cerró el círculo como sólo él puede hacerlo, de un portazo: «Había más arte en un solo compás de ‘Me gusta ser una zorra’ de Las Vulpes que en los tres interminables minutos que dura esta apestosa boñiga festivalera»