El "chollo" de Velintonia, la casa de Aleixandre: 4,5 millones de euros (y 3,2 millones en subasta)
La Comunidad de Madrid ha expresado su deseo de comprar la casa, si no lo hace el Ministerio de Cultura, para convertir el chalé en un centro cultural


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La casa del premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre, conocida como 'Velintonia' y ubicada en el distrito de Chamberí, ha salido por tercera vez a subasta con un valor de tasación de 4.561.750 euros, según publica el BOE, siendo la puja mínima de 3.193.225 euros.
La Comunidad de Madrid ha expresado su deseo de comprar la casa, si no lo hace el Ministerio de Cultura, para convertir en un centro cultural el chalé donde el poeta vivió y donde solía recibir a amigos, intelectuales y artistas, entre ellos varios escritores de la Generación del 27.
El Ejecutivo regional ha descartado adquirir el inmueble de forma conjunta con el Ministerio de Cultura, y el consejero madrileño del ramo, Mariano de Paco, dijo en un tuit el pasado 6 de febrero al ministro Ernest Urtasun: "Sr. ministro, adquiérala, en caso contrario lo hará la Comunidad de Madrid".
Desde la Asociación Amigos de Vicente Aleixandre destacan que en esta tercera subasta "el inmueble figura como libre de cargas, cuando tiene pendiente unas obras importantes, derivadas de una ITE desfavorable de 2021, que aún no se han ejecutado"
Velintonia, la casa que Vicente Aleixandre habitó durante más de cincuenta años y que sufre un prolongado abandono, fue durante buena parte del siglo XX un lugar de peregrinaje para poetas de varias generaciones y un "faro de luz" durante el franquismo, como muestra el documental 'Velintonia 3', escrito y dirigido por Javier Vila.
El largometraje, que se estrenará en una sesión especial del 28 Festival de Málaga el próximo 20 de marzo, recupera la memoria de este lugar que, como apunta Vila en una entrevista con EFE, "parece estar siempre de actualidad" por la falta de entendimiento entre las administraciones y los herederos del poeta sobre su uso y su futuro.
"Entrar en la casa ha sido muy difícil, y eso complicó la logística de producción y el rodaje. Se abrió una subasta justo cuando se iba a rodar, con lo que no se podía acceder, pero al final la insistencia llevó a buen puerto", explica el realizador.
Mostrar el presente de la casa, según Vila, "es una reivindicación silenciosa" y el documental es también "un ejercicio coral entre muchas personas de recuperación de la memoria de Aleixandre".
Entre el abundante material que han manejado para la película destacan las cartas, "que eran la tecnología de la época", y que, con un estilo "tan confesional como el de Aleixandre, que hablaba sin tapujos de sus sentimientos", permiten acercarse de una manera diferente a su intimidad y a la de otros poetas.
La casa fue, por ejemplo, lugar de encuentro de los grandes poetas de la Generación del 27, en reuniones en las que Federico García Lorca tocaba el piano y era el centro de atención, o donde también iba de visita Miguel Hernández, que siempre le llevaba naranjas.
También fue "un lugar importante en la época oscura de la dictadura", una "una especie de faro" porque muchos amigos del poeta o estaban muertos o en el exilio y "se acabó convirtiendo en una luz para quienes estaban fuera y para la gente de la cultura".
Años después, con su entrada en la Academia en 1949, Aleixandre "se volvió intocable" y su casa se convirtió "en una especie de sitio al que debía peregrinar cualquier joven poeta que se preciara".
"Cuarenta años después, en el rodaje del documental, quienes entonces eran jóvenes de 18 o 19 años han vuelto a entrar en la casa, porque muchos de ellos habían estado allí por última vez el día del velatorio de Aleixandre", en 1984, contó el director a EFE.