Kiko Veneno, oda al génesis del "rumba-billy"
El documental «Un día Lobo López» recoge, a pantalla partida, el proceso de creación del disco «Échate un cantecito» (1992), mayor éxito crítico y comercial de Kiko Veneno
Madrid Creada:
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Para los historiadores de la música, y para los «puretas», Kiko Veneno es una de las figuras más importantes del arte español, clave en el cambio y aceleración que supuso un disco tan mítico como «La leyenda del tiempo», de Camarón de la Isla. Para los más jóvenes, es la inspiración directa y motor de aceptación del «zeitgeist» de C. Tangana, en su tránsito del rap a lo cañí. Pero la verdadera esencia del músico, o al menos eso es lo que se puede deducir del visionado del documental «Un día Lobo López», que se estrena mañana, está en verdad en el disco «Échate un cantecito», de 1992. Ahí, en el más puro amanecer del «rumba-billy», una vez lanzada su carrera en solitario, está el Veneno reconocible a través del tiempo, ese que maduró artística y comercialmente en las calles de una Sevilla recién abierta al mundo con la Expo.
Mediante testimonios de sus colaboradores más cercanos, como Raimundo Amador o Santiago Auserón, la película reconstruye la grabación del álbum, su largo proceso de producción (más de dos años) y su importancia en la carrera de Veneno, como verdadera consagración a esa tercera vía, la de mezclar la esencia del folclore con la lírica de Bob Dylan, la de presentar el ventilador a las cuerdas de una guitarra con el manierismo de un Frank Zappa. Y es que, repasando todas las canciones del disco, con sus productores y músicos, el documental de Alejandro G. Salgado se puede entender como un anecdotario íntimo, una reconstrucción verso a verso y ritmo a ritmo de un álbum perfecto.
Contado a pantalla partida, con extraordinario material de archivo y unas entrevistas que, a busto parlante, se sienten historia viva de la música española, «Un día Lobo López» viaja en realidad al génesis de la reconversión artística. En la línea de «The Velvet Underground» (Todd Haynes, 2021) o «I Am Trying to Break Your Heart» (Sam Jones, 2002), a Salgado le interesa más la música que su contexto, del que no se olvida, pero que queda en un segundo plano, precisamente, para poner en valor lo atemporal de la obra que se está estudiando. Confesional y hasta terapéutico por momentos, sus hechuras lo vuelven extremadamente disfrutable.
Y es que más allá del obligado repaso a las historias y métricas de clásicos como "Joselito" o "En un Mercedes blanco", además de la canción que da título al todo, Salgado se preocupa por bucear en las sinergias entre hombres, pero también entre músicas. De las guitarras propias de los inicios de Veneno, llegados ya a Londres, nos mezclamos con las exigencias propias del productor del disco, Joe Dworniak, que se reservó para él mismo el bajo en varias de las canciones. La mezcla, tanto del álbum, como del material de archivo y las nuevas y bien filmadas entrevistas, resulta en un documental como pocos en el panorama español, peligrosamente cerca de la hagiografía pero muestra empírica en realidad de lo complicada que se puede volver la industria de la música incluso para aquellos que han yacido junto al éxito.