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Fabia Eudocia, la penúltima emperatriz bizantina

Fue esposa de Heraclio, el gobernante del Imperio Romano bizantino, raptada
Fabia Eudocia y martine, las dos esposas de Heraclio
Fabia Eudocia y martine, las dos esposas de HeraclioPalacio de Versalles
La Razón

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El Imperio Romano representa un periodo luengo dentro de la historia de la civilización occidental que, en su vasta permanencia, tanto temporal como espacial, se produjeron una serie de cambios que son observables en nuestros días: desde la forma en la que nuestra legislación está diseñada hasta las raíces de nuestro idioma, por mencionar un ejemplo cercano. En nuestra búsqueda del «final» de este periodo idealizado y odiado a la par, nos encontramos con la desconocida figura de la emperatriz Fabia Eudocia, primera esposa de Heraclio (c. 575–641), el emperador bizantino cuya historia está marcada por la vulnerabilidad y la resiliencia frente a los avances de sasánidas y musulmanes. Heraclio tuvo dos esposas, Fabia Eudocia y Martina. Ambas figuras merecen destacar en la historia, pero en esta ocasión, nos centraremos en la primera.
A Fabia Eudocia (c.580–612) se la puede considerar como la emperatriz ideal, la «mujer amada por el pueblo». Nacida con el nombre de Fabia alrededor del 580, fue la hija del virrey Rogar, gobernante del Exarcado de África. El Exarcado fue una de las partes del Imperio Romano de Oriente controlada por Constantinopla. Los exarcados surgieron como soluciones administrativas ante un vasto Imperio que era difícil de controlar, de forma que, para intervenir en las provincias alejadas de la capital, se crearon esas divisiones que gozaron de una cierta independencia.
Seguramente para asegurar la estabilidad, el emperador Heraclio el Viejo (que a su vez fue exerta de África alrededor del 600) comprometió a su hijo Heraclio con Fabia. Quizás fruto del destino o de la inevitabilidad, Heraclio y Fabia se encontraban en el mismo lugar, siendo ambos hijos de figuras con poder, en un compromiso que simbolizaba la unión del Imperio Romano. En el 608 Fabia, aún comprometida, se vio arrastrada a la revuelta que comenzarían ambos «Heraclios» (padre e hijo) contra Focas, emperador del Imperio romano de Oriente entre 602 y 610. Dos años después de ese inicio de batalla, a Focas se le ocurrió la idea de utilizar a las mujeres de su enemigo como moneda de cambio. Así que, este conflicto tomó un giro inesperado cuando el emperador secuestró a Fabia y a su futura suegra Epifanía en el 610, utilizando su cautiverio como estrategia de negociación y persuadirles de no atacar Constantinopla. Las mujeres han sido «objeto de uso» a lo largo de la antigüedad, y en este caso, Focas las consideró como una moneda de cambio y una ventaja para no perder el trono.
Las fuentes no detallan cómo se produjo el rapto, pero sí dónde permanecieron cautivas. El monasterio de «Nea Metanoia» (que significa «Nuevo Arrepentimiento») fue una metáfora de su cautiverio. Se desconoce cómo fueron recobradas Fabia y Epifanía, o si ellas mismas se liberaron, pero la «facción verde» bizantina intervino, ayudándolas a escapar hacia la isla de Kalonymos en el Mar de Mármara (Turquía). Esa misma facción es la que había puesto al emperador Focas en el trono en el 602. Se dice de Fabia que fue querida por los miembros del bando contrario que la retenían, ya que decidieron apoyar a Heraclio y no oponer resistencia una vez llegó a la capital. Este acto de apoyo permitió a Fabia y Heraclio ascender al trono imperial. Casados el 5 de octubre de 610, ese mismo día ella se coronó como emperatriz, asumió el nombre de Eudocia y el título de Augusta.
A pesar de su salud frágil, con continuos ataques epilépticos, Eudocia fue apreciada por el pueblo a pesar de su breve gobierno. Al año de casarse, tuvo su primera hija, Eudocia Epifanía, la perfecta unión de nombres de las dos mujeres cautivas. No conocemos mucho acerca de su hija, más allá de que fue educada en la corte y desempeñó un papel en la familia imperial, probablemente influenciada por la importancia de su madre. Sabemos con certeza que Heraclio planeaba casarla con un rey turco, pero falleció antes del matrimonio durante el viaje. Asimismo, tuvo un hijo con Heraclio, Constantino III Heraclio. Desgraciadamente, Fabia falleció a los pocos meses de dar a luz al heredero, no pudiendo ver como éste sería el futuro sucesor del Imperio. Cuenta el patriarca Nicéforo de Constantinopla que, durante el cortejo fúnebre de Fabia Eudocia por las calles de Constantinopla hacía la iglesia de los Santos Apóstoles, una criada escupió indignada a la túnica de la difunta emperatriz. Este hecho desencadenó una respuesta contundente: la criada anónima fue arrestada y ejecutada en el mismo día, marcando el fin de dos vidas: una recordada (la de Eudocia) y otra castigada por las llamas de la hoguera.

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