Este es el discurso que Nixon tenía preparado por si el viaje del hombre a la Luna fracasaba
Una catástrofe no solo era posible, sino que era probable. Y pasase lo que pasase, el mundo entero lo iba a presenciar. Por eso, el entonces presidente Nixon debía guardar la compostura
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La llegada del hombre a la Luna iba a convertirse en el momento estelar de la carrera espacial que libraban la Unión Soviética y Estados Unidos. No era solamente una fantástica hazaña científica. En el contexto de la Guerra Fría, aquel hito se iba a convertir en la evidencia palmaria de que el modelo económico, político y social de quien lo consiguiese, iba a ser reconocido como superior al de su adversario.
Pero enviar hombres a la Luna era una tarea tremendamente compleja y peligrosa. Nada podía quedar sujeto al azar. Sobre todo, porque se iba a emitir en directo en todo el mundo. No solo había que conseguirlo, había que dejar claro quién lo había conseguido. Por eso, la misión espacial corrió en paralelo a una espectacular campaña mediática. Desde el comienzo de la actividad de la NASA, en el año 1958, la agencia espacial se preocupó por mantener una relación muy estrecha con los medios de comunicación, y sobre todo, con el público.
Todo esto se exageró en el año 1969, cuando se le encargó a los tripulantes del Apolo 11 que completasen una de las proezas más notables de la historia de la humanidad. El despliegue mediático de aquella misión era casi tan importante como el hecho de conseguirlo. Por cierto. este es uno de los motivos que ha provocado que, aún a día de hoy (20 años después), muchos sigan pensando que aquello nunca sucedió realmente y que se trató de un montaje.
Gracias a Dios, la nave Apolo 11 no solo consiguió colocarse en la órbita del asteroide, sino que también consiguió desplegar con éxito el módulo Eagle 3 y Neil Amstrong pudo decir aquello de “este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Todo un éxito.
Las horas previas a aquel 20 de julio de 1969, fueron un auténtico calvario para cualquiera con cierta responsabilidad en la misión. Una catástrofe no solo era posible, sino que era probable. Y pasase lo que pasase, el mundo entero lo iba a presenciar. Por ese motivo, el entonces presidente Richard Nixon, tenia preparados dos discursos alternativos: uno para el éxito... y otro para la derrota.
Este último quedó guardado en un cajón y no se supo nunca más de él hasta que, tres décadas más tarde, en el año 1999, el diario New York Times lo compartiese en un artículo al que tituló: “El desastre que nunca llegó”. El discurso fue redactado por el periodista y escritor William Safire, que por aquel entonces trabajaba en el gabinete presidencial, redactando las homilías de Nixon.
El texto decía así:
“El destino ha querido que los hombres que fueron a la Luna a explorar en paz, se quedaran en la Luna a descansar en paz.
Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no existe esperanza de que sean rescatados. Pero también saben que existe esperanza para la humanidad en su sacrificio.
Estos dos hombres están dando sus vidas para el objetivo más noble de la humanidad: la búsqueda de la verdad y de la comprensión.
Serán llorados por sus familias y por sus amigos. Serán llorados por la nación. Serán llorados por gente de todo el mundo. Serán llorados por una Madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos hacia lo desconocido.
En su exploración, consiguieron que personas de todo el mundo se sintieran como una sola. En su sacrificio, se une más estrechamente la hermandad del hombre.
En la antigüedad, los hombres miraron a las estrellas y vieron a sus héroes en las constelaciones. En la actualidad, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres de carne y hueso.
Otros seguirán, y seguramente encuentren su camino de vuelta a casa. La búsqueda del hombre no parará, pero estos hombres fueron los primeros, y se mantendrán como los más importantes en nuestros corazones.
Todo ser humano que mire a la Luna en las noches venideras, sabrá que en algún rincón de otro mundo estará para siempre la humanidad.”