Explosión estival: nos vamos de vacaciones con Santiago Segura y Leo Harlem
El director apuesta de nuevo por una comedia muy veraniega para toda la familia
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Con esta ya son cinco las veces que la aceptación del público y los ritmos y las cifras de la taquilla, parecen decirle a Santiago Segura: sigue por aquí que vas bien. El director lleva años demostrando que mientras siga funcionando, por qué no explotar una fórmula que en términos de beneficios radica en una apertura del target objetivo al que se dirigían habitualmente sus historias, pero sobre todo al que va orientado su humor –básicamente queremos que se ría el padre, pero también el hijo y el abuelo–, en la apuesta por una coralidad de personajes estándar con problemas fácilmente extrapolables a los que haya podido tener en algún momento de su vida el espectador y en un tratamiento blanco y poco problemático de las complejidades más cotidianas.
Consciente de sus logros anteriores, Segura reconoce afable, en entrevista con LA RAZÓN y con motivo del estreno de "Vacaciones de verano", su último y auguramos que próximo taquillazo estival, que "la gente es como muy dada a etiquetar. Yo estoy feliz y me encuentro cómodo haciendo este tipo de películas. Están teniendo éxito, la gente las agradece (algo que noto cuando voy por la calle) y eso es algo que me hace sentir muy afortunado. No me ha dado tiempo a cansarme todavía. En cualquier momento me pasaré a otro de todas formas, al principio me daba incluso miedo hacer cine para todos los públicos porque llegar a tanta gente no es fácil. Pero me acordaba de que en “Torrente” por ejemplo también existía esta intención: había juegos de palabras, humor físico, humor escatológico, humor negro…una mezcolanza importante. Hacer reír es como ir a la guerra: usas una granada de mano, una pistola o un machete si es necesario y en este sentido, en el humor tienes que tirar de todas las herramientas que tengas a tu alcance para conseguir el objetivo. Para hacer esta comedia familiar he intentado hacer eso mismo".
"Hacer reír es como ir a la guerra: tienes que tirar de todas las herramientas que tengas a tu alcance para conseguir el objetivo"Santiago Segura
El resultado narrativo de esa coctelería de recursos es, en este caso, un relato protagonizado por dos compañeros de trabajo que se quedan de forma paralela en el paro, uno de ellos también se divorcia (Segura) y, en arquetípica representación del hombre en crisis, se ven abocados a reinventarse profesional –y personalmente en el caso del segundo– trabajando como animadores en un hotel durante las vacaciones de verano y lidiando con la presencia obligatoriamente escondida de sus respectivos hijos, a los cuales les toca pasar esos días con ellos como consecuencia de la custodia compartida.
"Tengo la sensación de que ahora las cosas van mucho más rápido que antes y también los cambios que se producen en nuestra vida en general. La gente se casa, se separa, se vuelve a casar, no sabe qué hacer con los niños, decide cambiar de trabajo. El hombre con problemas es algo que siempre genera comicidad y nosotros, al ser tan distintos, pues ya ni te cuento: porque éste (por Segura) es un trazas y una alfombra humana y yo soy demasiado echado para adelante en la película. Cada uno tiene su particular forma de abordar los problemas", apuntala Leo Harlem.
Cuando ambos se retrotraen a los veranos de la infancia, comparten una percepción dilatada del tiempo y de esa bendita despreocupación que implicaba el hecho de sentir que eran los demás, los adultos, quienes tenían que ocuparse de las cosas: “Yo recuerdo perfectamente la consciencia que tenía del momento que estaba viviendo en verano. Pensaba bueno, esto es el mega chollo. Te lo hacen todo, te llevan, te traen, te cuidan, se ocupan. De niño yo ya era una persona agobiada, como el personaje que interpreto, y me comía la cabeza con cosas como “joder, tendré que buscar una casa para vivir y si se rompe el grifo llamar a un fontanero porque yo no sé arreglarlo y hay que pagar el gas y tengo que aprender a conducir”. Cosas que me siguen agobiando todavía claro, pero menos mal que he encontrado esta botella de oxígeno que es hacer peliculitas, divertir a la gente. Me desenvuelvo muy mal en todo lo que es la vida. Vivir es algo que me parece complejísimo”, reconoce entre risas el director antes de que Harlem apostille a modo de remate: “El tiempo cuando éramos jóvenes era completamente elástico, los meses de verano duraban muchísimo, era una maravilla, ahora vivimos mucho más apretados y si me paro a pensarlo puede que sí que los eche un poco de menos, pero las cosas las voy tomando, en general, en la vida, según van viniendo y espero que las mejores vacaciones de mi vida estén todavía por llegar”.
De los monólogos a la gran pantalla
Más acostumbrado a la inmediata respuesta de la risa cuando se sube al escenario que a la provocada en la intimidad de una sala de cine cuando aparece en la gran pantalla, el cómico y actor Leo Harlem asegura que "al ser éste un humor muy general, muy blanco y para todo el mundo, para mí no supone esa implicación arriesgada de meterme en un proyecto agresivo que pueda tener un problema o unas consecuencias. Fluye solo". Pero, además, le sirve para engrosar su lista de admiradores: "Participar en proyectos como este la verdad es que es algo bonito, porque ya lleva una carga implícita como de saga. También me favorece en mi faceta como cómico porque a mí me ha entrado mucho público gracias a este humor de adolescentes, gente más joven o incluso familias que antes no me seguían. Me viene como Dios, la verdad", confiesa entre risas.