“La corte de Faraón” o la ambigüedad erótica
El Teatro de la Zarzuela repone esta opereta con tintes bíblicos, icono del género frívolo, con Emilio Sagi en la dirección de escena y Carlos Aragón en el foso
Creada:
Última actualización:
El año de 1910 fue clave en la historia de la revista y del género frívolo teatral. “El estreno de “La corte de faraón” en el madrileño Teatro Eslava la noche del 21 de enero supuso un cambio desconocido hasta entonces. Con libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios y partitura del maestro Vicente Lleó, “esta opereta de tintes bíblicos sentó las bases del cambio de rumbo que género y público parecía ir pidiendo, va a conseguir que la denominación “frívola” comience a emplearse como sinónimo de veleidoso y ligero”, afirma Juan José Montijano en su canónica “Historia de la revista”. Encuadrada en el denominado género sicalíptico, de diálogos procaces y atrevidos, llenos de insinuaciones y connotaciones sexuales, canciones picantes y enredos vodevilescos, mezclaba opereta, zarzuela, revista e incluso cuplé, con números musicales de indudable calidad artística y estética, como el “Garrotín”, los “Cuplés del babilonio” o el terceto de “Las viudas de Tebas”. La obra en sí fue un escándalo pero marcó una época y un estilo, su éxito fue tal, que llegó a estar cerca de dos años en cartel y recorrió España durante décadas hasta que la Guerra Civil y el gobierno franquista la hicieran desaparecer de los teatros. “La corte de Faraón” llega de nuevo al Teatro de la Zarzuela –del 29 de enero al 16 de febrero-, en la producción del Teatro Arriaga, Teatro Campoamor y Teatros del Canal (2012), dirigida por Emilio Sagi y la batuta de Carlos Aragón, la escenografía de Daniel Bianco y un reparto con María Rey-Joly, Jorge Rodríguez-Norton, Luis Cansino, Enric Martínez-Castignani, Enrique Viana, María Rodríguez, Annya Pinto, Amparo Navarro, Amelia Font, Leticia Rodríguez, Ramiro Maturana, José Manuel Díaz, Jesús García Gallera y Rafael S. Lobeto.
Los autores se inspiraron en la opereta francesa “Madame Putiphar”, cuyo argumento nos trasladaba a Menfis, capital del Bajo Egipto. Faraón y la reina esperan al victorioso General Putifar para hacerle entrega de la bella Lota como esposa, pero una herida de guerra le impide consumar el matrimonio. Como regalo de bodas, Putifar compra a José, hijo de Jacob, un hermoso esclavo hebreo vendido por sus hermanos a unos nómadas, para ofrecérselo a Lota, que al verlo reconoce en él al esclavo que vio bañarse y del que quedó prendada. El montaje de Emilio Sagi es de 2012, pero “me gusta retomarla cada cierto tiempo porque es una de mis favoritas, llena de humor, de energía positiva, ironía y crítica social, una obra divertida, icono de la zarzuela –explica el director de escena-. Cuando se estrenó en 1910 se hicieron 1000 representaciones, tras lo cual quedó en la memoria y en el acervo popular. Mi objetivo era una obra de ocio para divertirse, no quería buscar ninguna clave conceptual, sino emociones y entretenimiento”. En esta reposición, “Enrique Viana y yo hemos hecho pequeños cambios en el texto y añadido algunos soliloquios, además de actualizaciones que había que hacer de cosas trasnochadas porque me ofendían a mí mismo. Por otro lado –prosigue Sagi-, también quería ese espíritu de cuando se estrenó, entonces se consideró una opereta “verde” por su ambigüedad erótico-festiva y para mantener esto hoy en día había que darle una vuelta de tuerca, trabajarlo de otra manera, buscar otras claves, además de parodiar la “Grand Ópera” francesa y su enorme pompa, “Aida”, Meyerbeer, los ballets interminables…todo eso está aquí ironizado, por eso llueve oro, como una exageración de ese gran protocolo”, significa.
Para el Maestro Carlos Aragón, “es una obra maestra porque tiene la genialidad de hacer un crisol en el que mezcla todos los géneros que imperaban en la época, cuplé, música castiza como el “garrotín” y un perfume de opereta europea, como el vals, pero ocurre –explica-, que todo en ella sucede muy rápido, cambia de estilos, de atmósferas, de carácter y de acento en cuestión de minutos, es una música muy viva, donde la orquesta es un actor más, forma parte de la escena, es música eminentemente teatral y tiene ese aire europeo que recuerda el final de un régimen, de la Belle Époque, y eso se nota”. Y concluye: “Considero que esta partitura ha sido muy maltratada, los cantantes, la música…pero cuando te adentras en su estudio descubres que el maestro Vicente Lleó era un genio de la orquestación, cómo con cuatro o cinco elementos, pero bien combinados, logra algo muy efectivo, lo que hace que para mí esta partitura sea una auténtica joya a la que respeto al máximo”.