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Marisa Paredes y su aparición estelar en "La vida es bella" de Roberto Benigni

El reciente fallecimiento de la actriz a los 78 años reivindica la figura de una de las grandes leyendas del séptimo arte. Sus colaboraciones con Almodóvar y Fernando Trueba son historia de nuestro cine
Marisa Paredes y su aparición estelar en "La vida es bella" de Roberto Benigni
Marisa Paredes y "La vida es bella" de Roberto Benigni
Pablo Martín Henche
  • Pablo Martín Henche (Madrid, 2002) estudió periodismo y comunicación audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos descubriendo su gran afán por escribir sobre cine y música. Actuó como colaborador en El Generacional en la sección de cultura como reportero y articulista. En la actualidad, se encuentra realizando sus prácticas como redactor en La Razón

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En la mañana del 17 de diciembre se ha conocido el reciente fallecimiento de una de las actrices que han reinado en las últimas décadas del cine español, Marisa Paredes. Hoy conmemoramos una de las carreras más importantes de la historia que incluye su papel en la siete veces ganadora de los premios Oscar, "La vida es bella". Asimismo, sus colaboraciones con directores de la talla de Fernando Trueba la llevaron a colaborar con Pedro Almodóvar.
Su trabajo junto al manchego conforma una de las relaciones profesionales más longevas de nuestro cine. El magnetismo que desprende la actriz en sus películas siempre que su rostros aparece en plano es la seña característica de su interpretación. Al mismo tempo, su actitud camaleónica frente a la cámara fue uno de los principales indicios que captaron la atención de uno de los directores más laureado en la historia de los Premios Goya.
Es así como, bajo el estatus de "chica Almodóvar", fue forjando su leyenda hasta la cima que hoy en día conocemos. Como consecuencia directa de su fama dio el paso al cine internacional rodando con Guillermo del Toro, con "El espinazo del Diablo", y, de este modo, con el director y actor italiano Roberto Benigni. Con este último participó en una de las cintas más recordadas de la historia del séptimo arte.

Marisa Paredes en "La vida es bella"

Esta obra maestra del cine contemporáneo cautivó a la audiencia con el enorme corazón de la misma. Este título supone un cúmulo de imágenes y escenas que hoy en día aquellos que tuvieron el honor de verla en pantalla grande en 1997, durante su estreno, todavía las recuerdan. Y no es para menos, puesto que, aunque en su momento pudiera recibir ciertas críticas por partes de los profesionales, la conmoción en el imaginario cultural ha sido notoria.
"La vida es bella" nos sitúa en 1939, en los momentos previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial, la historia de Guido (Roberto Benigni) quien tras su llegada a la Toscana se enamora perdidamente de Dora (Nicoletta Braschi), prometida con un fascista. Finalmente se acaban casando y tienen un hijo. Cuando comienza la pugna, la familia al completo es internada en un campo de concentración y es entonces cuando Guido intenta hacerle creer a su hijo que todo se trata de un simple juego.
La Razón
Es entonces donde el filme encuentra su razón de ser. En combatir la barbarie más absoluta con el poder de la bondad. De una sonrisa. Marisa Paredes, con su talento inherente, tuvo acceso al escaparate mundial interpretando a la madre de Dora con un papel trascendental en el recorrido del personaje y en el desarrollo de la cinta.

Almodóvar y Marisa Paredes: una carta de amor al cine

La relación profesional de ambos dio comienzo con "Entre Tinieblas", una alocada cinta que nos muestra el lado más rebelde y ateo del cineasta. Sin embargo, sus colaboraciones más celebradas son "Tacones Lejano", en 1991, "La flor de mi secreto", en 1995, y, por supuesto, "Todo sobre mi madre", en 1999. Ese plano con Cecilia Roth esperando a la salida del teatro bajo la solemne mirada de Marisa Paredes reflejada en el muro es uno de las pinturas más destacadas del variopinto cine de Almodóvar. Acto seguido, su aparición en "Hable con ella", otro de sus grandes hitos, y "La piel que habito" cierran una etapa que representó el lado más artístico de ambos pero, sobre todo, la pasión de ambos por la gran pantalla.