«Barbie» sublimó la gran pantalla hasta el éxtasis de lo cuqui
La película de Greta Gerwig, y el «Oppenheimer» de Nolan, definieron un año marcado por el conato de despedida de varios maestros
Madrid Creada:
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Hay algo, una cuestión lisérgica casi, que permite que llevemos siglo y el descuento matando al cine y que el muy cabrón no se quiera morir. Como la más tóxica de las bacterias, el madridismo intrínseco a la caprichosa o el medio limón del fondo de la nevera, nada puede contra la sensación de encontrarse a uno mismo en la sala a oscuras, celebrando aquel tango que no se llegó a bailar o los recuerdos que sí se terminaron por romper. El séptimo arte, aunque la metáfora esté sucia de tan manoseada, está hecho del material del que se hacen los sueños, la nostalgia y todas esas «cosas bonitas» que formaban parte de la fórmula secreta de Las Supernenas. Y algo (mucho) de esa cursilería «cool» tuvo 2023.
Por eso, en el año en el que Hollywood se dio el lujo de parar casi medio año -entre la huelga de guionistas y la de actores-; en el mismo año en el que las plataformas de «streaming» se hicieron con más porción de la tarta y se permitieron hasta no emitir series ya rodadas solo por ahorrarse unos cuantos impuestos; y en el año en el que casi todas las películas de superhéroes -otrora salvavidas de la taquilla- se dieron de bruces contra el suelo, el cine revivió a pura «Kenergía». Citando al maestro Jorge D’Alessandro, siempre en su «prime»: «Si yo saco una cazadora del armario y la meto en la nevera, he metido una cazadora en la nevera». Y eso es exactamente lo que hizo la espectacular «Barbie» de Greta Gerwig, fenómeno ya no solo cinematográfico, sino cultural de 2023 (¿y de toda la década?). Al cierre de esta edición, y pendiente de varios reestrenos, el filme lleva recaudados más de 1.400 millones de dólares en todo el mundo. La cazadora, aquí la muñeca más icónica de la historia del juguete, metida en una nevera llena de pop juguetón (¡Larga vida a Dua Lipa!), escarchada del feminismo blanco más fácil de digerir y congelada para la posteridad gracias a una Margot Robbie que nació para interpretar el papel, se ha vuelto un icono por sí mismo, exaltando las tesis de Charles Peirce sobre la iconicidad metafórica y, de paso, llenando las salas de gente vestida de rosa.
De negro, por una cuestión mercadotécnica que se resolvió a dualidad sectaria, se daban cita en los cines los espectadores de «Oppenheimer», quizá la mejor película del año y una demostración empírica de que el cine sigue siendo la cuestión más política de todas las cosas menos políticas. El filme de Christopher Nolan, oda al Prometeo que nos trajo la destrucción de mundos y escupitajo sobre la barbarie envuelta en banderas (con o sin el escudo de armas recortado), ha encabezado una cosecha llena de maestros volcando oficio, como es el caso de Martin Scorsese, con «Los asesinos de la luna», Aki Kaurismäki con «Fallen Leaves» o nuestro Víctor Erice con «Cerrar los ojos». Es como si la cuestión pública, bien sea para lo militar, para lo cultural o para lo racial, hubiera poseído los testamentos: «Si no me quejo ahora, no me voy a quejar ya nunca», parecían espetar sonrientes y al unísono los citados.
La nostalgia del hombre viejo maridó a las mil maravillas con el éxtasis de lo cuqui, y también con esas pequeñas maravillas que no se le escaparon a ningún cinéfilo: «Skinamarink», «La memoria infinita» o «Trenque Lauquen», que les sonarán menos que los taquillazos, nos llenaron el curso de alegrías, algo que en lo patrio se tradujo en una especie de año del perro (¿Ya habíamos dicho que todo es política?). El del can que lleva una gorra hacia atrás en la barca de Erice, el chucho que es maltratado hasta la canonización en «Un amor», de Isabel Coixet, y también el del perro sino de los protagonistas de «La sociedad de la nieve» o «Saben aquell», quebradas por melancolía. Y al final, como solo somos Ken y los sueños, aunque sean de cine, sueños son, el cine en 2023 se volvió tan plástico como la propia muñeca de Mattel y tan consciente de sus pecados inmortales como el creador de la bomba atómica.