Crítica de “Halloween Kills”: ojo por ojo ★★☆☆☆
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Dirección: David Gordon Green. Guion: David Gordon Green, Danny McBride, Scott Teems. Intérpretes: Jamie Lee Curtis, Judy Greer, Anthony Michael Hall, Andy Matichak. USA, 2021, 105 min. Género: Terror.
Parece que Haddonfield votó en masa a Trump. La América del ojo por ojo, la que asaltó el Capitolio el pasado 6 de enero, la de las hordas republicanas vestidas como tramperos y guerreros apocalípticos, es la que está dispuesta a tomarse la justicia por su mano para acabar de una vez por todas con Michael Myers. Hay un poquito de confusión ideológica en la denuncia urdida por David Gordon Green, después de potenciar una lectura de género, post #metoo, en el segundo ‘reboot’ de la saga. No es lo mismo el gesto de Fritz Lang, que se posicionaba claramente contra el nazismo cuando condenaba el linchamiento del asesino pederasta de “M” (y, poco después, repetía indignación en América con “Furia”), que el gesto del director de “Prince Avalanche”, que sí aplaude que Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) y su hija hayan aplicado el código de Hammurabi. A estas alturas, es difícil que Myers se revele como símbolo de algo que no sea él mismo, por lo que verlo como antagonista del trumpismo resulta un poco extraño. Con todo, esa coartada ideológica no es suficiente para que esta secuela rutinaria, con más muertes por minuto de las que este crítico pudo contar, pertenezca a ese “terror elevado” de triples lecturas que parece justificar la relevancia del filme más allá de su consumo en multisalas. Ni siquiera la némesis de Myers, ese objeto de deseo largamente aplazado llamado Laurie Strode, consigue destacar más allá de lo testimonial: acostada en la cama de un hospital con más agujeros que un colador, es la voz de la conciencia de la película, que nos avisa de que la violencia genera violencia como si hubiera descubierto que la Tierra es redonda.
Lo mejor: Es tan bruta y sangrienta que a veces recuerda a los ‘slasher’ más descerebrados de los ochenta.
Lo peor: Su mensaje antirepublicano, vía denuncia contra el linchamiento por decreto popular, es confuso.