
Neurología
Harvard desarrolla un test para evaluar tu memoria. Y te sugiere cómo mejorarla
Tenemos varios tipos de memoria y cada una puede ser estimulada con ejercicios específicos.

Si alguna vez te ha costado recordar el nombre de alguien o te has quedado en blanco en pleno examen… Si no recuerdas qué cenaste ayer, pero sí el menú completo de tu boda hace 20 años, eso tiene un motivo. Nuestro cerebro cuenta con cuatro tipos básicos de memoria. Y una forma de ejercitar cada una de ellas.
La primera de ellas es la memoria sensorial, la que nos permite recordar información sensorial después de que la estimulación haya terminado. Recordar la sensación del tacto de una persona o un sonido que escuchamos en una calle es memoria sensorial. Por lo general, la memoria sensorial solo retiene la información durante períodos breves.
Luego está la memoria a corto plazo, aquella que nos permite recordar información específica sobre algo durante un período breve. No es tan fugaz como la sensorial, pero tampoco es tan permanente como la memoria a largo plazo.
El tercer lugar lo ocupa la memoria de trabajo y tiene que ver con la cantidad inmediata y pequeña de información que una persona usa activamente mientras realiza tareas cognitivas y nos permite ser eficiente en tareas mecánicas o rutinarias.
Finalmente, tenemos la memoria a largo plazo y es donde se almacena todo lo que ha sucedido más de 30 segundos atrás, aunque en este cajón hay “subdivisiones” para cosas muy importantes, importantes y completamente triviales.
Como cada una de ellas sirve un propósito distinto, la forma de estimularlas también es específica. Y esto es lo que pretenden los neurocientíficos de Harvard Andrew Budson y Elizabeth Kensinger.
Para ello han desarrollado un test online, que, basado en investigaciones para optimizar la capacidad de recordar, realiza preguntas concretas y evalúa en qué patas de nuestra mesa cojean los recuerdos.
Budson y Kensinger recomiendan, aun antes de obtener los resultados, algunas prácticas muy sencillas para estimular la memoria en general. La primera es realizar ejercicio físico no necesariamente intenso, pero sí sostenido en el tiempo, basta media hora diaria de caminata. Respetar las horas de sueño (el momento en el que se afianza la memoria).
Otra forma de ejercitar la memoria es, sencillamente, prestar atención a los detalles, crear “músculo” usando los sentidos para no olvidar características específicas de un libro, una película o una comida. Pero lo más importante es apelar a todos los tipos de memoria, utilizando tanto la vista, como el oído, el olfato y hasta el gusto.
Comprender qué tipo de memoria es más débil en cada uno de nosotros, nos permite anticiparnos a futuros problemas de salud mental.
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