Opinión

Salón de la Enseñanza, un año más

El Ejército ha vuelto a estar presente en el certamen con un stand

Imagen del stand del Ejército en el Salón de la Enseñanza
Imagen del stand del Ejército en el Salón de la EnseñanzaJ.M. Fuster Fabra

Entre los recuerdos imborrables que tengo de mi etapa como reservista en activo, está el acudir cada año al Salón de la Enseñanza en el stand del Ejército.

Recuerdo que me ponía el uniforme y lo mucho que disfrutaba enseñando a los jóvenes lo que es y lo que significan nuestras Fuerzas Armadas, y la satisfacción por las colas que se formaban para subirse al simulador de la cabina de un F-18, o vivir la experiencia en realidad virtual de un rescate de rehenes.

Cada año, y me consta que también este, podemos decir siendo modestos, que es uno de los stands más visitados y que más curiosidad genera.

No me duele en prenda en reconocer la impagable contribución de la señora Ada Colau cuando, y siguiendo el protocolo se le acercaron dos mandos para invitarla al stand, ella declinó la invitación y su respuesta se hizo viral. Gracias a ella, España entera supo que el Ejército estaba allí y que eran muchos los jóvenes que se interesaban por saber lo que somos, lo que significamos.

También acude cada año un grupo de gente, mayoritariamente de edad avanzada a protestar por nuestra presencia. Cada año son más o menos los mismos, si bien cambian la performance. Recuerdo un año en que se quedaron sólo con un body y se tiraron pintura roja encima. La verdad es que ver, por ejemplo, a un señor entrado en años quedarse en body y tirarse pintura por la cabeza resultó de lo más curioso y surrealista. Tengo que decir en su favor que, gritos y pancartas, aparte son gente muy disciplinada: cuando vienen se pone una cinta alrededor del stand. Ellos saben que allí no pueden pasar y no pasan. Mientras los uniformados detrás de la cinta nos limitamos a mirarlos, mentiría si no digo que incluso a base de verles año tras año llegamos incluso a saludarnos con alguno. Luego lo recogen todo, los de limpieza de la Feria limpian el suelo, y otra vez las colas de los chavales interesados en aprender valores como el honor, la valentía y el sacrificio.

A mí me entusiasmaba ir por mi doble condición de reservista y profesor universitario. Disfrutaba pasando por el stand de mis universidades, la de Barcelona y el CEU Abat Oliva, y departir con mis compañeros académicos con mi uniforme puesto. Tengo que decir que lejos del más mínimo incidente, más de un compañero y público en general me pedía hacernos una foto con ellos.

En fin, que la gente es muy normal, comprende el valor de las Fuerzas Armadas, se interesa por una salida profesional que ofrece formación y empleo, y saben que los uniformados son, somos, personas dispuestas a dar la vida si hace falta y aceptar cualquier sacrificio o misión, sencillamente para proteger y ayudar.

¿Qué quieren que les diga? Personalmente me puede la nostalgia de esa etapa de mi vida, tanto que estoy pensando pedir permiso para ponerme nuevamente el uniforme y volver al stand el año que viene. Claro que corro el riesgo de que los jóvenes me confundan con una pieza de museo o recreación histórica.