Una propuesta excepcional

Cuando París fue la capital del arte

Gothsland presenta en una exposición obras de Casas, Rusiñol, Nonell, Opisso, Toulouse-Lautrec o Valadon, entre otros

Un dibujo de Ramon Casas en la muestra
Un dibujo de Ramon Casas en la muestraGothsland

Hubo un tiempo en el que París era la Meca, el lugar al que cualquier artista aspiraba a trasladarse para probar las mieles del éxito. Fueron los años de la bohemia en Montmartre, de codearse con lo que quedaba de la sombra de Oscar Wilde mientras Toulouse-Lautrec dibujaba y pintaba a las bailarinas del Moulin Rouge mientras levantaban sus faldas. Fueron los tiempos de pasarse las noches fumando opio y bebiendo absenta como remedio para la búsqueda de inspiración. Por allí pasaron una serie de creadores que son los protagonistas de una excelente exposición que ha abierto sus puertas en la galería Gothsland de Barcelona. Y subrayo lo de excelente no solo por las grandes firmas que ocupan las salas de la muestra sino por la indudable calidad de los trabajos que en ellas se recogen. Porque nos encontramos con nombre del nivel de Suzanne Valadon, Isidre Nonell, Ramon Casas, Santiago Rusiñol, Gaspar Camps, Joan Cardona, Ricard Opisso y, mención especial, Henri de Toulouse-Lautrec, entre otros.

El punto de partida, como dice el título de esta propuesta, es la luz de la capital francesa. Pero en el conjunto también aparecen sombras, algunas de ellas provocadas por aquellos que pensaron que en París se comerían el mundo, pero fue la vida quien se los merendó. El caso más dramático es el de Carles Casagemas, el pintor que fue uno de los más íntimos y cercanos compañeros del joven Pablo Ruiz Picasso. Ambos llegaron a la ciudad siguiendo los pasos bohemios de la comunidad catalana que se había instalado allí tiempo atrás, como Rusiñol, Casas y Nonell. Sin embargo, Casagemas vio cómo su vida cambiaba al enamorarse de una modelo llamada Germaine que acabó siendo su perdición, como es sobradamente conocido. Sin Picasso a su lado, Casagemas decidió acabar con la vida de su frustrado amor de un disparo, algo que afortunadamente le salió mal, para después, al creer que ella estaba muerta, volarse la cabeza. En Gothsland hay un pequeño gran retrato de aquel pobre desgraciado, realizado con trazo seguro y casi caricaturesco por Ricard Opisso.

Esa pieza se exhibe en diálogo con un autorretrato de Isidre Nonell, una pieza alejada de sus habituales imágenes protagonizadas por gitanas. Es un Nonell feliz, alejado del drama y que refuerza con su dibujo su capacidad para darnos los detalles esenciales con los que captar su nada disimulada alegría de vivir. No se puede olvidar que fue un generoso Nonell el encargado de proporcionar un primer hogar y taller parisino precisamente a sus queridos Casagemas y Picasso.

Una de las joyas de Gothsland es un grabado con un autorretrato maravilloso de Suzanne Valadon. Gracias a la magnífica exposición monográfica que se abrió el pasado año en el Museu Nacional d’Art de Catalunya sobre Valadon, ella ha vuelto a renacer artísticamente, reapareciendo su obra en museos, galerías y subastas. Ella fue una luminosa excepción en un mundo marcado por los hombres. Por eso, encontrarla en Gothsland, es una buena noticia, además de que esta obra gráfica es una composición de primer orden.

Si seguimos recorriendo por este paseo parisino tenemos obligatoriamente que pararnos ante un dibujo, probablemente la primera vez en muchos años que tenemos en una galería de Barcelona a Toulouse-Lautrec. En ella aparece el perfil de Gabriel Tapié de Céleyran y la cabeza caricaturizada de Maurice Guibert. Es todo un documento porque Tapié de Céleyran fue primo y el mejor amigo de Toulouse-Lautrec, además de compañero en las muy frecuentes visitas a las fiestas en el Moulin Rouge. Por su parte, Guibert fue otro de los grandes amigos del pintor y dibujante, además del autor de algunos de sus retratos fotográficos más populares.

En Gothsland, volviendo a la escuela catalana, no se puede dejar de lado el magnífico retrato del ingeniero, pintor y crítico de arte Miquel Utrillo, firmado por Ramon Casas en 1917. Utrillo fue la pareja de Valedon, que también fue su modelo. Aunque no se comportó especialmente bien con ella, finalmente acabó reconociendo la paternidad del hijo de ambos y de nombre Maurice. El óleo que se presenta en esta exposición podría ser perfectamente pareja del que Utrillo protagoniza en el Moulin de la Galette, gracias al pincel de su amigo Santiago Rusiñol.

Siguiendo con Ramon Casas, en Gothsland vemos colgado un dibujo de corte humorístico que sirve para subrayar la fascinación que el artista modernista siempre tuvo por el deporte, lo que lo convertía en uno de los hombres más adelantados de su tiempo, al menos en Cataluña.

Igualmente la exposición también contiene algunos carteles de primer orden que son verdaderas piezas de museo.