Sociedad
Un «match» entre abuelos y estudiantes para compartir casa
La plataforma Hagamos Hogar lucha contra la soledad no deseada y el alto precio del alquiler en Málaga
«Soy sociable por naturaleza, no me aíslo, pero vivo sola en casa y se vienen recuerdos, pensamientos, temores... es difícil explicarlo». Graciela, a sus 75 años, está buscando compañero de piso. Llegó desde su Argentina natal a Málaga hace poco más de seis años buscado buena calidad de vida, pero le sobra casa y le falta alguien quien la llene y le haga sentirse «útil». Por eso se ha inscrito en la plataforma Hagamos Hogar, que busca «match» entre estudiantes y personas mayores para compartir piso y convivencia.
Graciela se animó a inscribirse en esta plataforma por la buena experiencia que tuvo en el confinamiento. «Un chico argentino vino a estudiar un postgrado en la Universidad de Málaga y le alquilé una habitación justo cuando estalló la pandemia. Nos miramos los dos y prometimos hacer pasar la estancia al otro lo mejor posible. No fue nada difícil porque es una persona muy especial», apunta. Ahora está buscando repetir la experiencia dentro del programa piloto que el Ayuntamiento de Málaga han puesto en marcha con Hagamos Hogar.
El objetivo que persigue el Consistorio es ofrecer una solución habitacional a precio asequible a los jóvenes de los pueblos que estudien en la ciudad. Para ello, la plataforma Hagamos Hogar pone en contacto a estos estudiantes con personas mayores de 55 años que residan solas, tengan espacio en sus casas y estén dispuestas a una convivencia intergeneracional. Este programa, en el que colabora también la Universidad de Málaga, prevé desarrollar al menos una decena de este tipo de experiencias al año.
Las administraciones creen que no será difícil. Hay que tener en cuenta que en Málaga capital hay más de 25.000 personas mayores que residen en hogares unipersonales y la tendencia es que sigan aumentando hasta alcanzar el 27,36 % en el año 2039. A su vez, existe una importante falta de vivienda de alquiler, lo que ha disparado los precios de los pisos en los últimos años.
Graciela ya está inscrita en este programa y Hagamos Hogar se encarga de buscar el idóneo. «Me he animado porque necesito compañía y, también, porque es una ayuda económica importante, con la seguridad, además de no abrir mi casa a cualquiera porque detrás del proyecto hay instituciones y cuento con garantías», apunta esta argentina, que ya ha trasladado los requisitos que busca.
Como Graciela hay otras 320.000 personas que viven solas en Andalucía y más de dos millones en toda España. Según el Observatorio Estatal de Soledad no Deseada, esta constituye un factor de riesgo para la salud mental, para la depresión y para otras patologías.
Esto mismo es lo que percibió Natalia Cerón cuando cuidaba a personas mayores que vivían solas y el motivo por el que desarrolló posteriormente Hagamos Hogar. «Cuando trabajaba acompañando a mayores me di cuenta de un patrón que se repetía: eran personas con viviendas grandes y habitaciones vacías inundadas de fotos y de recuerdos. Una de las mujeres a las que visitaba me propuso vivir con ella y ese fue el disparador de la plataforma», cuenta Natalia. En aquel momento, estaba estudiand oMarketing y Dirección de Mercado y al terminar desarrolló su TGF con esta idea. En 2021 recibió el premio Spin-off de la Universidad de Málaga y la dotación económica de 12.000 euros le sirvió para arrancar con el proyecto.
Natalia Cerón afirma que, desde el principio, la idea era poder escuchar las necesidades de los ancianos: «Una de las principales preocupaciones que tenían era la conexión entre ellos y el inquilino. A partir de ahí, empezamos a trabajar en un sistema de matching que lo que hace es arrojar porcentajes de compatibilidad en base a una serie de caracteres que analizamos». La CEO de «Hagamos Hogar» detalla que el proceso de conectar a ambas partes pasa por varias fases. En primer lugar, se hace un estudio del propietario, se le conoce, se verifica su vivienda y se contacta con sus hijos o familiares, si tuvieran, para hacerlos parte de este proceso. Tras ello, se inicia una búsqueda activa de candidatos. Es el propio sistema de matching el que ofrece un porcentaje de compatibilidad. A partir de ahí, se inicia la conexión y convivencia entre el anfitrión y el inquilino, pero los mayores son los que tienen la última palabra.
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