Apertura de temporada
El triple riesgo de la caza: mixomatosis, el virus bagaza y la sequía
Alfonso Medina, presidente de la FAC en Cádiz, lamenta el estado de dos especies icónicas en la provincia como el conejo y la perdiz
Con una extraordinaria diversidad de especies cinegéticas, 17.000 licencias (9.000 escopetas federadas) y una red de cotos, privados y públicos, que supera los 800 (en torno a 550.000 hectáreas, las tres cuartas partes de la provincia), Cádiz es uno de los «puestos» destacados para la caza en Andalucía.
Basta con mirar los beneficios económicos que reporta al territorio (en torno a los 200 millones de euros anuales según el último estudio de Deloitte) y los numerosos puestos de trabajo que genera (más de 7.000) en un sinfín de entornos rurales para ver la dimensión real de una actividad que en la provincia se desarrolla en sus dos modalidades; menor, con destacado protagonismo de la campiña y la perdiz roja, y mayor, con la Sierra de Cádiz y el ciervo como abanderados.
A las puertas de la apertura –el 9 de octubre– de la temporada de la perdiz roja, liebre, codorniz y resto de especies de caza menor (la tórtola se excluye este año por estar sometida a cuota cero para la implementación del plan adaptativo de caza sostenible de la especie), la caza está inmersa en una de sus temporadas más complejas, marcada por dos males con tintes casi endémicos: la sequía y las enfermedades que siguen mermando algunas de sus especies más emblemáticas.
«La caza, en cuanto a actividad, sigue gozando de buena salud en la provincia. Con una demanda continuada en los cotos, tanto de cazadores de la provincia como de otros puntos de Andalucía, España e, incluso, del extranjero», señala Alfonso Medina, presidente de la delegación gaditana de la Federación Andaluza de Caza.
Pese a este interés, «el panorama es bien distinto en la caza mayor y en la menor». «La caza mayor (el próximo día 15 se abre la temporada para ciervo, gamo, muflón y jabalí) está en condiciones óptimas, con especies que presentan un excelente estado y que, por tanto, todo hace esperar que será una buena temporada».
«Muy distinta», explica, «es la situación en la caza menor, ya que dos de nuestras especies más emblemáticas y valoradas vienen arrastrando enfermedades que han reducido su población de forma importante». Una de ellas es el conejo, para el que se levantó la veda el pasado 15 de agosto y que sigue sin recuperarse debido a dos enfermedades que no han dejado de castigarlo de forma contundente, la mixomatosis y la neumonía hemorragia vírica (NHV, que afecta especialmente a los individuos adultos, sobre todo a las hembras gestantes y lactantes).
«Desgraciadamente», lamenta Alfonso Medina, «seguimos padeciendo enfermedades (muy en especial la mixomatosis) que continúan haciendo mucho daño a nuestra población de conejos, mermando de forma considerable el número de una de nuestras piezas más emblemáticas».
Virus que, cabe recordar, en 2018 sufrió una mutación que comenzó a castigar de forma considerable a la liebre, especie con mucho menor poder reproductor y cuya población comenzó a experimentar descensos alarmantes.
La perdiz roja y el viruz bazaga
A la preocupación por la situación del conejo se une la inquietud por el estado de la perdiz roja salvaje, joya de la caza menor de la provincia de Cádiz que en los últimos años ha visto reducida su población de forma considerable debido al bagaza, virus procedente del África subsahariana que también ha tenido incidencia en el faisán.
Las malas prácticas agrícolas, la excesiva presión cinegética y de sus depredadores naturales, el uso de pesticidas o factores antrópicos como la alteración y destrucción de su hábitat natural también están afectando a la especie.
«Se trata», apunta con gran preocupación el presidente de la delegación gaditana de la FAC, «de una situación muy complicada, con una importante merma de ejemplares y que, mucho me temo, tardaremos años en superarla».
De carácter sedentario, tono pardo e inconfundibles «pinceladas» rojas, «es la pieza más icónica de nuestra caza menor», como lo demuestra su protagonismo en más de 450 cotos de la provincia bajo la modalidad de ojeo y el importante número de cazadores de otros territorios de España y países que demandan puestos en sus grandes zonas, la comarca de La Janda y la Campiña de Jerez.
De hecho, desde hace dos décadas es motivo de esfuerzo y desvelo de la Asociación para la Conservación de la Perdiz Roja Autóctona (ASPER), iniciativa nacida al amparo de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Cádiz (Asaja-Cádiz), y de la propia Junta de Andalucía, que ha articulado un programa de actuación contra el bagaza con la implicación de administraciones y sector.
«Aún no sabemos la incidencia que va a tener esta temporada el virus, de hecho», resalta, «hace unos días enviamos para su estudio un ejemplar que había aparecido muerto en el término de Barbate».
Sequía y cerdo asilvestrado
A estas enfermedades, la caza suma este año los efectos negativos de la sequía en las especies cinegéticas. «No podemos hablar de datos concretos. Existen diferencias por zonas y entiendo que cada coto, por su propio bien, ha de ser responsable para ver en qué medida debe actuar para, como resulta obvio, velar por sus especies, su gran patrimonio».
No obstante, Alfonso Medina aclara que «las especies de caza son bastantes resistentes a la sequía, ya que, desgraciadamente, la padecemos de forma cíclica».
Mayor amenaza son los cerdos asilvestrados, «cada vez más numerosos y que están ocasionando mayor daño al campo». Y es que, tal y como advierte la Consejería de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul, «su presencia en libertad en el medio natural constituye un riesgo para la ganadería, la agricultura y el ecosistema», influyendo también «en el mantenimiento de las poblaciones naturales de jabalí por la posibilidad de que aparezcan ejemplares híbridos».
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