Richard Ford: «Los que apoyan a Trump quieren volar Estados Unidos por los aires»
El novelista se despide en «Sé mía», su nueva novela, de Frank Bascombe, el personaje que le ha acompañado a lo largo de toda su carrera literaria
Madrid Creada:
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Richard Ford se mantiene en forma. Ha cumplido ochenta años, pero luce la envidiable silueta de un nadador de fondo: alto, delgado y ágil. La edad no ha disminuido su estatura y mantiene la espalda recta de los hombres que aún son capaces de decidir sobre su destino. Presume de unas manos grandes y luce una mirada de aire burlón. El escritor lo disimula, pero tiene sentido del humor y en sus comentarios tira de ironía. Tiene tablas este Richard Ford. Y mucha vida encima, aunque esquive mencionarlo. Practicó boxeo en su juventud, tuvo sus más y sus menos con algún autor de renombre y admite llevar mal las críticas. En «Sé mía» (Anagrama) se despide de Frank Bascombe, el protagonista que le ha acompañado a lo largo de cuatro libros. Lo que aún no ha decidido y si este adiós es también el suyo.
¿Cuándo fue feliz? ¿Cuando su abuelo le enseñaba a boxear o corrigiendo libros hoy en día?
(Risas). Nunca me siento feliz cuando corrijo libros. La última parte... corregir, editar, revisar... La verdad es que me resulta doloroso y quiero que se acabe. Pero mejor que nunca se acabe del todo. Pero cuando mi abuelo me enseñó a boxear tampoco fui feliz, porque sabía que me iba a llevar a meterme en más líos y, ¿sabe?, me llevó a más líos (risas). Durante un tiempo practiqué boxeo, pero solo durante un año o dos. Hubo gente que me pegó y yo le di a la gente.
«Los escritores no necesitan una leyenda de malditos. Es un mito»Richard Ford
¿Le sirvió? Los escritores están hechos de lecturas y de experiencias.
Sí, pero creo que se puede ser escritor y haber tenido solo experiencias internas. No tienes que haber hecho nada genial para ser novelista. Si tienes sensibilidad y una sensibilidad viva, una vida interior intensa, también puedes escribir grandes libros. No necesitas haber sido boxeador (risas). Pero tampoco haber hecho cosas dramáticas. Yo, la verdad, es que he tenido una vida sin demasiados episodios significativos. No hay nada en mi existencia que no hayan hecho diez millones de personas más. Mi amigo Tim O'Brien fue soldado en la guerra y escribió unas historias fantásticas al respecto, pero no es necesario pasar por eso. Si la pregunta fuera si es necesario para un escritor tener una leyenda de maldito, la respuesta, sin duda, es que no. Eso es un mito.
¿Ha sido feliz?
Feliz e infeliz, pero mayoritariamente feliz. Las instituciones principales de mi vida han sido buenas. Mi madre y mi padre me querían, y yo los quería. Me casé con la chica adecuada. No he tenido hijos. Quería escribir novelas y lo hice. Y lo sigo haciendo. No soy un alcohólico. No he tenido enfermedades. Mi madre me dijo: «Tienes que ser feliz». Y yo lo era. Pero creo que la felicidad te la tienes que inventar. Te pasan muchas cosas en la vida y no puedes controlar todo. Eso. Pues. depende de ti. A veces, me pasan cosas malas, que me hacen infeliz o muy infeliz, pero busco mecanismos y palabras para sobrevivir a eso y sacarle partido. Esa es nuestra responsabilidad. Es decir, sacar partido a hacer algo útil con lo que malo. Y yo diría que consigo sacar provecho incluso de las cosas malas.
En «Sé mía» cierra el ciclo novelístico de Frank Bascombe. ¿Cómo es la relación con los personajes? ¿Les da sus experiencias? ¿Aprende de ellos?
Los personajes no tienen nada que enseñarme. Yo tengo todo lo que hay que enseñarles a ellos. Yo soy el jefe. Aquí, yo soy quien manda (risas). Yo soy la última autoridad. Y si hacen algo brillante o duro o divertido, soy yo, yo el que me lo he inventado. Y si otro autor le dice algo distinto, le está mintiendo.
«No sé si seré capaz de afrontar la disciplina que se requiere para escribir otra novela, ya sea larga o corta»Richard Ford
¿Y cuando hacen algo malo?
¡También es culpa mía! Sí. (risas). De hecho, es mejor cuando hacen algo malo, porque entonces puedo escribir sobre sus consecuencias. En una ocasión hice que un hermano y una hermana se acostaran en la misma cama y la gente me dijo de todo, que era incestuoso... pero quería hacerlo para examinar las consecuencias de ese acto, que, al final, fueron buenas. Al escribir mis personajes, simplemente, soy libre.
En su novela, un padre sobrevive a su hijo. ¿Por qué está despedida de Frank Bascombe?
Porque me ha permitido indagar en lo que nos dictan las convenciones sobre este asunto. Las convenciones nos dicen cómo sentirnos. Aseguran que, si un padre sobrevive al hijo, es lo peor que te puede suceder. Y yo quería ver si podía escribir algo distinto y contra que se puede sobrevivir y superar la muerte de un hijo. En ese momento, tu sensación más potente es yo no me estoy muriendo. La convención te diría que tú te quieres morir, que no podrás sobrevivir, pero las construcciones convencionales no son suficientemente interesantes para mí.
¿No le gustan las convenciones? ¿Le gusta escribir contra ellas?
En el fondo son las dos cosas. Tienes que escribir dentro de las convenciones para que el lector se pueda identificar, pero tienes que escribir sobre cuestiones fuera del punto de vista convencional. Hay que soñar algo nuevo dentro de esas convenciones. La sabiduría convencional no siempre es satisfactoria. Así que tienes que encontrar un equilibrio entre lo convencional y lo nuevo, lo no convencional.
«No me sorprende en absoluto que actúen de nuevo las fuerzas que se combatieron en la Segunda Guerra Mundial»Richard Ford
Es una novela sobre un padre y su hijo.
Yo tuve un padre que murió pronto y que me dejó mucha vida para vivir sin él. Esto es un tema de mi narrativa, de mi escritura, aunque yo no he tenido un hijo. Aunque por eso mucha gente escribe novelas o poemas. Para vivir una experiencia que no ha vivido. Necesita sentirse completo.
Usted nació en 1944. Su personaje Frank Bascombe, en 1945. Los dos pertenecen al mundo de después de la Segunda Guerra Mundial. Pero todo aquello que se combatió entonces está volviendo.
Parece ser que sí. Mi generación también luchó en Vietnam, que fue una guerra absolutamente errónea y fatal. No me sorprende en absoluto que estas fuerzas actúen de nuevo. Digamos que el demonio trabaja de maneras muy diversas... Hay que resistir y luchar contra ellas de maneras nuevas, de maneras distintas. Nada que resuelvas queda fijo para siempre. Es una lección dura de aprender, pero real. Yo nunca vi mi época como un momento de bondades. Se bombardeó Japón, se mataron a presidentes. Aquel periodo de la vida resultó muy híbrido en ese sentido. Las ilusiones que existieron en los 60 murieron, para empezar, porque eran irreales. Luego llegó Richard Nixon y no sé qué hay de bueno en eso. Es útil mirar la historia de un país con los ojos abiertos. Esa es la gran mentira de Trump. Hacer pensar que las cosas eran mejores hace 50 años. En cierto modo sí, pero en otros momentos, no.
Trump. Dijo que si volvía se marchaba a Canadá.
(risas). Sí, pero mi mujer no me seguiría y prefiero vivir con mi esposa que convertirme en canadiense. Se lo propuse y yo quería irme, pero entre Kristina y Canadá, me quedo con mi mujer. Así que me quedé en casa y por eso escribí «Canadá».
¿Cómo ve la vuelta de Trump?
A ver, yo veo a Trump como una excrecencia natural de las cosas que siempre han sido malas en América. Se ha convertido en el chico del póster de todas aquellas cosas que siempre han estado ahí y que nunca habían tenido un líder. Ahora, él es un líder de eso, del odio al Gobierno, a las minorías, a los inmigrantes, al cambio climático. Eso estaba, con unos decibelios más bajos, presente en Estados Unidos. Para mí es un personaje que lo que hace es convertir las instituciones en eslóganes. Él quiere ser Presidente. Los que dicen que es antiinstitucional se equivocan. Es una criatura institucional. Quiere ser presidente y ganar más votos que el adversario. ¿Qué puede haber más institucional que eso? Lo que sucede es que algunos de sus medios para ganar más votos son ilegales. Pero ahora está ante los tribunales precisamente por eso.
«Tengo miedo de perder a mi país»Richard Ford
¿Pero...?
Lo que me preocupa, insisto, no es la parte antiinstitucional. Es esa línea nihilista en la vida americana. La gente que apoya a Trump lo que quiere es hacer saltar por los aires el País. Pero esa gente siempre ha estado ahí, como hay anarquistas en otras culturas. Pero ahora son más. Y si no pueden hacer saltar por los aires el país, pueden dañar las cosas tanto que se necesitara mucho tiempo para ser corregidas. Tengo miedo de perder el país, de ir hacia atrás. Mira el cambio climático. No nos podemos permitir ir hacia atrás ahí porque nos cargamos el planeta, no solo Estados Unidos. Y luego, Trump está empleando nuestros instrumentos de política exterior para hacer negocios con estados nefastos como Arabia Saudí. Dice estupideces como que no le gusta el Ejército o los generales, pero tampoco dice que no vamos a tener un Ejército o generales.
¿Está polarizando mucho Estados Unidos?
Lo está dividiendo mucho. Y me preocupa Rusia y China. Si ven a unos Estados Unidos debilitados ya desde dentro, nos hacemos vulnerables. Esos Estados nación son actores dañinos. En el pasado, la diplomacia, eso lo habría regulado, pero Trump no tiene ni idea de diplomacia o paciencia. La diplomacia es lenta, requiere tiempo, se fundamenta en la historia. Pero a él todo eso no le interesa nada. En ese sentido es un peligro.
Es el final de la vida de Frank Bascombe como personaje.
Describe el final de un cierto período de mi vida muy fructífera. Lo reconozco. No me siento triste al respecto. Es decir, que no es melancólico, sino una constatación. Quizá siga escribiendo. A lo mejor, no. Pasan los días y sigo con mis libros de notas, mis cuadernos. Estos apuntes son un reflejo natural de estar vivo. A lo mejor sale algo de ellas o no. No sé si seré capaz de afrontar la disciplina que se requiere para escribir otra novela, ya sea larga o corta. No sé si quiero volver a meterme en esa disciplina.