Leyenda negra: más cerca de la objetividad histórica
Ignacio Ruiz Rodríguez publica un documentado y preciso ensayo que introduce al lector en lo que ha sido y es España, los españoles y sus símbolos
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Esta obra trata de la leyenda negra, pero no solo; es también un ensayo de Historia social del Derecho que introduce al lector, de forma precisa, ordenada y documentada, en lo que ha sido y es España, los españoles y sus símbolos, en la historia de los territorios históricos medievales, en el proceso de implantación y desarrollo de la Monarquía Hispánica, y, a partir del capítulo tercero, en algunos de los elementos permanentes del discurso antiespañol (la Inquisición, los judíos, el secretario Antonio Pérez), reservando apartados para la leyenda negra en Europa (Italia, el Imperio Germánico, los Países Bajos, Inglaterra, Portugal y Francia), en América y Asia, en los Estados Unidos de América y, finalmente, en España.
El tema ha generado y sigue generando una gran controversia por haberse interpretado la Historia de España a partir de afirmaciones contrapuestas. La cuestión ha adquirido una importancia creciente en la medida en que estas interpretaciones históricas se han asociado a ideologías políticas específicas, dándose por sentado, con creencia casi sectaria, que el ideario de la derecha española tiene que defender los grandes éxitos políticos, militares, económicos, culturales y científicos de la expansión planetaria de Castilla y del imperialismo español, mientras que el credo de la izquierda denuncia el genocidio, el robo y el vilipendio llevados a cabo por los españoles en América, entre los siglos XV y XIX, causa -según ellos- de las graves carencias actuales de los actuales estados y territorios hispanoamericanos. A este último relato también se aferra el enconado conflicto sobre autodeterminación e independencia en los territorios históricos de la España actual.
[[H3:Un «desliz freudiano»]]
Ignacio Ruiz, como historiador del derecho, sabe y defiende que jurídicamente no hubo colonización de Castilla sobre Hispanoamérica o Filipinas, pues no cabe duda de que esos territorios fueron reinos de España y no colonias de España. Los que esto niegan (muchos profesores, periodistas y políticos) hierran, por desconocimiento de las Leyes de Indias y de la práctica política; o, como dice Varela Ortega, por un “desliz freudiano” (España, un relato de grandeza y odio, 2019: II) de historiadores o ciudadanos honestos que repiten lo que estudiaron.
En la conquista española se cometieran asesinatos y tropelías. Como dice Roca Barea, no hay conquista hecha repartiendo caramelos. Pero el estudio comparado permite distinguir entre las acciones políticas de Inglaterra, Francia o Bélgica sobre sus colonias y la gestión que la Monarquía Católica impuso en sus territorios: Inglaterra consideró “flora y fauna silvestre” a los aborígenes de Australia hasta 1967; y soliviantaba a los tasmanos para que “se retiraran”, o serían “cazados como animales salvajes, y destruidos” (“…if not, they will be hunted down like wild beasts, an destroyed!”, Colonial Times and Tasmanian Advertiser, 01/12/1826, n.º 552). En contraposición, la actitud ética y las constantes consultas de la Monarquía Católica (piénsese en la impresionante corpus doctrinal de Francisco de Vitoria y la Escuela de Salamanca), permitieron un control que se plasmó en las Leyes de Indias y en un impresionante legado hispánico: arquitectura, urbanismo, ingeniería, industria, comercio, hospitales, catedrales, misiones, universidades, bibliotecas, colegios, expediciones, caminos, arte…
Igual que hay una posguerra infinita en España entre la imposición de la dictadura en 1939 y la Transición democrática, hay una leyenda negra infinita. Si el tema de la leyenda negra no fuera tan categórico en el imaginario español y antiespañol, podría con hilaridad compararse con el botijo: Donde hay un botijo hay un español. Da igual si se han encontrado botijos en las excavaciones arqueológicas del mundo romano; da igual si cada imperio generado una leyenda negra: el botijo y la leyenda negra no necesitan calificativos; son españoles por antonomasia.
Este libro, rebosante de datos y de documentos transcritos, es un peldaño más de aquilatada utilidad en el imprescindible camino hacia la objetividad histórica. Es, pues, un libro necesario; tanto como los previos de Juderías, García Cárcel, Roca Barea, Gullo y Varela, entre otros, porque la información perfectamente documentada es el único arma eficaz con el que los historiadores podemos corregir los errores históricos de manuales universitarios previos (bienintencionados o no) y de intereses políticos torticeros.
En su publicación echo de menos mayor tamaño y calidad en la reproducción de las imágenes, de gran valor para la comprensión del texto. En conjunto: estamos ante un gran manual para estudiantes y para profesores.
Reseña. Desmotando la leyenda negra antiespañola. Madrid: Dykinson, 2023, 632 páginas. 52,25 euros