Tratado de Tordesillas: cuando España y Portugal se repartieron el mundo
El 7 de junio de 1494 ambos reinos firmaron un acuerdo por el que establecían una línea divisoria para proteger sus intereses: Portugal defendía su ruta por África y España las recientemente descubiertas Antillas americanas
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Se trata de uno de los documentos históricos más trascendentes de la historia. Dos reinos trazaban una línea imaginaria en el mapa que daría lugar a dos imperios cuyas repercusiones se extienden hasta hoy en día. Parece, más de 500 años después, casi imposible de creer, pero el 7 de junio de 1494, los Reyes Católicos y el Rey Juan II de Portugal reunidos en la localidad vallisoletana de Tordesillas, establecieron una línea de demarcación a 370 leguas al oeste de las Islas de Cabo Verde. Al oeste, quedaría el territorio de influencia de la Corona Española. Al este, de la portuguesa. Del citado documento existen dos originales que se conservan todavía: en versión castellana se conserva en el Arquivo Nacional da Torre do Tombo (Lisboa) y en versión portuguesa en el Archivo General de Indias (Sevilla).
Se trataba de un acuerdo que buscaba evitar los conflictos entre ambas coronas. La portuguesa ambicionaba proteger su ruta comercial establecida por el atlántico sur, frente a la costa de África, que doblaba el cabo de Buena Esperanza. Asimismo, los lusos se mantendrían al margen de la recientemente descubierta ruta de las Antillas. Otro acuerdo complementario delimitaba las áreas de pesca entre el cabo Bojador y el Río de Oro, y los límites del Reino de Fez en el norte de África, zonas donde los marineros españoles tenían intereses.
Este acuerdo, conseguido después de no pocos esfuerzos diplomáticos, tenía un antecedente: el Tratado de Alcáçovas, firmado el 4 de septiembre de 1479 entre los reyes Isabel de Castilla y Fernando de Aragón y el rey Alfonso V de Portugal, ponía fin a la guerra de Sucesión Castellana y añadía algunos aspectos reguladores entre castellanos y portugueses, en un tiempo en que competían por el dominio del océano Atlántico y de las costas de África. La Corona de Castilla recibió las islas Canarias mientras que el Reino de Portugal obtuvo el reconocimiento de su dominio sobre las islas de Madeira, Azores y Cabo Verde, y sobre Guinea y en general sobre la costa africana «todo lo que es hallado e se hallare, conquistase o descubriere en los dichos términos, allende de que es hallado ocupado o descubierto».
Sin embargo, con anterioridad al tratado de Tordesillas, los Reyes Católicos jugaron sus cartas hábilmente. Para garantizarse la soberanía castellana sobre los territorios recién hallados por Colón ante los portugueses, Isabel y Fernando solicitaron ayuda al papa Alejandro VI, con el que tenían una larga relación de favores mutuos. El papa emitió cuatro bulas, conocidas como bulas Alejandrinas, fechadas entre mayo y septiembre de 1493. En ellas estableció que pertenecerían a la corona de Castilla las tierras y mares al oeste del meridiano situado a 100 leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde. Se decretaba la excomunión para todos aquellos que cruzasen dicho meridiano sin autorización de los reyes de Castilla.
Sin embargo, tras meses de negociaciones diplomáticas bilaterales, ambas naciones determinaron que la línea imaginaria, de polo a polo, de norte a sur, distaría 370 leguas desde las islas de cabo Verde. Como se desconocía las dimensiones de la esfera terrestre, tampoco se sabía con certeza la distancia entre los meridianos de la tierra y tampoco se disponían de instrumentos precisos para medir el tiempo y la distancia. El límite americano de la zona de influencia portuguesa estuvo en disputa durante dos siglo. Aunque en parte se debía a las dificultades en el siglo XV para la determinación de la longitud, los portugueses transgredieron las fronteras que les señalaba la línea de Tordesillas justificando su actitud en la dificultad para fijar las longitudes. De hecho, incluso fundaron la Colonia del Sacramento en la margen izquierda del río de la Plata en 1680. La respuesta del gobernador de Buenos Aires fue arrasarla y se reabrió el conflicto diplomático.
Otro de los hechos curiosos tuvo lugar en los 60 años que median entre 1580 y 1640, cuando España y Portugal tuvieron un mismo monarca español en una unión dinástica bajo la Casa de Austria. Los reyes otorgaron a exploradores portugueses capitanías y concesiones en la cuenca amazónica y, a partir de 1580, los comerciantes y colonos portugueses podían establecerse sin preocupaciones más allá del citado meridiano, penetrando profundamente en la selva brasileña. De este modo, cuando en 1640 se produjo la independencia de Portugal, el reino luso retuvo consigo las posesiones adquiridas hasta entonces mucho más al oeste de la demarcación del Tratado de Tordesillas en virtud del precepto “uti possidetis ite possideatis”. El Tratado de Madrid de 1750, suscrito entre el Reino de España y el Reino de Portugal anuló el Tratado de Tordesillas y puso orden en las colonias que los españoles habían fundado en territorios portugueses y viceversa. Fue conocido por ello como el “tratado permuta”.
La Unesco otorgó al Tratado de Tordesilla la distinción de Patrimonio de la Humanidad en 2007 dentro de su categoría «Memoria del mundo» como documento compartido entre España y Portugal