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La Alemania nazi de América Latina: El nacimiento y fracaso de Nueva Germania al más puro estilo Hitler

Bernhard Föster, cuñado del filosofo Nietzsche, desarrolló una colonia aria y antisemita en Paraguay, con la intención de germanizar el territorio junto a su esposa Elizabeth
Imagen de archivo de la llamada "Casa del Mal" del Nazismo
Imagen de archivo de la llamada "Casa del Mal" del NazismoDreamstime
  • Antonio Añover Ortiz. Manchego de Quintanar de la Orden (Toledo). Estudié Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Inicié mi carrera en La Razón, y tras pasar por Negocios TV, volví a este periódico. Actualmente soy redactor de la edición digital y escribo artículos SEO y de actualidad, mayormente sobre temas internacionales. A veces también hago entrevistas.

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Todavía quedaban décadas para que el terror del nazismo llegara a Europa. Adolf Hitler ni siquiera había nacido, aunque no quedaba mucho para que naciera un bebé cuyas teorías futuras crearían una gran catástrofe en el Viejo Continente -sí, hablamos de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto bélico más demoledor y sangriento hasta la fecha-. Antisemitismo, furor por la raza aria u odio por etnias diferentes eran algunas de las bases que llevó a cabo el Fürher, inspirado, según historiadores, en el oeste americano para labrar su idea de Imperio Alemán. Aunque también es verdad que tuvo un precursor al otro lado del charco: Bernhard Föster, cuñado de Nietzsche y que llegó a fundar Nueva Germania dentro del territorio que hoy compone Paraguay.
La zona estaba situada en una superficie algo mayor a veinte kilómetros cuadrados, aproximadamente a 300 kilómetros de la ciudad de Asunción, actual capital paraguaya. Föster, junto a Elizabeth Nietzsche -hermana del filósofo- instaló en 1887 una especie de Alemania en este país que, con sus ideales, elaboró una colonia de alemanes con la raza aria por bandera. La idea estaba clara: expandir el creciente clima antisemita que bañaba Europa en la década de 1870.
Él ya conocía este país, había viajado años atrás, y posiblemente lo eligió porque se encontró con una región totalmente destruida, sin recursos económicos y con una gran deuda después de la Guerra de la Triple Alianza, la contienda más dura en América del Sur y en la que Brasil, Uruguay y Argentina se unieron contra Paraguay. "Además, había una política de traer inmigrantes", explica Fabián Chamorro, historiador y gestor cultural paraguayo, a BBC.
La necesidad de esta tierra por resurgir de sus cenizas, como si de un ave Fénix se tratara, concordaba con los deseos impuros de Föster, que aprovechó para negociar con el gobierno paraguayo. Llegaron a un acuerdo para que el Estado le cediera la circunspección al alemán, a cambio de que trajera 140 familias europeas en dos años. Si lo lograba, la tierra pasaría a ser propiedad de los colonos.
Tentadora, sugestiva, irresistible. Calificativos que seguramente pasaban por la cabeza de Föster, y no quiso perder tiempo. Volvió a Alemania, se casó con Elisabeth y juntos viajaron a Paraguay en 1887, junto con varias familias alemanas más. Era la primera semilla de su objetivo, la primera piedra de un futuro ario, con ideas extremas y sobre todo, germano. Nada podía salir mal, aunque el exceso de confianza es mal consejero, y si alguien podía truncar sus planes, era él mismo.
En primer lugar, la adaptación no era fácil. A Föster le resultaba intolerable mezclarse con los habitantes de Paraguay. El clima era diferente al que estaban acostumbrados en Europa, y en la tierra que encontraron, apenas podían plantar cualquier tipo de alimentos. Además. también había muchos problemas financieros, en parte por lo lejano que se encontraba el lugar de Asunción. "Elizabeth sí que quería que estuviese más cerca de Asunción y de San Bernardino", dice Jonatan Kurzwelly, antropólogo polaco-alemán que desarrolló su tesis sobre la identidad en Nueva Germana, para BBC.
Además, la relación entre los colonos y la pareja iba empeorando con el paso del tiempo. Fóster y Elizabeth eran quienes gestionaban todo, y eso llegó a un punto que al resto no le gustó. Incluso se le acusó de estafador. Todo eso llegó a Alemania, de tal manera que nunca llegó un segundo grupo de alemanes. Y el sueño de Föster acabaría llegando a su fin.
Föster acabó yéndose a San Bernardino, donde murió en 1889. Elizabeth, por su parte, viajó a Alemania y cuando quiso volver a Nueva Germania, los colonos ya no le aceptaban. Murió en 1935, y Adolf Hitler acudió a su funeral junto a otros dignatarios nazis, tras mantenerse fiel a los ideales del nacionalsocialismo. Hoy en día, Nueva Germania continúa existiendo, aunque con una esencia diferente a la que se esperaba en sus orígenes.