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De Billie Holiday a Beyoncé: diez décadas de censura

El mundo anglosajón nunca ha sido ejemplo de libertades y carga con una larga tradición de canciones prohibidas por motivos a menudo ridículos
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  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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Esta misma semana aparecía una noticia ciertamente sorprendente para estas alturas de la vida. Beyoncé, la reina del «mainstream», volvía a grabar la canción «Heated» después de ser acusada de ofender a las personas con discapacidad. Resulta que en el tema, coescrito con el artista Drake, repite dos veces el término «spaz», que en Estados Unidos se usa de forma coloquial como «perder el control», pero que también se puede traducir como un sustantivo injurioso, y más especialmente para quienes padecen parálisis cerebral. Total, que para evitar líos (y propiciar más ventas) la modélica Beyoncé va a quitar esas cosas que tanto molestan a los ofendiditos. Es el último caso de una larga cadena de despropósitos que en realidad es casi tan vieja como las canciones. Siempre ha existido censura y determinados grupos que ponían a volar sus mentes pensando en cosas que podrían ofenderles, aunque a menudo fueran surrealistas. Cerca de un siglo de censura (y autocensura) por muchos motivos. Como los siguientes.
Por motivos políticos
Sin duda son los motivos políticos los más propicios a censurar canciones y a la gran Billie Holiday le cabe el dudoso honor de ser una de las primeras artistas baneadas. Ocurrió en 1939 con la icónica «Strange Fruit», una descripción profunda y poderosa del horror de los linchamientos raciales. Esas frutas que colgaban de los árboles en realidad eran negros ahorcados. Fue prohibida en las radios del sur y otras partes del país. Hoy es un desgarrador testimonio de una época y de unas prácticas asquerosas.
Mucho más cómica sería la prohibición de la inocua balada «Sailing» de Rod Stewart (1972). Diez años después, los programadores de radio británicos prohibieron ciertas canciones con temas náuticos y esta era una de ellas. ¿Por qué? Pásmense: por la guerra de Las Malvinas. Otro caso alucinante sería la prohibición del éxito de Phil Collins «In the air tonight» por su presunta conexión con la Guerra del Golfo y, ya en 2001, por los ataques de 11 de septiembre. Y otra surrealista: el de las Bangles fue prohibida por la BBC y otras emisoras conservadoras por los conflictos en el Medio Oriente. «Cop Killer», canción de Body Count de 1992, es uno de los grandes ejemplos de censura política. Es una canción sobre una víctima de la brutalidad policial que soliviantó hasta al presidente George Bush y los sectores más reaccionarios, pero su prohibición (por contar de forma realista abusos policiales) solo provocó que las ventas se dispararan.
Por motivos sexuales
Aquí es donde más se suele disparar la imaginación. Una canción pionera fue «Will You Still Love Me Tomorrow», éxito de The Shirelles en 1960, una canción sobre el día siguiente a un encuentro íntimo con un hombre. Fue el primer número 1 de un grupo femenino negro y una canción prohibida por múltiples de radio por su (leve) contenido sexual.
«Love to Love You Baby», de Donna Summer (1975), fue un himno disco cargado de sexualidad y el primer éxito de la artista. La BBC y otras emisoras lo prohibieron debido a su contenido sexual flagrante. Summer dijo que entendía las prohibiciones y lamentó que este fuera su primer sencillo popular, pero es el que, sin embargo disparó su carrera (y no volvió a pedir perdón). O el caso del «Physical» de Olivia Newton John (1981), prohibida por la sutil frase «no queda nada de qué hablar a menos que sea horizontalmente». Eso es arte.
Más reciente es el caso del «LoveGame» de Lady Gaga, prohibido en ciertos canales por frases como «quiero dar un paseo por tu barra de discoteca». Gaga creía que las emisoras de radio eran demasiado «duras» con ella, pero admitió que la línea no pretendía ser sutil de ninguna manera. Consiguió hacer suya la máxima de provocar para vender.
Problemas de plagio
La vuelta de Beyoncé era una de las más esperadas en este año musical, pero está siendo tan problemática que, sin suda, parece que está gafada. Al problema de la corrección política que ha tenido con «Heated» se le ha sumado de manera reciente otro nuevo y también igual de problemático: el quinto corte de su nuevo álbum ha sido acusado de ser, nada menos, que un plagio. La canción «Energy», que es como se titula, parece ser que durante unos segundos puede recordar a un tema que interpretó la artista Kelis, «Milkshake», una composición de 2003. Esto ha levantado suspicacias. La cantante no se ha cortado y ha dicho en unas declaraciones que es un «robo». Beyoncé, que no quiere problemas, ha decidido levantar este corte de las plataformas.
Por motivos religiosos
Terreno abonado para el fanatismo. Ya en 1966 hubo quien se ofendió con esa obra de arte de los Beach Boys llamada «God Only Knows» y la frase «solo Dios sabe cómo es vivir sin ti» Fue prohibida en algunas partes de Estados Unidos por «blasfemia». Impresionante. Luego estuvo «The Pill», de Loretta Lynn (1975), prohibida en muchas emisoras debido a su contenido relacionado con el control de la natalidad. Pero es que hasta el «Imagine» de John Lennon fue censurado en algunas emisoras de corte católico por su frase «imagina que no hay cielo».
Sin duda la canción estrella de este grupo es el «Like a prayer» de Madonna de 1989, que provocó una gran controversia en todo el mundo. La American Family Association y el Vaticano condenaron el video musical por sus imágenes supuestamente blasfemas. Los grupos religiosos también protestaron por la canción después de que se usara en un anuncio de Pepsi, que finalmente decidió cancelar la campaña publicitaria. Mientras tanto, el Papa Juan Pablo II animó a la gente a boicotear los conciertos que la cantante había previsto en Italia en 1990 poco después del lanzamiento de la canción. Por otra parte, Madonna también ha sido prohibida en Egipto y enfrenta restricciones en Rusia. Una artista que siempre hizo de la provocación virtud (y dinero).
Por motivos comerciales
Hay dos ejemplos magníficos de canciones censuradas por motivos comerciales y con dos leyendas como protagonista. El primero corresponde a un clasicazo como «Lola», de The Kinks, una canción que en 1970 alcanzó el número dos con la desternillante historia de un travesti. Pero este señor que se llamaba Lola no fue el causante del baneado, sino algo todavía más delirante. La grabación de estudio original contenía la palabra «Coca-Cola» en la letra, lo que violaba la política de BBC Radio contra la publicidad de productos. El compositor, Ray Davies, se vio obligado a interrumpir la gira estadounidense de su banda para poder cambiar la letra a «cherry cola» para el lanzamiento del sencillo. Hizo un vuelo de 8.000 kilómetros ida y vuelta Nueva York-Londres solo para decir «cherry». Claro, eran otros tiempos.
Algo de comercial (por evitar demandas) tuvo la autocensura de Bob Dylan con su exitosa «Hurricane», la historia inspirada en el caso de un boxeador que encarcelado injustamente de un delito que no cometió. Se publicó en noviembre de 1975 y se terminó de grabar en octubre, pero inicialmente la compuso en junio. Sin embargo, Dylan se tomó algunas «licencias literarias» acusando a los ladrones Alfred Bello y Arthur Dexter –quienes testificaron contra Carter– de haber robado unos cuerpos. Columbia Records, la compañía de Dylan, advirtió al artista de posibles demandas y éste, con buen criterio, se avino a corregir algunas líneas. Incluso así, otra testigo, Patricia Graham Valentine, interpuso una demanda contra la canción, que perdió.
Y otro caso singular fue el de Neil Young con «This note’s for you» en 1988. Solo que esta vez quienes le censuraron ¡fueron sus propios colegas! La canción y el vídeo eran una parodia del rock and roll vendido a los patrocinadores y fue prohibida por la MTV. El canadiense se burlaba de los anuncios y mencionaba explícitamente a un montón de empresas. También se mofaba de artistas pop como Michael Jackson, Billy Idol o Whitney Houston. Las amenazas legales del primero fueron las que llevaron a MTV a prohibir el video. Eso sí, cambiaron de opinión cuando la canción ya era un éxito a través del canal MuchMusic.
Por ofensas
Un curioso precedente de lo que le ha sucedido ahora mismo a Beyoncé ya lo encontramos en el mítico «My Generation» de The Who de 1965. Fue prohibida en la radio por una razón ajena a su contenido lírico. Resulta que Roger Daltrey hacía ciertos sonidos guturales durante la interpretación y la BBC, temerosa de ofender a las personas con problemas reales de tartamudeo, prohibió la difusión de la canción. No impidió que se convirtiera en un enorme clásico, al contrario.
La canción «Rolling in the Deep», de la multipremiada artista británica Adele, también pareció ofender a algunos allá por 2010. Muchas emisoras censuraron parte del primer verso de la canción, ese single que puso a la intérprete en el mapa del planeta música, debido a la ambigüedad entre si Adele usó la palabra «barco» o la mucho más ofensiva en tiempos pacatos y censores, «mierda». «Adelante, véndeme y dejaré tu mierda (o barco) al descubierto». Tal y como ha hecho Beyoncé con la canción de su último disco, Adele acabó claudicando y reemplazó la palabra en cuestión con la inane «things» (cosas) durante el estreno de la canción. También fue curioso lo que ocurrió en el ya lejano 2009 con el «If U Seek Amy» de Britney Spears. Muchos quisieron creer, no del todo desencaminados, que el estribillo y título sonaban como «F-U-C-K me» cuando se canta y resultó censurado en emisoras de Estados Unidos. Así hasta llegar a Beyoncé, quien ya se ha apresurado a echarse a un lado por cantar «spazin on that ass, spaz on that ass», que literalmente se podría traducir como «perdiendo el control de ese trasero». Es muy poco afortunada, pero más desde el punto de vista poético.