El alma mundana de Lorca

Aunque 2019 permitió celebrar por todo lo alto los cien años transcurridos desde que pisara por primera vez Madrid, y 2020 sirvió para recordar el centenario de su llegada a la Residencia de Estudiantes, Federico García Lorca no necesita aniversarios para seguir interesando a creadores y programadores. El Teatro Español, que ya había acogido a comienzos de este año el montaje de “Mariana Pineda” dirigido por Javier Hernández-Simón, será el escenario donde Juan Diego Botto y Sergio Peris-Mencheta presenten al público madrileño esta noche su aproximación teatral, en formato de monólogo, a la vida y la personalidad del escritor granadino.

A medida que trabajaba en su idea inicial de preparar un recital poético sobre Lorca, Botto se fue dando cuenta de que los materiales que tenía entre manos resultaban propicios para conformar en torno a ellos un espectáculo más abierto, de naturaleza puramente teatral. Fue así como alumbró “Una noche sin luna”, una obra que, según sus palabras, intenta “mostrar cómo las decisiones que Lorca tomó en su vida, fundamentalmente en los últimos años, resuenan hoy en nuestra actualidad”.

En la función es el propio poeta –interpretado por Botto– quien recorre algunos episodios conocidos de su trayectoria vital y, sobre todo, quien desvela en primera persona su yo más íntimo y quizá más desconocido. “He querido ver a Lorca –explica el actor– no como un poeta celebrado y laureado, homenajeado y representado, sino como a un hombre de la cultura de nuestros días. No como al referente más internacional de la cultura española del siglo XX, sino como a un joven poeta que buscaba simplemente la manera de hacer buenas piezas artísticas y mejorar, como podía, la España de su tiempo que tanto amaba”.

Buceando en el terreno biográfico y emocional del personaje, pero echando mano también del sentido del humor, Botto ha escrito un texto cuya puesta en escena ha querido confiar de nuevo a su amigo Peris-Mencheta, después del éxito que este mismo tándem cosechara hace años con “Un trozo invisible de este mundo”. “Asumí el reto sabiendo que con Juan me entiendo a la perfección –asegura el director–. De hecho, el ochenta por ciento de la puesta en escena se ha ido fraguando en el propio proceso de ensayos”.