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Sánchez, en guerra: «Refundaré el PSOE»
Anuncia que «como militante» se propone «corregir el equivocado rumbo» que ha tomado el partido.
El ex líder del PSOE evita así comprometer su carrera por el liderazgo: «No iré contra mi partido ni contra mi compromiso electoral»
Pedro Sánchez ha dejado esta mañana su acta como diputado en el Congreso. Tal como adelantó LA RAZÓN, el ex líder socialista barajaba esta opción para no ver comprometida su carrera por el futuro liderazgo del partido. “Con mi renuncia no dejo la política”, ha asegurado, calificando como “momentáneo” su “paso a un lado”. No en vano, Sánchez se centrará a partir del lunes en “coger su coche” y recorrer todos los rincones de España para dar voz a los militantes que no han sido escuchados. Esta es la clave, Sánchez presentará su candidatura a las primarias -como también adelantó este diario- y busca capitalizar el voto de todos aquellos socialistas que están en desacuerdo con permitir que gobierne Mariano Rajoy.
Ese “profundo desacuerdo” con la decisión de la gestora lo comparte también el propio Sánchez, que ha reconocido que entre las dos opciones que le daba la dirección interina: abstenerse “y quebrar mi palabra” o votar “no” con lo que supone para quien ha sido el máximo dirigente del PSOE ir contra los órganos del partido, no elegirá ninguna de las dos. “No iré contra mi partido ni contra mi compromiso electoral”, ha destacado.
Sánchez ha estado visiblemente emocionado e incluso se le ha quebrado la voz durante la comparecencia sin preguntas que ha realizado en el Congreso. Sin embargo, se ha mostrado retador con la gestora por no haber permitido una abstención mínima que hubiera evitado la división y ha pedido a sus miembros que “no elijan el camino de la expulsión ni romper la relación con el PSC”. “Si tienen dudas”, Sánchez les ha señalado el camino de la Constitución y del Reglamento para acogerse a la “libertad de conciencia”.
Para el ex líder socialista, con la investidura de Mariano Rajoy “expira el mandato de la gestora” y ha emplazado a que “el lunes fijen fecha y hora para el congreso extraordinario”. “Los militantes queremos votar. Y como militante me propongo corregir el equivocado rumbo que ha tomado el partido”, ha adelantado. El problema que se le presenta ahora a Sánchez es que al haber abandonado su último altavoz institucional y público verá perjudicadas sus opciones de dar la batalla por el liderazgo. Además, en caso de ganar las primarias tampoco tendrá escaño en el Congreso para dar la réplica a Mariano Rajoy durante la legislatura.
El Registro del Congreso fue la zona más visitada el día de ayer. Pedro Sánchez volvía a ser el protagonista de la sesión de investidura, y eso que no era la suya. El ex líder socialista acudió ayer por la mañana a la Carrera de San Jerónimo y en su despacho estuvo reunido con Margarita Robles y Susana Sumelzo. Ambas diputadas votarán «no» en la sesión de investidura y parece que, también ambas, le sugirieron al líder socialista que mantuviera su «no» en la votación de hoy.
Tras el Comité Federal que acabó con los días de Pedro Sánchez al frente del PSOE, y el Comité que tomó la decisión de abstención, la Comisión Gestora y los líderes territoriales redoblaron su presión a los diputados que pedían libertad de voto o una «abstención técnica» para «votar en conciencia» y no acatar la abstención. Estos esfuerzos de la Comisión Gestora y de la nueva mayoría en el Partido Socialista se antojaron inútiles. Es más, se mostraron contraproducentes porque las deserciones aumentaban proporcionalmente a las presiones.
La gota que colmó el vaso de la paciencia de los críticos, otrora oficialistas, surgió cuando se habló de expulsiones de los diputados díscolos. Esta dura posición mantenida, sobre todo, desde la federación andaluza tuvo una respuesta negativa por parte de diputados que abogaban por la abstención «sólo nos faltaría que la ruptura interna acabara con algún diputado en el grupo mixto», se lamentaban ante el cariz que tomaban los acontecimientos. Por eso, el presidente de la Gestora, Javier Fernández, bajó el suflé anunciando que «no se expulsará» a los díscolos porque «agrandaría el problema que ya tenemos» y «lo haría permanecer en el tiempo», afirman diputados consultados por LA RAZÓN, que abogan por un perfil bajo que limite las sanciones «a las que se imponen en estos casos». Es decir, una multa que ponga el punto y final a la refriega. Al menos, de momento.
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