Viajes

Así sería el viaje de Marco Polo en el 2020

El primer gran explorador europeo, Marco Polo de Venecia, recorrió la Ruta de la Seda junto con su padre y su tío, hasta llegar a Xanadú, la ciudad de los kanes. Fue un viaje de tres largos años, arriesgando la vida en cada recoveco del camino. Poniéndonos las gafas de la imaginación, ¿cómo sería si lo hiciese ahora?

Marco Polo
Marco Polopalmascushttps://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/

Un café en la Plaza de San Marcos

Imaginemos que Marco Polo hubiese sido un comercial de Inditex en pleno siglo XXI. Imaginemos que los aviones nunca se llegaron a inventar por la razón que sea, y luego imaginemos que el padre de Marco ha recibido un e-mail desde Madrid con órdenes de comprar telas al actual presidente de Mongolia. Debe llegar, lo más rápido posible, siguiendo la Ruta de la Seda, todavía en uso después de tantos siglos. En barco o en automóvil, su destino está marcado en el mapa: la ciudad de Xanadú.

Marco probablemente necesitaría un café antes de empezar la travesía, la primera que va a realizar junto con su padre y su tío. Ha tenido que madrugar para encontrarse con ambos, veteranos de la Ruta de la Seda tras años recorriéndola, y el joven Marco no está acostumbrado a pegarse estos madrugones. Acaba de terminar la universidad y todavía lleva puesto el horario de fiesta. Al que madruga, Dios le ayuda, comenta su tío mientras se sientan en la terraza del Caffè Florian, en la Plaza de San Marcos. Allí se pide cada uno un café con leche y algún cruasán recién hecho por la panadería del local, lo tragan todo rápidamente y piden la cuenta. El padre de Marco maldice. Ya han vuelto a pegársela con el precio. El primer gasto del viaje asciende a 60 euros y tanto Marco como su tío miran para otro lado. Paga, se despiden de San Marcos rezando un paternóster y embarcan. Cruzan calmo el mar Mediterráneo, sin tormentas que los molesten, en uno de los barcos propiedad de MSC Cruceros, pagando alrededor de 700 euros por cabeza.

Plaza de San Marcos.
Plaza de San Marcos.larazon

Fiesta en Corfú y túneles templarios en Israel

Pasan ocho días de fiesta en la discoteca del crucero, dando largos paseos por cubierta y planeando sus próximos pasos hasta llegar a la isla de Corfú. Allí tienen reserva en el hotel Villa Kapela, el padre de Marco reservó en Booking hace dos meses y el precio de la habitación es de 46 euros cada una. Aunque llevan prisa, Marco insiste en visitar la isla, quiere alquilar una pequeña scooter y visitar las playas de Paleokastritsa y Benitses. Convence a su padre y pasan una semana en Corfú, con días de playa y fiesta nocturna en los bares de la Plaza de Liston, hasta que encuentran un nuevo barco que los lleve a Acre.

Vista aérea del casco antiguo de Acre.
Vista aérea del casco antiguo de Acre.larazon

Embarcan. El padre de Marco comienza a preocuparse porque el viaje le va a salir bien caro. Piensa que sería muy económico encontrar un medio de transporte más rápido, algo así como un aparato volador, o haber educado más estrictamente a su hijo para que no fuera tan juerguista. Resignado, entra en Acre, Israel, una de las ciudades más antiguas del planeta. Allí pasan una o dos semanas buscando el equipo adecuado, coche incluido, para proseguir su viaje por tierra. Marco, joven y feliz, aprovecha estos días para conocer más íntimamente la ciudad que pisaron Alejandro Magno, Saladino, Ricardo Corazón de León y Napoleón Bonaparte. Por doquier encuentra restos de sus civilizaciones. Recorre extasiado los túneles templarios recientemente descubiertos por expertos de National Geographic, donde se movían los caballeros templarios para no ser vistos por espías musulmanes durante los años de las Cruzadas. Visita la mezquita de Jezzar Pasha, construida por el gobernador otomano de la ciudad durante el siglo XVIII, y pasea por los jardines de Santuario de Bahá'u’lláh, centro de peregrinaje para los bahaístas (seguidores de Bahá'u’lláhde, a quien consideran la manifestación de Dios desde mediados del siglo XIX) de todo el mundo. Apasionado con la ciudad, regresa tras una larga caminata al hotel, el Arabesque Arts & Residency.

Carreteras peligrosas

Sigue el camino, ya tienen un todoterreno en condiciones para las duras carreteras que les esperan. Hacen una breve parada en Jerusalén para robar aceite de la lámpara del Santo Sepulcro (se dice que realmente lo hicieron en su viaje original) y giran en dirección a Asia Central. El padre de Marco sonríe para sus adentros. Ahora sí, su hijo se convertirá en el hombre que está buscando. Porque después de cruzar Kuwait y pasear entre sus rascacielos pagados con petróleo, después de entrar en Irán y maravillarse con la Tesorería Nacional de Joyas en la capital Teherán, el siguiente país que cruzará la comitiva es Afganistán. Se acabaron las noches crapulescas y el derroche del joven Marco, ahora llega el momento de ponerse la careta del comerciante profesional. Pasan cuatro horas en la frontera rellenando el papeleo pertinente, bajo la atenta mirada de guardias afganos y estadounidenses, pagan el visado y entran en uno de los países más peligrosos de los últimos años. No es tiempo para distracciones. Cruzan la cordillera del Pamir escoltados por seguridad privada, se pegan un baño rápido en los espectaculares lagos de Band-e Amir, azules como pedazos de cielo suelto, y aprietan el acelerador. Esta vez tienen suerte. No hay ataques talibanes y solo pinchan una rueda antes de entrar en China.

Posible punto de control que los Polo cruzarían en Afganistán.
Posible punto de control que los Polo cruzarían en Afganistán.GHULAMULLAH HABIBIAgencia EFE

Su primera gran parada en el país, antes de subir hacia el desierto del Gobi, es la ciudad de Kashgar. El tío de Marco comenta muy nostálgico cómo ha cambiado la ciudad durante los últimos años, y lleva a su sobrino a visitar la mezquita de Id Kah, la más grande de China con un aforo de 20.000 fieles. Marco, maravillado por su impresionante pórtico de entrada, se alegra mucho de no haber nacido en el siglo XIII, porque en ese caso no habría conocido esta mezquita construida en 1442. Se plantea disfrutar de una noche de fiesta pero el largo viaje comienza a pasar factura en su inmadurez. El muchacho comienza a adoptar una actitud más reposada, más silenciosa tras largas horas de ocio en la carretera, y además espera expectante su próxima parada: el desierto del Gobi.

Una tirolina en la Muralla China

El cuarto desierto de arena más grande del mundo, con una extensión de 1.300.000 km ², es el punto fuerte en este largo viaje. Ya han pasado dos meses desde que salieron de Venecia y la misma prisa que tiene su padre por llegar, la tiene el joven Marco por ver los páramos infinitos del histórico desierto. Aquí no hay hoteles para alojarse, deberán dormir a la intemperie, vigilando atentamente no cruzarse con ningún oso del Gobi en busca de su almuerzo. Marco realmente lo teme, pero su padre y su tío, que ya conocen de sobra estas tierras, le tranquilizan diciendo que la criatura está en peligro de extinción y apenas quedan unas decenas sueltos. Sería casi milagroso encontrarlos.

Las centrales nucleares de torio podrían funcionar en lugares donde apenas hay agua ya que funcionan con sales fundidas
Las centrales nucleares de torio podrían funcionar en lugares donde apenas hay agua ya que funcionan con sales fundidasPnP!https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/

Cerca del monasterio de Khamar, donde la secta budista de los Gorros Rojos afirma que se encuentra el centro de energía de la tierra, rodeado de tierra acre y manadas de camellos salvajes, Marco asegura haber visto un oso. Nadie lo cree del todo y el viaje continúa sin incidencias hasta alcanzar la muralla China. Más papeleo, los oficiales preguntan extrañados al equipo por qué salieron de China a Mongolia si luego iban a volver a entrar. El padre de Marco contesta por lo bajo que era para ahorrarse el dinero de los peajes y además, la Ruta de la Seda pasa por ese recorrido y no iba a ser él quien lo cambiase. La respuesta parece ser suficiente, el joven Marco se tira en tirolina desde la muralla (es posible hacerlo) y tras la enésima bronca de su padre lo que va de viaje, bajan hasta la ciudad de Xanadú. Después de tres meses y medio de paradas y zigzagueos en la carretera, discusiones y concesiones entre padre e hijo con su tío como intercesor y testigo, llegan a la vieja ciudad.

El final del camino

Entre sus ruinas, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde el año 2012, les recibirá el presidente de Mongolia recordando al fundador de la ciudad, Kublai Khan. El mandatario ha decidido pasar aquí el invierno tras una serie de campañas militares contra China. Victorioso en todas ellas, ha conseguido conquistar la parte noroeste del país, aunque un brote de coronavirus haya contagiado a sus tropas. El miedo a perder su ejército le ha llevado a frenar el avance hasta que termine el frío que propaga el virus.

Largas llanuras recorren Mongolia.
Largas llanuras recorren Mongolia.larazon

Marco Polo ya no es un chiquillo que comenzó el viaje en Venecia. Su cuenta en Instagram ha ascendido a varios miles de seguidores y se ha dejado barba, sus músculos se han endurecido. Completamente abierto a las maravillas del mundo y rebelde continuo contra la paciencia de su señor padre, decide quedarse con el presidente de Mongolia para ser su consejero durante 23 largos años, que será cuando vuelva a Venecia y relate sus aventuras en su libro El millón. Él no lo sabe, todavía joven y atolondrado, pero está en camino de convertirse una leyenda en el mundo de los aventureros.