País Vasco
Toreo de cante grande de De Justo y buen nivel de Del Álamo en Azpeitia
El diestro extremeño Emilio de Justo salió hoy a hombros en el inicio de la feria de Azpeitia (Guipúzcoa) después de bordar el toreo ante su segundo toro de una interesante corrida de Ana Romero, con la que brilló también Juan del Álamo y naufragó el mexicano Luis David Adame
No tuvo fuerzas el enclasado «parte plaza», primero de Emilio de Justo, que, por si fuera poco, se partió una mano durante la faena de muleta del extremeño, al que no le quedó otra que abreviar.
El cuarto fue devuelto por sus nula fortaleza. Lo sustituyó un sobrero del mismo hierro con el que De Justo pudo desquitarse en una faena de altos vuelos, mejor, si cabe, en el toreo a derechas por donde el extremeño ligó muletazos extraordinarios. Encaje, gusto y pureza fueron los mimbres de su quehacer. Toreo grande. Y a cámara lenta. No se puede torear más despacio. Soberbio.
Al natural no hubo la misma continuidad, también porque el toro tendía a gazapear más por ese pitón, pero a vueltas a derechas siguió la sinfonía de toreo reposado, de exquisito gusto y, por momentos, hasta abandonado. Se le vio disfrutar de lo lindo y, por ende, la gente también se lo pasó en grande.
Se tiró a matar o morir, quedándose encunado entre los pitones. Angustiosos momentos que, afortunadamente, quedó en susto. Las dos orejas cayeron a plomo. Totalmente merecidas. Como la ovación al toro en el arrastre.
Del Álamo brilló en el saludo a la verónica y en un garboso galleo por chicuelinas frente a su flojito primero. Medicinal fue el capote de Jarocho en la brega. Y milagroso. Porque el toro, totalmente afianzado, rompió en la muleta con muy buen son.
Torero prólogo por abajo del salmantino, que después lo cuajó con mucho aplomo por el derecho. Muletazos largos, templados y ligados, enganchándolo muy bien por delante, llevándolo muy toreado y perfectamente acoplado con él, impecable tanto en las distancias como en los terrenos y tiempos entre pases.
Faena sin solución de continuidad. Y a más. Como el propio toro, al que Del Álamo robó también naturales de impecable interpretación. La oreja que cortó, de ley.
El quinto tuvo también transmisión pero le faltaron finales en sus embestidas. Del Álamo tuvo que recurrir al arma del temple para empujarlo hacia adelante en una labor de oficio y suficiencia, y en la que nuevamente logró muletazos de buena firma sobre ambas manos. Lástima la espada. Con ella se esfumó otro posible trofeo.
Luis David no se acopló con su primero, un toro más de vuelos que de pantalla, y al que el mexicano no logró extraer ni un solo pase que no saliera tropezado. Hubo voluntad, sí, que no se le vio apurado, también, pero tantas desigualdades técnicas hicieron que aquello no rompiera como debía. Hubo «mitin» también con los aceros.
El sexto fue toro justo de fuerzas, sin apenas recorrido y muy distraído, con el que Luis David anduvo más centrado y entregado para, al menos, justificarse, esta vez sí, ante un antagonista de lo más desabrido.
Ficha del festejo: Toros de Ana Romero, el cuarto como sobrero, excelentemente presentados y de interesante juego en conjunto. Los mejores, los extraordinarios segundo y cuarto, ovacionados ambos en el arrastre. El primero se inutilizó durante el último tercio; encastado, el tercero; con transmisión pero a menos y sin finales, el quinto; y flojo, sin recorrido, ni entrega, el sexto.
Emilio de Justo, de azul marino y oro: estocada atravesada que escupe y descabello (palmas); y estocada (dos orejas).
Juan del Álamo, de blanco y plata: casi entera tendida (oreja); y metisaca, casi entera trasera y tendida (ovación).
Luis David Adame, de salmón y oro: cuatro pinchazos, otro hondo y descabello (silencio tras aviso); y estocada atravesada y cinco descabellos (silencio tras aviso).
En cuadrillas, Domingo Siro y David Sánchez saludaron tras banderillear al segundo, al que Jarocho bregó magníficamente bien. Morenito de Arles y Pérez Valcarcel también se desmonteraron en el cuarto.
La plaza registró tres cuartos de entrada.
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