Sevilla

A una espada del triunfo

Nazaré y Del Álamo pinchan sendas faenas de oreja en el arranque de Sevilla

Muletazo por bajo de Juan del Álamo con la mano izquierda
Muletazo por bajo de Juan del Álamo con la mano izquierdalarazon

La Maestranza (Sevilla). Primera de la Feria de Abril. Se lidiaron toros de Montalvo, muy bien presentados y desiguales de juego. Los mejores fueron los nobles 2º y 4º, así como el el 5º hasta que se rajó. Media entrada.

Antonio Nazaré, de verde manzana y oro, estocada casi entera (silencio); pinchazo hondo, estocada (saludos). Juan del Álamo, de rosa palo y oro, tres pinchazos, estocada, aviso, descabello (saludos); estocada (saludos). Diego Silveti, de verde esperanza y oro, pinchazo, estocada (silencio); estocada (saludos).

Entretenido comienzo de Feria de Abril con dos toreros, Antonio Nazaré y Juan del Álamo, que dejaron excelentes momentos con las telas, malogrados en ambos casos con los aceros. Pocas opciones le ofreció «Civilón», toro que abrió la Feria de Abril 2014, a Antonio Nazaré. Un animal reservón y falto de raza que acabó parándose muy pronto. El torero de Dos Hermanas estuvo muy dispuesto y porfió mucho en su faena de muleta, que fraguó fundamentalmente sobre la mano diestra. Al menos estuvo seguro y con oficio.

El cuarto tuvo clase y buena condición, más aún en el último tercio. Nazaré lo aprovechó y compuso una labor llena de temple y dulzura, además de inteligencia. Supo administrar los tiempos de respiro para que el animal aguantara. La oreja era segura, pero el pinchazo previo restó méritos. No obstante, excelente labor.

Excelente fue la tarjeta de visita de Juan del Álamo en su presentación en La Maestranza. Se lució a la verónica en los de recibo a su primero y en un quite por chicuelinas. Importante, luego, con la muleta. El toro, con buenas hechuras para embestir y aleonado, tuvo raza y se desplazó con vibrantes acometidas. El mirobrigense se lució primero en tandas de derechazos y después con la zurda. Conectó muy pronto con los tendidos merced a su firmeza pero, sobre todo, por el temple y mando que aplicó a la lidia, salpicada de finos adornos. Lo estropeó con el manejo de la espada. Curiosamente, al quinto, le recetó el volapié que faltó antes. Ahora, por desgracia, su faena tuvo un primer tramo muy interesante con muletazos en redondo largos y profundos, pero luego el animal se rajó y no pudo lograr el triunfo.

Silveti sorteó un tercero con nobleza y cierta movilidad, pero le faltó chispa. El azteca se intentó adaptar a la condición de la res y planteó la faena con suavidad y temple. Faltaba la emoción necesaria. Estuvo bien, sin apreturas, pero no levantó el vuelo. El trasteo al sexto, que se dejó hacer sin codicia ni emoción, tuvo buenas trazas. Tampoco rompió la faena, pero el diestro de dinastía volvió a estar aseado.