Vuelven los toros
Premios de distinto peso para Lamelas y Rafaelillo en Jaén
Imponente encierro de Victorino Martín para abrir la temporada taurina bajo estrictas medidas sanitarias
El quinto fue el toro de la tarde, el mejor de una seria corrida de Victorino Martín. Rubén Pinar estuvo a la altura en los primeros lances, dejando las tandas más importantes del festejo, dos por el derecho al ralentí. Pero se precipitó con la espada, el toro tenía más, tenía fondo casta y clase. Después de tres pinchazos al toro se le pidió una vuelta al ruedo que sería concedida cuando ya estaba arrastrado por las mulillas para sacarlo del ruedo. Confusiones de palcos. Su primero tuvo poca historia, nada más allá de un lucido tercio de banderillas. Pero para el matador fue un mal trago que finalizó con estocada que hacía guardia y tres descabellos.
En general fue una tarde sosa con escaso repertorio y variedad de recursos y suertes. El oficio de los tres veteranos matadores no les hizo brillar ante los astados del hierro de la A coronada, de imponente presentación todos ellos. Como recordaba el empresario de Jaén a este medio, la corrida ya estaba anunciada desde el año pasado, cuando no se pudo celebrar por la pandemia. Hoy el festejo sí ha podido tener lugar, bajo estrictas medidas sanitarias y cumpliendo con la normativa que marca la Comunidad.
Cuando se anunció el cartel prometía ser la tarde de Rafaelillo, que reaparecía hoy casi dos años después de la terrible cogida que sufrió en Pamplona. Aunque volvió a verse al mismo Rafaelillo con la muleta, con sacrificio e ímpetu, doblándose con cada uno de sus ejemplares, la espada reflejó que todavía le falta rodaje para estar al cien por cien. El primero de la tarde, al que recibió por verónicas tras el minuto de silencio por las víctimas de la covid, ajustaba la embestida, no regalaba ni un centímetro. Tanto celo tenía el animal que en uno de los lances acabó desgarrando de cuajo la muleta del murciano. La cosa se complicó cuando el toro se fue orientando y le echó alguna que otra mirada asesina. Con la espada no estuvo acertado pero los asistentes le obligaron a saludar de nuevo, tras haberlo hecho al romper el paseíllo.
Al cuarto le faltaron fuerzas, fue el toro más flojo de la corrida, no se salía del muletazo. Todavía así lo intento Rafaelillo, sin perder el oficio que le caracteriza. Una insistencia que el palco quiso recompensar con una oreja de escaso peso artístico, tras una estocada tendida de efecto fulminante.
Lamelas se sentía inspirado. Por largas cambiadas recibió a sus dos oponentes y por verónicas los fijó en el capote. Su primera faena estuvo a la altura de la expectación que siempre genera la inauguración de la temporada, los primeros olés del calendario. Le bajó la mano derecha con gran temple a un toro que tuvo codicia, llegando a ligar dos tandas de gran valor. Pero la faena fue de más a menos, aunque lograría remontar con la espada, una estocada entera que le valió el primer trofeo de la temporada. El que cerraba plaza recibió el puyazo de la tarde, recibiendo el picador una tremenda ovación. El astado tuvo poca transmisión y Lamelas se acabó alargando sin conseguir nada más allá de pases sueltos sin ligazón.
FICHA:
Jaén. Toros de Victorino Martín, bien presentados. El 1º, ajustaba las embestidas, con celo; el 2º, complicado, sin fijeza; el 3º, embestidas francas y cortas; el 4º, sin fondo; el 5º, con clase y recorrido, gran toro; el 6º, de arrancada tardía. Aforo limitado.
Rafaelillo, de azul rey y oro, metisaca, dos pinchazos, estocada que hace guardia, aviso, descabello (saludos); tendida (oreja).
Rubén Pinar, de blanco y oro, estocada que hace guardia, tres descabellos (silencio); cuatro pinchazos, media y descabello (silencio).
Alberto Lamelas, de lila y oro, estocada entera (oreja); pinchazo, bajonazo (silencio).